Thread by @fmlidermdq

Muy cerca de Sierra de los Padres, dónde vivo, existe una pared rocosa de unos 110 metros de alto.
Cuando sopla viento norte, este es obligado a subir por la pared.
Primero las aves, y luego los humanos, descubrimos que se puede volar sin esfuerzo en ese aire ascendente.

Aquel día había un partido de fútbol entre Argentina y Chile, creo, así que muchos fueron con sus parapentes a volar temprano, y cerca de las tres de la tarde aterrizaron y se fueron a sus casas a disfrutar el partido.

Yo, que volaba con ellos, pronto me quedé solo.
En realidad no, porque había un halcón volando la misma pared.
A veces el sol calienta la piedra, y se desprenden burbujas térmicas que nos permiten llegar hasta la base de las nubes. No aquel día, pues el aire estaba tranquilo.

Así que el halcón y yo volábamos de una punta de la pared a la otra, cruzándonos cada vuelta, pero sin molestarlos.
Nos sentíamos muy bien ambos, y sin darnos cuenta el tiempo pasó y el sol se ocultó.

Comenzaba a refrescar, así que nos despedimos hasta la próxima, él volvió a su nido y yo al mundo de los humanos normales.
Al llegar a Mar del Plata me encontré con la gente muy enojada, discutiendo y gesticulando con fuerza.

- ¿Que pasó?
- ¿No viste? ¡NOS ROBARON EL PARTIDO!
Me sentí muy ajeno a la gente. Me parecía raro sentirme tan próximo a un ave, entenderla tan bien, y tan lejano de los otros. humanos.
Con el tiempo volví a sentirme parte de la comunidad.
Pero eso se quebró en marzo de 2020.

Al principio pensé que la gente despertaría del engaño a las tres semanas. Era tan evidente.
Pero pasaron los meses y me ví caminando por la ciudad entre miles de embozalados, asustados, gente triste, derrotada.

- Te están cuidando! Me dijo uno. Reí de su ironía. Se ofendió porque lo dijo en serio. Decía seriamente que los políticos, asociaciones médicas corruptas y filantropos del NOM nos cuidaban. Que hacían por nosotros.

La opresión fue aumentando, permisos para salir, horarios para correr, grupos de élite de prefectura persiguiendo a remeros o surfistas.
Ahora van a reaccionar, dije. Sus únicas reacciones fue denunciarnos.

Por suerte los encontré a ustedes, la comunidad de los despiertos, que los que amamos la libertad y no nos convencen ni atemorizan con ridículos escenarios.

También tengo a mi amigo halcón. A él lo entiendo. Respira aire puro, no le importa la OMS, nunca permitiría a nadie experimentar sustancias extrañas con sus pichones.

No cree en noticieros ni médicos del terror, cree en el impulso del aire bajo sus alas, cree en la naturaleza que lo hizo perfecto.

El tampoco entiende a los humanos, salvo a los que se cuelgan de una vela multicolor. Ellos quieren ser como yo, piensa. H. Rivara. Autor. Escritor. Abogado.

@UnrollHelper