Con Wilhelm Jahn, el predecesor de Mahler, los estándares artísticos de la Ópera de Viena se habían deteriorado poco a poco. Con el apoyo de Hans Richer, Jahn había sido director desde 1881. Sin ser un mal músico, el deterioro de su salud lo había hecho perder el control.
Fue el Intendente von Bezecny quien buscó enérgicamente que el incansable trabajador, fanático y modernista Mahler fuera nombrado Director de la Ópera de Viena para sacarla del bache. Jahn, Richer y Nepomuk Fuchs hicieron todo para evitar su nombramiento.
El 1º de mayo de 1897 fue contratado como Kapellmeister y el 11 condujo Lohengrin como prueba. Tuvo un éxito fenomenal. Para octubre de ese año fue nombrado director artístico de la Ópera de Viena de por vida, con poderes prácticamente dictatoriales, sucediendo así a Jahn.
Por 10 años Maher permanecería en ese puesto, que lo convirtió en una de las figuras más poderosas e influyentes de la vida musical en Europa. En 1903 recibió la Orden de la Cruz de Hierro de 3ª clase del Emperador Francisco José I, quien en varias ocasiones le mostró su aprecio.
La actividad de Mahler como Director de la Ópera de Viena tuvo una influencia determinante el el enfoque moderno a problemas interpretativos de las producciones de ópera en general, comparable a las reformas de Lully, Gluck y Wagner o a las de Reinhardt a principios del siglo XX.
Fue Mahler el que empezó a producir las óperas de Mozart tratando de reproducir las condiciones de la producción original, con recitativos y clavicordio, alcanzando una coordinación total entre el escenario y la orquesta.
También fue Mahler quien finalmente produjo las óperas de Wagner sin cortes y siguiendo los principios del estilo de Bayreuth, pero sin dejar de lado que las presentaba en una casa de ópera con repertorio para distintos gustos.
En su búsqueda por una escena operística simplificada, encontró apoyo en el pintor Alfred Roller, cuyas controversiales “torres Roller” se convirtieron especialmente populares en las producciones de Mozart y empezaron una nueva época en la historia del diseño operístico.
El deseo de Mahler de elevar las óperas clásicas al nivel del Festpiel de Wagner no quedó limitado a las obras de Mozart. Produjo Euryanthe y Oberon de Weber, La fierecilla domada de Goetz, Los cuentos de Hoffman de Offenbach, Ifigenia en Áulide de Gluck y muchos otros clásicos.
Der Corregidor, la única ópera que Hugo Wolf completó, fue producida por Mahler póstumamente en 1904. En 1897 Wolf recibió una promesa vaga de Mahler de que su ópera sería ejecutada en Viena, pero hubo una ruptura por diferencia de opiniones. Poco tiempo después Wolf enloqueció.
Mahler también produjo Bärenhäuter de S. Wagner, Die Rose von Liebestgarten de Pfitzner, Donna Diana de Rezniček, Es war einmal de Zemlinsky, Feuersnot de Strauss, Louis de Charpentier, Das war ich de Blech, Le donne curiose de Wolf-Ferrari y óperas de Puccini.
En su arduo trabajo Mahler tuvo el apoyo de Franz Schalk y Bruno Walter así como de muchos cantantes, varios descubiertos por el propio Mahler. Otra mejoras que introdujo fue la organización de la orquesta, que por muchas décadas fue dirigida por Arnold Rosé, el cuñado de Mahler.
Los conciertos de la Filarmónica fueron dirigidos por Mahler de 1898 a 1901. Su relación con la orquesta fue muy complicada. Aún así sus programas incluían obras de extraordinario interés de Bruckner, Dvořák, Strauss, sus Sinfonías 1ª y 2ª y los Lieder eines fahrenden Gesellen.
En 1901, mientras Mahler se recuperaba de una hemorragia en Abbazia, la orquesta eligió como su sucesor a Hellmesberger junior, director de ballet de la Ópera. Mahler presentó su renuncia, y ante el fracaso de Hellmesberger, fue invitado por la orquesta a dirigir sus sinfonías.
Fue Mahler el compositor el que sufrió en mayor grado los rigores de Mahler el director. Durante los 10 años que estuvo en Viena, no menos de cinco sinfonías fueron compuestas, publicadas y ejecutadas, así como Des Knaben Wunderhorn y los Rückert Lieder.
En esta época Mahler también hizo revisiones al Das Klagende Lied, al Die Lieder eines fahrenden Gesellen y numerosos arreglos a óperas y sinfonías clásicas. Los que hizo a sinfonías y cuartetos de Beethoven y Schumann causaron gran controversia.
A pesar de todo, Mahler logró tener una vida propia plena en su tiempo libre. De 1899 a 1907 pasó los veranos en Schwarzenfels en Maiernigg a las orillas del lago Wörthersee en Carintia, el mismo que inspiró a Brahms y fue el último refugio de Alban Berg.
El año de 1901 fue un año de crisis para Mahler. Empezó con el estreno del Das klagende Lied y con el nombramiento de Bruno Walter como segundo director de la Ópera de Viena, pero después vino su hemorragia y la renuncia a los conciertos de la Filarmónica.
Posteriormente, Mahler estrenó su 4ª Sinfonía en Munich, compuso los Rückert Lieder y terminó el primer bosquejo de la 5ª Sinfonía en Maiernigg, y en noviembre de se año conoció a Alma Schinder, la joven, bella y vivaz hija del fallecido pintor vienés Anton Schindler.
A la muerte de Schindler, la madre de Alma se casó con el paisajista Carl Moll. Ama creció en un ambiente artístico futura e intelectual. Era una dotada pianista y compositora pupila de Alexander von Zemlinsky.
Alma fascinó a Mahler, soltero empedernido, de una manera tan profunda que le propuso matrimonio después de un apasionado cortejo de menos de 5 meses, horas antes de que su hermana Justine se casa con Arnold Rosé. Sin duda Alma transformó completamente la vida de Mahler.
“As an accurate copyist of his own scores, a deeply understanding and sympathetic critic of his music, no less than as a woman of rare physical beauty and originality of mind…
…she was worthy to become the companion of the demoniacal, dualistic, self-centered musician whose eccentric conducting no less than his efficient ruthlessness as opera director had turned him into a kind of legendary figure.”
Alma fomentó la amistad de Mahler con jóvenes compositores como Pfitzner, Zemlinsky y Schoenberg, pero lo alejó de amigos de antaño como Lipiner y Adler, e incluso de las mujeres de su propia familia. En a casa de los padres de Alma, Mahler conoció a Klimt, Kolo Moser y Hoffmann.
Gustav y Mahler tuvieron dos hijas: Maria Anna (1902), la favorita de Mahler, “Putzi”, quien murió trágicamente en 1907 y Ana Justina (1904). Los primeros años de matrimonio fueron felices, con la llegada de las niñas y la creciente productividad de Mahler.
Esta felicidad se interrumpió abruptamente en 1907. En primavera las intrigas en contra de Mahler condujeron a su renuncia de la Opera de Viena. Al no haber un puesto adecuado para él en toda Alemania, consiguió un contrato de cuatro meses con la Metropolitan Opera de Nueva York.
En julio su hija mayor murió y Alma cayó gravemente enferma, y 10 días después a Mahler le fue diagnosticada una grave enfermedad del corazón, que le obligaría a cambiar radicalmente su modo de vida. En otoño regresó a Viena para terminar su labor como Director.
La partida de Mahler de Europa ha sido considerada una tragedia cultura. Fue más que eso: marcó el final de una época de la supremacía musical Austro-Germana. Mahler nunca tuvo un verdadero sucesor en Viena.
Para concluir el hilo y la semana, comparto el Andante moderato de la Sexta Sinfonía de Mahler, que refleja el periodo de felicidad que vivió Mahler junto con Alma y sus hijas, antes de los tres golpes del martillo del destino. Buenas noches.
Alma tardó casi un año en poder regresar en Viena. Su visa llegó en septiembre de 1947 y partió inmediatamente, haciendo escala en Londres para visitar a su hija Anna. Cuando llegó a Viena, la esperaba un equipo de filmación:
Viena se encontraba aún en un estado deplorable. Alma se quedó en un hotel lleno de ratas. Su casa en Hohe Warte era inhabitable, había sido bombardeada y saqueada. Tanto los escritorios de Mahler y Werfel como los manuscritos de sus canciones, habían sido incinerados.
Para consuelo de Alma, después de dos convulsivos años, Werfel empezó a trabajar en su nueva novela en enero de 1941. Alma retomó su vida social con los emigrados europeos de la costa oeste, entre los que se encontraban Thomas Mann, Arnold Schoenberg y Erich W. Korngold.
La casa en Los Tilos Road, rodeada de jardines de árboles de naranjo, era modesta para los estándares de Alma. En mayo de 1941 Werfel terminó el primer borrador de “The Song of Bernadette” y contrató a Albrecht Joseph, un judío alemán exiliado, ex director de teatro y guionista.
Un año después de la muerte de Manon Alma seguía inconsolable. En Viena se preparaban los festejos del 25º aniversario de muerte de Mahler. Bruno Walter organizó varios conciertos apoyado por Schuschnigg, quien quería demostrar que Austria aún celebraba a sus judíos eminentes.
En junio de 1937 Alma visitó Berlín y vio cuánto se había transformado la ciudad bajo el régimen Nazi. Los cambios llegaron pronto a Austria. Mientras los Werfel vacacionaban en Capri en febrero de 1938 recibieron la noticia de la ida de Schuschnigg a Berchtesgaden.
Durante los primeros meses en Casa Mahler, Alma recibía visitas casi a diario. Sabía exactamente cómo lograr una velada bella y placentera para sus huéspedes. Sobre su poderoso encanto, su hija Anna decía: “When she entered a room, or just stopped in the doorway…
…you could immediately feel an electric charge… Se was an incredibly passionate woman…And she really paid attention to everyone she spoke to. And encouraged them….She was able to enchant people in a matter of seconds.”
Franz Werfel recibió la noticia del divorcio de Alma y Gropius con gran alegría y alivio, y la llevó a Praga a conocer a sus padres. Para la madre de Werfel, Alma era “la única reina o monarca de nuestros tiempos."
Alma continuaba con su intensa vida social llena de arte y música en su salón rojo en Elisabethstrasse. En una de sus veladas, se interpretaron dos versiones de Pierrot Lunaire de Schoenberg, una dirigida por el compositor y otra por Darius Milhaud.
Franz Werfel se convirtió en un visitante habitual del salón de Alma Mahler. A los 27 años era considerado como uno de los principales escritores jóvenes de la época. Sus ideas intrigaban a Alma, cantaba con una bella voz de tenor y recitaba sus poemas con un fervor fascinante.
Tiempo después, Alma reflexionó: “The evening on which Werfel and I played music together for the first time and we were so in tune immediately through our very own medium that we forgot everything around us and in front of the husband committed spiritual adultery.”