Una ristra de tuits, que acaba con una propuesta de performance tuitera.
Ahí va.
El 5 de junio será el primer aniversario del primer avistamiento del cocodrilo del Pisuerga, en Pesqueruela. Lo vieron unos jóvenes por la tarde, cruzando el río. Al día siguiente, por la mañana, en Simancas...
Una niña que estaba jugando en la orilla del río vio "algo" en el agua.
Fue corriendo a decírselo a su mamá.
"¡He visto un cocodrilo! ¡He visto un cocodrilo!"
Poco caso le hicieron.
Pero ocurrió que un tipo que venía (o iba, quién sabe) de fiesta pasó por el mismo lugar poco después.
¿Y qué es lo que vio?
Efectivamente, un cocodrilo.
"¡Un cocodrilo! ¡Un cocodrilo! ¡Hay un cocodrilo en el río!", comenzó a gritar, como un poseso.
Poco a poco fueron sumándose testimonios por la zona. ¿De verdad habían visto a un cocodrilo nadando por el Pisuerga?
Al final, tuvieron que intervenir las autoridades. Más exactamente, un guardia urbano que... ¡Lo habéis adivinado! ¡También vio al cocodrilo!
Sonaron todas las alarmas. Se activó el plan Alerta Cocodrilo, previsto para esta contingencia, y pronto fueron movilizados los bomberos, los urbanos, la Guardia Civil, la Cruz Roja y un sinnúmero de voluntarios.
"Hay que dar con el cocodrilo, no vaya a comerse a alguien".
La búsqueda duró días y se emplearon toda clase de medios por tierra, mar y aire.
Perdón, por tierra, Pisuerga y aire.
El cocodrilo del Pisuerga se convirtió en la noticia del año. Ocupó las portadas de los periódicos, los noticiarios de radio y televisión, los debates... ¡No se hablaba de otra cosa!
No hay ni que decirlo, la prensa, sedienta de noticias, acudió en masa al lugar de los avistamientos. ¡Qué no hubieran dado por una fotografía del cocodrilo del Pisuerga!
¿Qué ocurrió entonces?
Pues ¿qué iba a ocurrir? Con semejante despliegue de medios, el cocodrilo del Pisuerga se asustó y corrió a esconderse.
Como no volvió a verse y no se tenían más noticias de él, no tardaron en salir sabios que negaron su existencia.
"Han visto flotar un tronco", decían unos. "No, no, han visto una nutria", decían otros. "Una nutria muy gorda", puntualizaban unos terceros. "No puedo ni afirmar ni negar que lo que vi fuera un cocodrilo", sentenció un biólogo.
También hubo quienes... Bueno, ya sabéis.
Sin embargo, lo que ahora se da por cierto es que el cocodrilo del Pisuerga cambió de aires y se largó a otra parte.
Y surge la pregunta:
¿Dónde está ahora el cocodrilo del Pisuerga?
He aquí lo que propongo para celebrar el primer aniversario del cocodrilo del Pisuerga:
Colgad en un tuit una imagen de un cocodrilo en vuestra ciudad. O un dibujo. O lo que os apetezca con un cocodrilo.
Dije que os contaría mi experiencia con el diseño de la antorcha olímpica de Barcelona '92 y eso haré.
También os debo otra #RistraDeTuits sobre esgrima, pero ya llegará, dadme tiempo.
¡Allá va la #RistraDeTuits de la antorcha olímpica y un servidor de ustedes!
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No vengo a contaros la historia de las antorchas olímpicas ni del paripé de su encendido y su periplo de aquí para allá. Eso lo inventaron los nazis en las Olimpíadas de Berlín de 1936, aunque, claro está, las antorchas en sí son un invento mucho más antiguo.
Cuando Barcelona se hizo con los JJ. OO. de 1992, se desató una actividad frenética en todas partes, y una de las partes fue la antorcha olímpica.
Una parte muy importante, por cierto.
Encargaron su diseño a este señor de la fotografía, André Ricard.
Hoy vamos a hablar de hacer trampas en el arte y de un pintor especialmente tramposo.
O no.
Es un viejo conocido de todos vosotros.
¡Vamos allá!
¿Qué es eso de "hacer trampas"?
Hay quien sostiene que un artista que se vale de medios "ajenos al arte" (?) para captar una imagen y pintarla con más facilidad es un tramposo y no es tan buen artista como dicen.
Aquí, artesanía pura y a mano o nada.
También se valora más o menos una obra según cómo haya sido pintada o dibujada. El óleo sobre lienzo o el fresco del techo de una iglesia es lo más y un bolígrafo sobre papel, una mierda, para entendernos.
Pero lo cierto es que puede ser tan buena una manera de pintar como otra.
Hice esta foto en el Rijksmuseum. El cuadro me gustó mucho. La alegría de la ninfa es contagiosa.
El autor es Gerard van Honthorst, y el cuadro, "Ninfa y sátiro", lo pintó en 1623.
Lo que no sabía (siempre se aprende) es que este autor estuvo en Roma alojado en casa de Vincenzo Giustiniani, marqués de Bassano y coleccionista y protector de Caravaggio, que conozco bien.
Eso fue en 1616, o por ahí. Compartió Roma con otros holandeses, a los que llamaron, un poco en coña, los "caravaggisti di Utrech".
Pero no sólo de Caravaggio vive el hombre. También admiró lo último de Carracci, por ejemplo.
Apodada Langevin por sus camaradas de armas, Renée Bordereau era una máquina de matar al servicio del Rey y la Verdadera Religión. Es decir, que luchó contra la República Francesa, el Directorio, el Consulado y el Imperio dejando el campo de batalla hecho un asco.
Con su cabeza puesta a precio, escapó de los gendarmes haciéndose pasar por una mujer que se hacía pasar por un hombre que se hacía pasar por una mujer... Eh, ya sé, es complicado, pero el truco le salió bien.
Tras muchos años dando guerra, finalmente fue apresada y pasó años en los infectos calabozos del Mont Saint-Michel. Pero sobrevivió y cuando regresó la monarquía a Francia, fue liberada y tratada como una heroína.
Sabed que hace un par de días he regresado de practicar alpinismo en Holanda, pero he hecho más cosas y muy interesantes ahí.
Os dejo ver mi cuaderno de viaje.
Luego iré añadiendo cosas a continuación.
A ver, que entre escalada y escalada a los más altos picos de Holanda, he podido visitar un poco ese país. Y quiero enseñaros algunas cosas.
Comienza el rollo.
Llama la atención que Ámsterdam tenga un sistema de alcantarillado tan deficiente. Fijaos que tienen un montón de calles inundadas y que, para disimular, las llaman canales.