1/8 Cuentan las viejas crónicas que en uno de sus paseos por el Real Sitio de El Pardo, Felipe IV se encontró con un hombre que se había colado en el bosque y estaba recogiendo bellotas.
2/8 Este no reconoció al rey y siguió a lo suyo hasta que el monarca le preguntó por qué se afanaba en llenar el cesto.
─Son para mi familia, tenemos hambre, señor.
El rey quedó impresionado y le dejó que siguiera cogiendo todas las bellotas que pudiera llevarse.
3/8 Ya en palacio, el rey ordenó que cada 15 de noviembre se abrieran las puertas de El Pardo para que los madrileños pudieran llevarse las bellotas que quisieran.
La costumbre dio lugar a la conocida romería de san Eugenio, la última del año.
(Palacio del Pardo, J. Leonardo).
4/8 Los romeros se citaban frente al convento del Cristo del Pardo.Pasaban el día festivo recogiendo las bellotas entre conversaciones y risas y la algarabía de los chiquillos que se perseguían unos a otros mientras ayudaban a sus padres en la tarea. (Inocencio Mediana, 1910).
5/8 En 1914, el maestro José Padilla compuso el pasodoble titulado El Relicario. Su primera intérprete, la canzonetista Mary Focela no tuvo éxito y la melodía pasó sin pena ni gloria. El ritmo escogido por el compositor no pegaba con la tristeza de la letra.
6/8 Poco después, Raquel Meller, vestida de negro, con mantilla y un ramo de claveles rojos en el pecho, popularizó la triste y bella copla cuya letra empezaba diciendo...
7/8 «Un día de San Eugenio / yendo hacia el Pardo le conocí. / Era el torero de más tronío / y el más castizo de to Madrid...».
8/8 Dedicado a todos los que hoy celebran su onomástica y, en especial a @Eugenio_R_, maestro iluminador (@corralcpedro dixit) quien, a través de sus pinceles, devuelve a la vida a viejas glorias del ejército español.
Hace años escribí un hilo sobre el caso de un trampantojo de Madrid que se hizo realidad. Como soy incapaz de recuperarlo en tuiter (ahora X) lo vuelvo a poner ya que texto y fotos los tengo archivados.
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1/12 Historia de un #TrampantojodePuertaCerrada hecho realidad.
Corría el año 1917 cuando los vecinos de dos inmuebles de Puerta Cerrada, alarmados por las grietas aparecidas de pronto en todos los pisos, avisaron al administrador. A la derecha, se ve parte de uno de ellos.
2/12 El administrador pasó ampliamente del tema, así que los vecinos, avisaron al teniente de alcalde quien envió al arquitecto municipal. Este certificó que ambos edificios ─construidos en 1860─ corrían riesgo inminente de desplome.
15/30 Damos un salto en el tiempo hasta febrero de 1937: Juan Deportista ─seudónimo del cronista deportivo Alberto Martín Fernández─, en su “paseo” por la Ciudad Universitaria menciona la gruta con la imagen de la Virgen en su interior.
16/30 Como vemos, el cronista metido a reportero dice que el ejército rebelde libró a la «Virgen de piedra (...) de los cascotes y las pintarrajeaduras». Esto no quiere decir que legionarios y regulares resguardaran la imagen en la gruta. Ya estaba en el interior. Así lo creo yo.
Una fría y desapacible mañana de diciembre, al pie del Hospital Clínico, se bendijo el monumento a la Virgen. Un sencillo templete alojaba una imagen de la Inmaculada Concepción.
2/30 Era el único resto del Asilo de Sta. Cristina que sobrevivió veintinueve meses en el Frente de la Ciudad Universitaria de Madrid, desde el 17 de noviembre de 1936 hasta el 28 de marzo de 1939. Al término de la guerra permaneció en su gruta hasta que se inauguró el templete.
3/30 Pero retrocedamos en el tiempo a finales del XIX. En 1895, Alberto Aguilera vio culminada su ilusión: la inauguración del Asilo de Santa Cristina, situado más allá de la plaza de la Moncloa, un terreno obtenido gracias a su buena relación con la reina regente Mª Cristina.
1/17 En 1895 surgió la idea de construir un gran edificio para asilo pero sin materializarse. Tras la declaración de ruina inminente del asilo de Moncloa, se convocó en enero de 1898 un concurso de proyectos.
2/17 Doce años más tarde, en 1910, se inauguró el Colegio y Asilo de Nuestra Señora de la Paloma, obra del arquitecto Francisco Andrés Octavio, situado en la Dehesa de la Villa.
3/17 Es frecuente confundir una conocida fotografía del Asilo de San Bernardino indicando que se trata del situado en Moncloa. En 2008, la valla de protección para la remodelación del antiguo intercambiador de Moncloa se ilustró con, entre otras, dicha instantánea.
1/22 Al viejo asilo de Moncloa se le fueron añadiendo estructuras adosadas en distintas épocas para ampliarlo y fue declarado en ruina inminente el 29 de enero de 1898 por el arquitecto municipal Andrés Octavio.
2/22 El periodista Roberto del Palacio había visitado el asilo y plasmó sus impresiones, curiosamente favorables, en el periódico en el cual trabajaba. Ni en su amplio reportaje ni en las fotos publicadas en La Revista moderna dejan ver el estado ruinoso.
3/22 El conde de Romanones, a la sazón alcalde de Madrid, fue a verlo “in situ” y decidió cerrarlo de inmediato. Pero surgió un problema: ¿Dónde alojar a los asilados?
1/16 El asilo y su huerta ocupaban un espacio triangular que ha perdurado en la configuración urbana, situado entre la calle de Isaac Peral y las avenidas de la Memoria y Reyes Católicos.
2/16 La creación del asilo se debió a lo que hoy llamaríamos una “tormenta perfecta”: una epidemia, un cordón sanitario, un rumor y un bulo.
A finales de junio de 1834 se desató en Madrid la epidemia de cólera la cual se propagaba a través de alimentos o agua contaminados.
3/16 Se decretó, como siempre, un cordón sanitario: horario restringido en las puertas de acceso y cierre total de los portillos. Esto produjo la subida del precio de los alimentos por su escasez y la miseria, sobre todo, para los más desfavorecidos.