La pobreza de Gustav Mahler durante sus años de estudios musicales no sólo era crónica, sino endémica en su grupo de amigos. Era compartida por Hugo Wolf, Hans Rott, Hermann Bahr, Guido Adler, los hermanos Krzyzanowski y otras amistades de esa época.
Para Mahler el trabajo de compositor tenía pocas prospectivas éxito después del rechazo que sufrió a manos del jurado del Premio Beethoven, y las clases de piano eran poco redituables. De mala gana optó por la carrera de director de ópera, sobre todo por razones financieras.
Su carrera de director, que empezó cuando tenía 20 años, en sólo 7 años lo llevaría a la cumbre de la profesión. Inició en 1880 en Hall, cuando fue contratado por recomendación de Epstein para dirigir farsas y comedias musicales. En su tiempo libre trabajaba en Das klagende Lied.
Después fue contratado en Leibach, pero su genialidad como compositor empezó a manifestarse en en Landestheater de Carniola. Posteriormente dirigió en el teatro de Olmütz en Moravia en 1883 óperas de Verdi, Meyerbeer e incluso la entonces recientemente estrenada Carmen de Bizet.
En 1883 Mahler obtuvo el puesto de segundo director del Teatro de Cassel de la Corte Real Prusiana, el primer escalón a la fama y éxito. Sin embargo, Mahler se sentía insatisfecho, y en 1884 le pidió a Hans von Bülow que lo aceptara como asistente y pupilo.
Al final de su nombramiento en Cassel, dirigió la 9ª de Beethoven y el oratorio de St. Paul de Mendelssohn, con un éxito espectacular. Sin embargo, su situación económica seguía siendo muy precaria. Su Lieder eines fahrenden Gesellen apresuró su madurez como compositor.
Los directores de teatro empezaron a mostrar un marcado interés por el joven Mahler. En 1885 fue contratado por el Teatro Municipal de Leipzig y por la Deutsches Landestheater de Praga. En 1886 se fue a Leipzig, donde tardó poco tiempo en igualar al celebrado Arthur Nikisch.
Un apasionado romance con la esposa del nieto de Weber, con quien completó y adaptó el fragmento operístico Die drei Pintos, lo estimularon a componer. Escribió las primeras canciones del Des Knaben Wunderhorn y el primer bosquejo de la 1ª Sinfonía, la cual completó en 1888.
Mahler renunció a Leipzig en 1888 y empezó a negociar con varias casas de ópera. A los 28 años fue nombrado director artístico de la Ópera Real de Budapest, donde por primera vez demostró sus dotes como administrador, reorganizador, productor de ópera y director de orquesta.
Fue en Budapest que Mahler, con su producción de Don Giovanni, ganó el corazón de Brahms. Su versión en húngaro del Anillo de Wagner fue considerada como una ejecución modelo comparable a las ejecuciones de Bayreuth. En sólo tres años logró vencer las barreras del idioma.
En 1889 los padres de Mahler murieron, y quedó a cargo de sus hermanos. A partir de entonces, Justine se convirtió en su ama de casa. En ese mismo año Mahler dirigió su 1ª Sinfonía “Titan” frente a un público perplejo y críticos cada vez más hostiles.
El constante cuidado de sus hermanos empezó a mermar su vitalidad. En 1890 enfermó y después de una operación se trasladó a Italia en compañía de Justine. En ese primer viaje evitó galerías y atracciones turísticas, y disfrutó al máximo de la primavera italiana.
En 1891, con la llegada del Conde Géza Zichy y los embates de la prensa xenofóbica, Mahler negoció la terminación de su contrato con la Ópera Real de Budapest, y logró uno con el Teatro Municipal de Hamburgo que duró 6 años, donde alcanzó madurez y reputación como director.
En Hamburgo, Mahler estaba por primera vez a cargo de cantantes y de una orquesta de primer nivel. Podía escoger óperas y cantantes y construir una compañía pensada a largo plazo. Fue ahí que conoció y se hizo amigo de Bruno Walter.
Von Bülow escribió a su hija después de escuchar a Mahler en un ensayo poco después de su nombramiento: “Hamburg has now acquired a simple first-rate opera conductor in Mr. Gustav Mahler (serious, energetic -Jew from Budapest), who in my opinion equals the very best conductors…”
El periodo en Hamburgo de Mahler estuvo marcado por dos epidemias de cólera, unas largas vacaciones en Steinbach-am-Attersee en donde las Sinfonías 2ª y 3ª maduraron junto con varias de las canciones del Wunderhorn, y por frecuentes viajes de negocios.
También durante esta época Mahler empezó a ser reconocido como compositor. La 1ª Sinfonía fue interpretada en Weimar en 1894 y en Berlín en 1896, y la 2ª en Berlín en 1895 bajo la conducción de Richard Strauss y del propio compositor.
Mientras que Mahler completaba la partitura de la 3ª Sinfonía en Steinbach en 1896, negociaba en secreto con la Ópera de Viena. Cuando a principios de 1897 pidió la terminación de su contrato con Hamburgo, ya estaba negociando con Berlín, Dresden, Munich, Viena y otros.
Sin embargo, nada se materializó. La ascendencia judía de Mahler era un serio obstáculo, a pesar de la simpatía de Hans von Bülow y el apoyo moral de Brahms, quien jugó un importante papel en las negociaciones con Viena, especialmente en el último año de vida del compositor.
En 1897 finalmente Mahler decidió convertirse al cristianismo, se bautizó y se convirtió en un miembro de la Iglesia Católica Romana. El bautizo fue para él lo que había sido para Heine: “El boleto de admisión a la cultura europea”. Ciertamente le ayudó en su camino a Viena.
Para concluir este capítulo y la semana, comparto el inicio de "Das klagende Lied" (La canción del lamento), la obra que estaba escribiendo Mahler cuando iniciaba su carrera de director de orquesta. Buenas noches.
Alma tardó casi un año en poder regresar en Viena. Su visa llegó en septiembre de 1947 y partió inmediatamente, haciendo escala en Londres para visitar a su hija Anna. Cuando llegó a Viena, la esperaba un equipo de filmación:
Viena se encontraba aún en un estado deplorable. Alma se quedó en un hotel lleno de ratas. Su casa en Hohe Warte era inhabitable, había sido bombardeada y saqueada. Tanto los escritorios de Mahler y Werfel como los manuscritos de sus canciones, habían sido incinerados.
Para consuelo de Alma, después de dos convulsivos años, Werfel empezó a trabajar en su nueva novela en enero de 1941. Alma retomó su vida social con los emigrados europeos de la costa oeste, entre los que se encontraban Thomas Mann, Arnold Schoenberg y Erich W. Korngold.
La casa en Los Tilos Road, rodeada de jardines de árboles de naranjo, era modesta para los estándares de Alma. En mayo de 1941 Werfel terminó el primer borrador de “The Song of Bernadette” y contrató a Albrecht Joseph, un judío alemán exiliado, ex director de teatro y guionista.
Un año después de la muerte de Manon Alma seguía inconsolable. En Viena se preparaban los festejos del 25º aniversario de muerte de Mahler. Bruno Walter organizó varios conciertos apoyado por Schuschnigg, quien quería demostrar que Austria aún celebraba a sus judíos eminentes.
En junio de 1937 Alma visitó Berlín y vio cuánto se había transformado la ciudad bajo el régimen Nazi. Los cambios llegaron pronto a Austria. Mientras los Werfel vacacionaban en Capri en febrero de 1938 recibieron la noticia de la ida de Schuschnigg a Berchtesgaden.
Durante los primeros meses en Casa Mahler, Alma recibía visitas casi a diario. Sabía exactamente cómo lograr una velada bella y placentera para sus huéspedes. Sobre su poderoso encanto, su hija Anna decía: “When she entered a room, or just stopped in the doorway…
…you could immediately feel an electric charge… Se was an incredibly passionate woman…And she really paid attention to everyone she spoke to. And encouraged them….She was able to enchant people in a matter of seconds.”
Franz Werfel recibió la noticia del divorcio de Alma y Gropius con gran alegría y alivio, y la llevó a Praga a conocer a sus padres. Para la madre de Werfel, Alma era “la única reina o monarca de nuestros tiempos."
Alma continuaba con su intensa vida social llena de arte y música en su salón rojo en Elisabethstrasse. En una de sus veladas, se interpretaron dos versiones de Pierrot Lunaire de Schoenberg, una dirigida por el compositor y otra por Darius Milhaud.
Franz Werfel se convirtió en un visitante habitual del salón de Alma Mahler. A los 27 años era considerado como uno de los principales escritores jóvenes de la época. Sus ideas intrigaban a Alma, cantaba con una bella voz de tenor y recitaba sus poemas con un fervor fascinante.
Tiempo después, Alma reflexionó: “The evening on which Werfel and I played music together for the first time and we were so in tune immediately through our very own medium that we forgot everything around us and in front of the husband committed spiritual adultery.”