Durante los primeros meses en Casa Mahler, Alma recibía visitas casi a diario. Sabía exactamente cómo lograr una velada bella y placentera para sus huéspedes. Sobre su poderoso encanto, su hija Anna decía: “When she entered a room, or just stopped in the doorway…
…you could immediately feel an electric charge… Se was an incredibly passionate woman…And she really paid attention to everyone she spoke to. And encouraged them….She was able to enchant people in a matter of seconds.”
Su salón en Casa Mahler pronto se volvió legendario. Viejos amigos como Arnold Schoenberg, Alban Berg, Bruno Walter y Ernest Bloch se mezclaban con artistas, empresarios, académicos y políticos de todas las tendencias, incluyendo al futuro canciller Kurt von Schuschnigg.
La novela “Die Geschwister von Neapel” de Werfel, publicada en octubre de 1931, fue un éxito instantáneo. Para entonces, ya era uno de los autores en alemán más leídos. Alma lo acompañó en un tour por Alemania en noviembre, pero tuvo que volver intempestivamente a Viena.
Su hija Anna había intentado suicidarse junto con su amante Rene Fülöp-Miller cuando su marido Paul Zsolnay descubrió el affair. Alma consideraba a Fülöp-Miller “el más repulsivo de todos los escritores”. Alma estaba desesperada.
Eventualmente Anna regresó con su marido y su hija Alma de dos años, no sin antes descubrir su gran talento para la escultura, a lo que se dedicaría a lo largo de su vida.
En marzo de 1932, mientras revisaba sus composiciones, Alma se puso a llorar: “Why did I allow myself to be diverted so far from my path? My path, which is so different from the one I followed.” Se atormentaba también con el recuerdo del gran amor que había vivido con Kokoschka.
“She found consolation in the thought that she was ‘surrounded by many men and I drink a lot to silence my suffering soul”, pero decidió que haría más música, pues la hacía feliz.
Las diferencias políticas de Alma y Werfel continuaban mientras la estabilidad de Austria se fragmentaba. En 1932 Engelbert Dolfuss llegó al poder. En un año logró establecer un estado autoritario, el Ständestaat, y en 1934 terminó con la democracia parlamentaria en Austria.
Al principio Alma vio con buenos ojos el ascenso de Hitler al poder, pues asociaba el comunismo con el judaísmo. Diez años después escribió al margen de su diario: “What followed was so terrible, awful and stupid that I have to completely take back everything I said previously!”
A principios de 1933 la vida de Alma se trastornó nuevamente con un nuevo amor, Johannes Hollnsteiner, un sacerdote de 38 años con ambiciones e influencia, confesor del futuro canciller Kurt von Schuschnigg.
Hollnsteiner visitaba frecuentemente la casa de los Werfel y según Anna por un tiempo Alma rentó un departamento donde se veían. En julio el enamoramiento de Alma empezó a atenuarse. Al parecer Hollnsteiner había puesto su relación con Dios por encima de su relación con Alma.
El 10 de mayo de 1933 los libros de Werfel, junto con los de otros 25,000 otros autores judíos, religiosos, pacifistas, liberales, socialistas y comunistas fueron públicamente quemados en Alemania. Werfel cayó en una profunda depresión. Alma decidió que nunca dejaría a Werfel.
En octubre Werfel terminó su novela "Die vierzig Tage des Musa Dagh" sobre el genocidio armenio perpetrado por los nacionalistas fanáticos turcos. A pesar de que la obra fue publicada en noviembre con aclamación prácticamente universal, fue confiscada y prohibida en Alemania.
El 12 de febrero de 1934 estalló la guerra civil después de que la Heimwehr asaltara la sede del Partido Social Democrático. El canciller Dolfuss promulgó una nueva Constitución que eliminó lo que quedaba de democracia. Después de estos eventos Alma y Werfel se fueron a Venecia.
Manon, la hija de Alma y Gropius, se había convertido en una muy bella y elegante joven de 16 años. Bruno Walter había quedado impresionado por ella: “this unearthly apparition before me…an angelic, beautiful girl…with a deer at her side.”
Dolfuss fue asesinado en julio de 1934 por un grupo de nazis austriacos. Kurt von Schuschnigg aceptó renuentemente ser canciller, y pasaría los cinco años siguientes resistiendo frente a la Alemania nazi. Schuschnigg mantuvo el régimen autocrático del Ständestaat en Austria.
En abril de 1934 la tragedia volvió a golpear a Alma. Manon se empezó a sentir mal y fue diagnosticada con poliomielitis. La enfermedad la fue paralizando completamente. En mayo decidieron llevarla a Viena Eventualmente recuperó algo de movilidad de la cintura para arriba.
Confinada a una silla de ruedas, Manon desarrolló sus talentos como actriz. En abril de 1935 se sintió lo suficientemente bien como para actuar enfrente de un público el monólogo de "Twelfth Night" de Shakespeare y otro de "Die Jungfrau von Orleans" de Schiller.
Sin embargo, poco después su condición empeoró rápidamente y murió. Sus últimas palabras a Alma fueron: “Let me die in peace. I am not going to get well anymore and my acting, you just persuaded me into it out of compassion. You’ll get over it, the way you get over everything.”
Alma estaba inconsolable. No estuvo presente en su funeral, como tampoco había estado en el de Mahler ni en el de sus otros dos hijos. Los tributos a Manon, fluyeron de todos lados. Bruno Walter la escribió: “Something irreplaceable has vanished from my life.”
Alban Berg compuso un requiem para Manon, el concierto para violín “Dem Andenken eines Engels”, “A la memoria de un ángel.”
Alma estaba desolada: “I can not longer live without her. She was the closest to my heart, closest than all the people I have ever loved. I think only about the nature of my death.” Ya no podía soportar vivir en Casa Mahler.
En noviembre viajó con Werfel a Nueva York, donde Max Reinhardt estaba preparando una puesta en escena de la obra de teatro de Werfel “Der Weg der Verheißung”. Alma recuperó la calma hasta que se publicó "Die vierzig Tage des Musa Dagh" en Estados Unidos.
La obra fue honrada y celebrada por la comunidad armenia de Nueva York. En Navidad fueron a una cena en las catacumbas de una iglesia armenia: “We were a nation, but Franz Werfel gave us a soul”, declaró el sacerdote en su sermón.
Alma y Werfel regresaron a Europa en febrero de 1936. Todavía pasaría algo de tiempo para que Alma recuperara su equilibrio, o más bien, su prodigiosa energía por la vida. Cuando la recuperó, no fue para disfrutar, sino para sobrevivir.
Alma tardó casi un año en poder regresar en Viena. Su visa llegó en septiembre de 1947 y partió inmediatamente, haciendo escala en Londres para visitar a su hija Anna. Cuando llegó a Viena, la esperaba un equipo de filmación:
Viena se encontraba aún en un estado deplorable. Alma se quedó en un hotel lleno de ratas. Su casa en Hohe Warte era inhabitable, había sido bombardeada y saqueada. Tanto los escritorios de Mahler y Werfel como los manuscritos de sus canciones, habían sido incinerados.
Para consuelo de Alma, después de dos convulsivos años, Werfel empezó a trabajar en su nueva novela en enero de 1941. Alma retomó su vida social con los emigrados europeos de la costa oeste, entre los que se encontraban Thomas Mann, Arnold Schoenberg y Erich W. Korngold.
La casa en Los Tilos Road, rodeada de jardines de árboles de naranjo, era modesta para los estándares de Alma. En mayo de 1941 Werfel terminó el primer borrador de “The Song of Bernadette” y contrató a Albrecht Joseph, un judío alemán exiliado, ex director de teatro y guionista.
Un año después de la muerte de Manon Alma seguía inconsolable. En Viena se preparaban los festejos del 25º aniversario de muerte de Mahler. Bruno Walter organizó varios conciertos apoyado por Schuschnigg, quien quería demostrar que Austria aún celebraba a sus judíos eminentes.
En junio de 1937 Alma visitó Berlín y vio cuánto se había transformado la ciudad bajo el régimen Nazi. Los cambios llegaron pronto a Austria. Mientras los Werfel vacacionaban en Capri en febrero de 1938 recibieron la noticia de la ida de Schuschnigg a Berchtesgaden.
Franz Werfel recibió la noticia del divorcio de Alma y Gropius con gran alegría y alivio, y la llevó a Praga a conocer a sus padres. Para la madre de Werfel, Alma era “la única reina o monarca de nuestros tiempos."
Alma continuaba con su intensa vida social llena de arte y música en su salón rojo en Elisabethstrasse. En una de sus veladas, se interpretaron dos versiones de Pierrot Lunaire de Schoenberg, una dirigida por el compositor y otra por Darius Milhaud.
Franz Werfel se convirtió en un visitante habitual del salón de Alma Mahler. A los 27 años era considerado como uno de los principales escritores jóvenes de la época. Sus ideas intrigaban a Alma, cantaba con una bella voz de tenor y recitaba sus poemas con un fervor fascinante.
Tiempo después, Alma reflexionó: “The evening on which Werfel and I played music together for the first time and we were so in tune immediately through our very own medium that we forgot everything around us and in front of the husband committed spiritual adultery.”
En Austria como en todas las naciones de Europa la declaración de guerra fue recibida con júbilo. Se pensaba que sólo la guerra podría solucionar los conflictos dentro fuera del imperio y se le glorificaba como una honorable y heroica aventura que purificaría todo a su paso.
La euforia no duró mucho, pronto fue claro que la guerra no sería rápida y heroica sino de estancamiento en ambos frentes. Mientras las tropas de Alemania amenazaban París, Alma pasó toda una noche tocando Wagner: “Music is everything to me…even surrounded by death I must SING!”