En 1995, Ernst Jünger cumplía 100 años. Con ocasión de esa fecha tan señalada fue visitado por Franco Volpi (a quien debemos gran parte del actual entusiasmo europeo por Nicolás Gómez Dávila) y Antonio Gnoli.
La conversación resultante es de época. Aquí unos apartes:
Primero, una clave de la estética de Jünger:
«Lo que es verdaderamente bello no puede no ser ético, y lo que es realmente ético no puede no ser bello».
Esto es cósmico: ¡Jünger habla sobre tauromaquia!
«La corrida es un espectáculo interesante porque pone en evidencia la ligazón del hombre con la vida y la muerte, con los instintos primigenios, con la naturaleza, con la tierra».
Volpi extrae entonces esta deliciosa anécdota de Ortega y Gasset con Heidegger: ¿puede existir tal cosa como un «torero alemán»?
¿Qué pensaba Jünger sobre la muerte, cuando con 100 años de edad la veía acercándose a su vida?
Bellísimo:
Sobre modernidad y tradición: «Hagan el intento de pensar en Japón».
Sobre la foto de Jünger y Schmitt en Rambouillet en 1941, en pleno París ocupado por los nazis, se pudiera pensar que hablaban de la guerra, pero en realidad lo hacían sobre Bloy y Moby Dick.
Sobre la clásica acusación de cinismo y superficialidad por exaltar la borgoña con fresas flotantes mientras los nazis bombardeaban París:
«No era cinismo, era una defensa estética frente al miedo a la muerte».
Demasiado deliciosa esta: el padre de Marguerite Yourcenar tenía una particular y reaccionaria manera de celebrar el 14 de julio, fecha que conmemora el inicio de la revolución francesa.
Jünger define a la era digital como una suerte de platonismo distorsionado. Magno esto:
La modernidad es una época sin Mal, al ser amoral. A este rasgo secular obedece todo el furor por la muerte y la destrucción del siglo XX.
La importancia estética y moral del naufragio del Titanic, según Jünger.
Sobre el sueño:
Ernst Jünger habla sobre la religión. Se sabe que años después de esta declaración se convirtió al catolicismo:
El poema de Kubin y su oblicua reflexión sobre las masas nazis:
Finalmente, la prediccion de Jünger sobre el siglo XXI como la era de los titanes, esa transición entre el caos primigenio y la humanidad deificada.
«Será una edad muy propicia para la técnica, pero desfavorable para el espíritu y para la cultura».
(Fin del hilo).
@RafaelMateos7, ¿sabía de esta corrida? Necesito saber qué torero le brindó una faena a don Ernst Jünger. Debemos pontificarlo al lado de Joselito, Guerrita y Frascuelo.
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Cada tanto me encanta recordar que la fórmula archiposmoderna «lenguaje inclusivo» contiene un adjetivo masculino en toda la frente: «inclusivo», con esa 𝘰 final y patriarcal, terriblemente opresora, pero que aún no se va del nombre mismo de esa fea neolengua política. Ríome.
Cualquiera diría que la solución es aplicar la misma futeza de poner una 𝘦 final: «lenguaje inclusive». Pero resulta que «inclusive» ya existe y es un adverbio. La única salida sería la homofonía: aceptar que dos palabras pueden sonar igual, pese a significar cosas distintas.
Pero la homofonía es precisamente lo que explica el universal neutro y el masculino: «todos» suena igual, pues se pronuncia igual, para designar tanto a un grupo compuesto solo por hombres, como para un grupo heterogéneo compuesto de hombres, mujeres, perros y petristas.