Los medios, las redes sociales y la política viven de indignarnos, de llamarnos a la batalla.
Dividiendo a la sociedad en bandos que se odian, ellos logran adeptos fanatizados.
Pero nosotros perdemos.
Porque necesitamos que se resuelvan problemas y así no se lo logra jamás.
La moralización de la política (la fanatización religiosa de la política, que nos pone en el bando de los buenos luchando contra los malos) es lo peor que le puede pasar a una democracia.
La arrastra al fascismo.
No debemos centrarnos en participar "del bando de los buenos". Debemos centrarnos en convencer a todos los actores políticos que no hay bando de los buenos, que solo hay partidos que tienen distintas visiones para resolver problemas que son comunes.
Y que dialogar nos beneficia.
La política no es el ámbito en el que debemos mostrar cuán buena gente somos, sino el espacio en el que debatimos para encontrar soluciones a problemas de la sociedad.
Se trata de racionalidad, no de moral.
En los medios, en los discursos políticos y en las redes sociales se dice lo contrario: hay que destruir al otro porque es demoníaco, es una traba para la democracia, es el agente del MAL y nosotros somos el BIEN.
Eso es una irracionalidad fanática. Así piensa el fascismo.
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Tengo el placer malsano de leer Las 12 y Soy (de Página/12).
Es como entrar a un delirio producido por una droga muy mal cortada.
Hoy escriben "Varies pibxs".
¿Qué lógica hay detrás de esa destrucción del castellano? ¿Por qué no "varies pibes"?
Creo que como "pibes" en el castellano rioplatense es masculino, en el suplemento Soy quisieron sacarle esa marca "masculina" porque odian todo lo que sea masculino o viril.
Es una alergia existencial a la masculinidad.
Por eso escriben "Varies Pibxs".
Hoy evalúan los escraches contra varones adolescentes que fueron alentados por Página/12 y todo el feminismo argentino en 2018-2019 (en 2020 se cortó porque no hubo clases, no porque hubiera consciencia de la maldad que ejercían).
Edward Hopper (1882-1967) creó un mundo propio -la soledad, el interior de una casa vacía, el silencio- que oscila entre el realismo y el surrealismo.
Ante una obra suya no sabemos si es una escena real o un sueño. #RayoArte
Noctámbulos, 1942
Hopper viajó a Europa entre los 22 y los 30 para estudiar a los maestros del arte: amaba a Goya; estaba fascinado por el impresionismo -ya fuera de moda- y por los pintores que no seguían una escuela (como Toulouse-Lautrec).
Patio interior 48 rue de Lille, Paris, 1906. #RayoArte
Dibujo realizado por Edward Hopper a los 9 años en el dorso de su boletín de calificaciones #RayoArte
Si tomamos los datos que nos importan para medir calidad de vida (salud, educación, ingresos per capita, comida -cantidad y calidad-, respeto por las diferencias sociales y culturales, etc) y los comparamos en 1800, 1850, 1900, 1950, 2000 y ahora, veremos que siempre mejoramos.
No hay ningún dato que haya sido mejor en 1800 o en 1950 que ahora.
Sin embargo, la inmensa mayoría (según los países, va del 65% al 90%) de la humanidad cree que empeoramos, que hoy se vive peor.
Casi triplicamos la expectativa de vida y eso ni se tiene en cuenta.
En 1800 el 95% de la población era pobre o indigente: apenas si lograba comer lo básico o no llegaba a eso.
Hoy, ese nivel de pobreza, solo lo tiene el 8% de la población mundial (y no es porque falten alimentos).
Pero no celebramos eso sino que maldecimos que aun haya pobres.
No vamos a poder vivir en una democracia liberal moderna en la medida en la que todos los participantes (los partidos políticos y los medios, principalmente) no acepten que todos los demás son tan democráticos y racionales como ellos.
Si en una sociedad, se impone la creencia de que los de los otros partidos son monstruos que deben ser aniquilados y que las ideas del otro son tan despreciables y dañinas que deben combatirse sin siquiera dar lugar al diálogo, entonces la vida democrática es imposible.
En la charla que di el jueves pasado en @institutobaikal hablé de la democracia liberal basándome en la lectura que hace Rorty del clásico "Sobre la Justicia", de Rawls.
Un tema central fue la cuestión de "desencantar el mundo".
Es decir, sacar la pasión moral de la política.
Hace mucho (¿10 años ya?) lo dije y cada día está más claro:
la gente políticamente correcta -que se define como defensora de las identidades, de los géneros, de las culturas- es una versión actual -más extremista y más ridícula- de los militantes de la Revolución Cultural China.
Mientras la Gente Progresista copa las redes y los medios de comunicación masivos para imponer su visión maoísta totalitaria de la indignación en defensa de la "identidad" (lo único sagrado), en política crece la Derecha.
En Francia la pelea es para saber quién es más fascista.
En EEUU, en Europa occidental y gran parte de América latina (en especial, la Argentina), la Gente Progresista cree que la identidad es lo esencial.
Ser negro, ser originario, ser trans o ser mujer es lo único que cuenta.
Y lo más valioso es tener varias de esas identidades.
Aunque la cultura contemporánea crea que ser víctima es algo grandioso que hace mejor a una persona eso no es cierto.
Ser víctima es solo eso: haber padecido algo -grave o no- que hace que una persona sufra pasivamente. Nada más.
Me parece horrible la sacralización de la gente que se presenta como víctima.
Mucha de ella, fuera del caso en el que es víctima suele ser una persona horrible (que apela al chantaje moral -presentarse como víctima- para tapar que es un ser horrible que hace cosas malas).
Si alguien está padeciendo como víctima, cualquier solidaridad o empatía debe circunscribirse únicamente a esa situación específica.