Las 3 semanas de luna de miel de Alma y Mahler en San Petersburgo fueron “inolvidablemente bellas” a pesar de algunos reveses iniciales. Mahler sufrió de fiebre en el viaje en tren. Durante los 3 primeros conciertos que Gustav tenía que dirigir Alma se sintió mal por el embarazo.
De regreso en Viena, Alma se mudó al departamento de Auenbruggergasse. La hostilidad a la que Mahler se había acostumbrado (fricciones con la orquesta por su carácter autocrático y exigencias al dirigir, las presiones por su judaísmo) era ahora parte de la vida de Alma.
Durante el estreno de la 3ª Sinfonía de Mahler en junio de 1902 en Krefeld, Alma sintió un indescriptible estado de emoción: “I cried and laughed softly to myself and suddenly felt the stirrings of my first child”. La ejecución finalmente la convenció de la grandeza de Mahler.
Posteriormente viajaron a Wörthersee donde Mahler tenía una villa a las orillas del lago en Maiernigg. Pasaban los días tranquilamente, todo era organizado alrededor de la rutina de composición, descanso y actividades Mahler.
Mientras Mahler trabajaba en su 5ª Sinfonía en su cabaña, Alma tocaba el piano suavemente hasta que Mahler se quejó. Alma se puso a copiar la sinfonía a manuscrito: “I learnt at this time to read his score and to hear it as I wrote it and was more and more or a real help to him”.
A pesar de que había decidido subsumirse a Mahler, Alma pronto empezó a sentirse conflictuada. “I’m no more than a housekeeper!… I have lost my way (…) Someone has taken me roughly by the arm and led me far away - away from myself. And I long to return to where I used to be.”
En julio Alma confrontó a Mahler, quien prometió ayudarla. Ella sabía que él no podría pues estaba completamente absorbido por su trabajo creativo, así que decidió que buscaría el modo de sentirse plena a través de él, de sacrificar su felicidad por la de él y ser feliz con ello.
A mediados de agosto ya había recuperado su equilibrio: “My mission, to remove every obstacle from the path of the genius, is profoundly fulfilling”. Se conmovió profundamente cuando Mahler le dio la canción “Liebst du um Schönheit”.
El 3 de noviembre de 1902 Alma dio a luz a Maria Anna. Fue un parto muy difícil, pues la niña venía en posición podálica. Cuando finalmente nació, ya pasada la angustia, Mahler exclamó: “That’s my child, showing the world straight away the part it deserves”.
Alma sufrió una severa depresión postparto. Sufría mucho por su música: “It feels as though my wings had been clipped. (…) I have been inventing music deep in my mind; it is so loud and insistent that I hear it between every word I speak and I cannot sleep at night!”
Mahler no fue empático con ella. Desesperada, Alma se lamentaba de su soledad y de su falta de propósito: “Gustav, why did you bind to you this splendid bird so happy in flight, when a grey, heavy one would have suited you better?”
En febrero de 1903, en una función e Tristan und Isolde, Mahler se tuvo que retirar después del segundo acto por cuestiones de salud. Su hermana Justine estaba presente y le dijo a Alma: “One thing delights me - I had his youth, you have him now he’s old”.
El verano de 1903 en Maiernigg, con su invariable y pacífica rutina y tranquilidad calmó a Alma. Mahler trabajaba en su 6ª Sinfonía, tocaban duetos para piano juntos y caminaban diariamente alrededor del lago. Mahler disfrutaba mucho de su hija “Putzi”, como la llamaba.
En junio Alma finalmente tuvo el valor de interpretar nuevamente sus composiciones. “I feel again-! This is what iI want. I long to create again. The role I impose on myself is a delusion. I need MY Art!” En septiembre Alma estaba otra vez embarazada.
Alma decidió ampliar su círculo social. Zemlinsky se negó a darle clases, pero como idolatraba a Mahler, visitaba frecuentemente con su pupilo, Arnold Schoenberg y Bruno Walter. En febrero de 1904 los Mahler conocieron al dramaturgo y novelista Gerhart Hauptmann.
El 15 de junio de 1904 nació Anna Justinia. La niña fue apodada “Gucki”, por sus enormes ojos azules. El verano en Maiernigg fue excepcionalmente pacífico, con Gustav “más humanos y más comunicativo” que de costumbre. Se había apegado mucho a las niñas.
Alma no daba crédito que Mahler estuviera trabajando en los “Kindertotenlieder”, basados en elegías escritas por Rückert durante el duelo por la pérdida de un hijo. En esa época, Alma exclamó: “For heaven’s sake, don’t tempt Providence”.
Mientras Mahler trabajaba en la 6ª Sinfonía, nadie podía hacer el menor ruido. “He was ‘serene; he was conscious of the greatness of his work. He was a tree in full leaf and flower'”. Cuando concluyó la obra y la interpretó al piano para Alma, lloraron.
“‘Not one of his works came so directly from his inmost heart at this’. He told her he had tried to express her in the great string theme of the first movement (…) In the last movement he recorded his downfall (…) “It is the hero, on whom fall three blows of fate…”
Seis meses después del nacimiento de Anna, Alma volvió a experimentar una depresión severa: “Nothing really interests me-serious things tire me out”. Pero su fuerza y motivación regresaron cuando tuvo que cuidar a sus hijas durante una enfermedad.
Los días de Alma estaban cada vez más atados al horario y agenda de Mahler. Asistía a sus conciertos, tours y festivales cuando podía. En Maiernigg en junio de 1905 se dio cuenta de qué tanto su vida había sido absorbida por la de Mahler: “I live ONLY for him.”
Mahler trabajó con una energía sobrehumana en el verano de 1906: “He was boundlessly happy and elated”. Alma se sentía que en lugar de inspirarlo, como ella había esperado, se había quedado únicamente en su sombra.
En otoño Mahler enfrentó una creciente presión en la Ópera. Además del descontento de los cantantes y de la orquesta por su estilo dictatorial, el censor de la Corte prohibió su producción de Salome de Richard Strauss.
El Príncipe Montenuevo acusó a Mahler de descuidar sus deberes como Director de la Ópera. En enero de 1907 se desató una campaña en la prensa en contra de él: “As a public figure, he felt ‘like a wild animal pursued by a pack of dogs’”.
A pesar del cansancio de Mahler, la hostilidad a su alrededor y la creciente falta de certeza sobre su futuro, Alma había logrado ajustarse a la misión que se había impuesto y alcanzado un equilibrio en su matrimonio. Pero esa calma pronto se quebraría en el fatídico 1907.
Alma tardó casi un año en poder regresar en Viena. Su visa llegó en septiembre de 1947 y partió inmediatamente, haciendo escala en Londres para visitar a su hija Anna. Cuando llegó a Viena, la esperaba un equipo de filmación:
Viena se encontraba aún en un estado deplorable. Alma se quedó en un hotel lleno de ratas. Su casa en Hohe Warte era inhabitable, había sido bombardeada y saqueada. Tanto los escritorios de Mahler y Werfel como los manuscritos de sus canciones, habían sido incinerados.
Para consuelo de Alma, después de dos convulsivos años, Werfel empezó a trabajar en su nueva novela en enero de 1941. Alma retomó su vida social con los emigrados europeos de la costa oeste, entre los que se encontraban Thomas Mann, Arnold Schoenberg y Erich W. Korngold.
La casa en Los Tilos Road, rodeada de jardines de árboles de naranjo, era modesta para los estándares de Alma. En mayo de 1941 Werfel terminó el primer borrador de “The Song of Bernadette” y contrató a Albrecht Joseph, un judío alemán exiliado, ex director de teatro y guionista.
Un año después de la muerte de Manon Alma seguía inconsolable. En Viena se preparaban los festejos del 25º aniversario de muerte de Mahler. Bruno Walter organizó varios conciertos apoyado por Schuschnigg, quien quería demostrar que Austria aún celebraba a sus judíos eminentes.
En junio de 1937 Alma visitó Berlín y vio cuánto se había transformado la ciudad bajo el régimen Nazi. Los cambios llegaron pronto a Austria. Mientras los Werfel vacacionaban en Capri en febrero de 1938 recibieron la noticia de la ida de Schuschnigg a Berchtesgaden.
Durante los primeros meses en Casa Mahler, Alma recibía visitas casi a diario. Sabía exactamente cómo lograr una velada bella y placentera para sus huéspedes. Sobre su poderoso encanto, su hija Anna decía: “When she entered a room, or just stopped in the doorway…
…you could immediately feel an electric charge… Se was an incredibly passionate woman…And she really paid attention to everyone she spoke to. And encouraged them….She was able to enchant people in a matter of seconds.”
Franz Werfel recibió la noticia del divorcio de Alma y Gropius con gran alegría y alivio, y la llevó a Praga a conocer a sus padres. Para la madre de Werfel, Alma era “la única reina o monarca de nuestros tiempos."
Alma continuaba con su intensa vida social llena de arte y música en su salón rojo en Elisabethstrasse. En una de sus veladas, se interpretaron dos versiones de Pierrot Lunaire de Schoenberg, una dirigida por el compositor y otra por Darius Milhaud.
Franz Werfel se convirtió en un visitante habitual del salón de Alma Mahler. A los 27 años era considerado como uno de los principales escritores jóvenes de la época. Sus ideas intrigaban a Alma, cantaba con una bella voz de tenor y recitaba sus poemas con un fervor fascinante.
Tiempo después, Alma reflexionó: “The evening on which Werfel and I played music together for the first time and we were so in tune immediately through our very own medium that we forgot everything around us and in front of the husband committed spiritual adultery.”