En el día de hoy vengo a hablaros de una preciosa casa modernista ubicada en el barrio de Sant Gervasi de Barcelona que lleva décadas de deterioro y semiabandono a sus espaldas. Se trata de la casa Tosquella. 
A finales del siglo XIX Antoni Tosquella, catalán afincado en las Américas, regresa enriquecido a la península poco antes del fin de la colonización. En 1889 encargará al maestro de obras Joan Caballé (discípulo de Gaudí) la construcción de un chalet de veraneo.
En 1906 Tosquella decidirá reformar esa vivienda y le encargará el proyecto al arquitecto Eduard Maria Balcells Buïgas, quien le hará unas fachadas nuevas de estilo modernista con lenguaje arabizante. También se le añadirá dos torreones en la cubierta y se reformará el interior.
En las fachadas de estuco encontramos esgrafiados con motivos florales, geométricos y zoomórficos. El arco de herradura se impone en la configuración de las oberturas. Estos arcos se cierran con rejería forjada y ventanas de madera con cristales emplomados
El interior no merece menos interés. Los techos son pintados al fresco. Las molduras abundan en todas las estancias y el papel de las paredes es bellamente decorado. El suelo destaca por sus baldosas formando mosaicos.
La casa cuenta con dos pisos. El principal, con acceso desde la calle, se fue alquilando siempre a lo largo de la historia. El semisótano, con acceso interior desde el jardín, fue la residencia de la familia de Antoni Tosquella. El jardín era común.
En 1931 nace Maria Dolors Castells i Tosquella, nieta de Antoni Tosquella. Maria Dolors nace, crece, se casa y vive con su marido en esa misma casa. Su madre les firmará un contrato de alquiler conforme les arrendaba la planta principal.
Los años pasaron sin pena ni gloria hasta la entrada de la década de 1970. Barcelona empieza a modernizarse y se proyecta la ronda General Mitre (una autopista urbana). La nueva vía afectaba a la finca de la casa Tosquella, por lo que pronto aparecieron los promotores
Una inmobiliaria ofreció dinero a la familia Tosquella a cambio de derribar la casa y venderles el terreno para levantar viviendas. La familia estuvo dispuesta a hacerlo, pero Maria Dolors Castells se negó en rotundo.
Decidida a no perder la casa donde nació decidió acelerar el proceso ya iniciado de catalogación y protección del edificio como monumento histórico-artístico provincial (1974). Lo consiguió. La casa no fue derribada pero sí que se perdió gran parte del jardín.
Maria Dolors se salió con la suya, pero eso le costó la enemistad familiar y quedar desheredada. Gracias al contrato de alquiler firmado por su madre años antes tampoco pudo ser echada de su casa, por lo que siguió permaneciendo ahí durante unas cuantas décadas más.
La familia se marchó de ahí y tan solo quedaron Maria Dolors, marido e hijos. Una casa d estas características necesita un chorreo constante d dinero para mantenerla, y sin unos propietarios dispuestos a hacerlo ya os podéis imaginar lo poco q tardaron en aparecer los deterioros.
La casa empezó a llenarse de humedades. Las escaleras que subían a los torreones de la cubierta se desmoronaron. Las barandillas de hierro se oxidaron. La pintura exterior desapareció. Las escamas de cerámica de los tejados fueron cayendo. Un desastre todo.
El solar fue declarado como equipamiento en el planeamiento urbano, por lo que el Ayuntamiento de Barcelona se interesó en adquirir la casa en 2012. Por lo que he podido leer los propietarios se la ofertaron a muy buen precio: 100.000 euros por un 80% de la finca
La negociación no siguió en parte porque Maria Dolors se negaba a abandonar la casa. Sus hijos intentaron convencerla para irse pero no hubo manera. Cumplió su palabra, ya que murió en 2018 sin haberla abandonado.
Con la histórica inquilina muerta los propietarios se pusieron manos a la obra para reprender la venta de la casa. El ayuntamiento de Barcelona perdió el interés, así que la pusieron a la venta por 1.400.000 euros en Wallapop. Sí, sí. Una casa modernista anunciada en Wallapop.
Parece que hubo un comprador interesado, pero la irrupción de la pandemia en 2020 volvió a paralizar el asunto y todavía no se ha aclarado nada. En 2018 el ayuntamiento se comprometió a instar a los propietarios a que mantuvieran en buenas condiciones el edificio. Ni caso.
A día de hoy la casa sigue igual, solo que más deteriorada año tras año. La ley de patrimonio cultural prevé la intervención por parte de las administraciones en caso de abandono por parte de los propietarios. Si la propia administración incumple la ley, ¿a qué debemos acogernos?
Triste futuro le auguro a este bien patrimonial si no se actúa ya para detener su deterioro y devolverle el esplendor anterior. Esta casa se conserva integra tanto en interior como en exterior, y no todos los días nos encontramos con algo así. Hay que luchar por esa integridad.
• • •
Missing some Tweet in this thread? You can try to
force a refresh
