Se sabe bien lo que ocurrió en Europa Oriental tras el derrumbe soviético entre 1989-1992 y también en otros como China, Cuba o Corea, pero se desconoce bastante los efectos políticos y económicos que tuvo en el Tercer Mundo, siendo la URSS un estado con influencia internacional.
En África hubo varios tipos de cambios: Los regímenes —tanto pro-soviéticos como anti-soviéticos— se reformaron para sobrevivir a dicha ola de cambios o bien se vinieron abajo, en el mejor de los casos de forma relativamente pacífica y en el peor degenerando en cruentas guerras.
De los gobiernos marxistas de África —Angola, Mozambique, Benín, el Congo, Etiopía y Somalia—, los cuatro primeros abandonaron pacíficamente el socialismo y realizaron la transición al libre mercado. Los dos últimos cayeron de forma violenta.
Mozambique —con Joaquim Chissano desde 1986—, Benín —con Mathieu Kérékou desde 1972— anunciaron la abolición del marxismo en 1990, la apertura de sus mercados, la reforma democrática y la reconciliación y alineamiento de sus naciones con Occidente.
Para Mozambique supuso el final de una Guerra Civil que llevaba librándose desde su independencia en 1974. En octubre de 1992 el gobierno de Chissano y el RENAMO firmaron la paz en Roma.
En 1994 Mozambique tuvo elecciones, las cuales el FRELIMO —reformado como partido socialdemócrata— ganó con el 53% de los votos y resultando con Chissano gobernando hasta 2005 tras ganar otras elecciones en 1999 con el 52% de los votos.
En cuanto a Benín, en 1990 el Partido Revolucionario del Pueblo de Benín fue abolido y remplazado por la Unión de Fuerzas del Progreso, de tendencia socialdemócrata y moderada. Tras la aprobación de una nueva constitución, Kérékou abandonó la presidencia tras su derrota electoral
en abril de 1991. Kérékou fue remplazado por el liberal electo Nicéphore Soglo, quién gobernó Benín con un único mandato hasta 1996. En sus cinco años de gobierno, Soglo se encargó de liberalizar la economía beninesa, abrirla al mercado y privatizar su industria y recursos.
Soglo apostó por un segundo mandato en las elecciones del 96, sin embargo fue derrotado por un margen del 0,3% de los votos por el ex-presidente Kérékou, quién se presentó como candidato independiente y vendió su imagen como un socialdemócrata pragmático arrepentido del comunismo
Kérékou gobernó Benín hasta 2006, siendo relecto en 2001 en unas elecciones en las que volvió a ganar a Soglo. A pesar de todo, Kérékou apenas tocará o modificará las reformas de su predecesor, respetando la liberalización económica que tuvo lugar en la primera mitad de los 90s.
Ciertamente, la transición del socialismo al capitalismo beninés fue, sin dudas, el más pacífico de toda África.
El Congo —con Denis Sassou-Nguesso desde 1979— y Angola —con José Eduardo dos Santos desde 1979 también— demoraron un poco más en abandonar oficialmente el marxismo-leninismo y abrazar abiertamente el capitalismo y el sistema de mercado.
Ambos proclamaron la abolición del socialismo en 1992, dos años después que Mozambique y Benín, cuando la URSS ya no existía.
En el Congo, de forma similar a lo que ocurrió con el FRELIMO en Mozambique o el MPLA en Angola, el PCT gobernante abrazó la socialdemocracia y hubo lugar elecciones en 1992 en las cuales el PCT fue derrotado, obteniendo únicamente el 16% votos y el tercer lugar.
El victorioso resultante fue el recién creado Unión Panafricana para la Socialdemocracia (UPADS) con el 36% de los votos. Pascal Lissouba sucedió a Sassou-Nguesso en la presidencia del país. Sin embargo, las elecciones sacudieron violentamente a la sociedad congoleña.
Lissouba asumió la presidencia del Congo en agosto de 1992, sin embargo las acusaciones de manipular las elecciones por parte de una coalición de grupos de oposición y sus milicias no tardaron en llegar. En pocos meses estalló una Guerra Civil que duró hasta diciembre de 1994.
Las milicias Cobra y Ninja, leales al PCT, se revelaron por las armas y se desencadenó una pequeña guerra, tras la cual se escondían rencillas étnicas y tribales, que acabó con la vida de dos mil personas. La paz resultante en 1994 fue ilusoria y en 1997 estalló una nueva guerra.
La segunda estalló en junio de 1997 después de que el ex-presidente Sassou-Nguesso fuese detenido, sus leales se rebelaron de vuelta y en octubre el gobierno de Lissouba sucumbió ante un golpe militar con apoyo francés que liberó a Sassou-Nguesso y le devolvió la presidencia.
Sin embargo, la guerra se extendió hasta fines de diciembre de 1999 con la actividad armada de las milicias anti-PCT y la participación de otras fuerzas como el UNITA angoleño, que usó al Congo como refugió mientras libraba otras dos guerras en el Zaire y Angola.
Esta segunda guerra civil segó la vida de +25 mil personas. Sassou-Nguesso se mantuvo sujeto al poder durante todo ese tiempo y actualmente continúa presidiendo la República del Congo, aunque como un presidente autoritario y alineado con EE.UU., Francia y el FMI.
El caso angoleño es más similar al mozambiqueño, ambas ex-colonias portuguesas que libraban unas interminables guerras civiles contra milicianos anti-comunistas desde sus independencias en 1974. Si en Mozambique era el RENAMO, en Angola era el UNITA.
El UNITA, comandado por el carismático y sanguinario Jonas Savimbi, se trató sin dudas de una de las milicias más grandes, poderosas y brutales de toda la Guerra Fría, y no solo en África, sino del mundo, siendo capaces de sostener una guerra durante casi tres décadas.
Tras la disolución de la República Popular en 1992, el gobierno angoleño anunció elecciones pluripartidistas con el fin de sofocar la Guerra Civil e invitó al UNITA a dejar las armas y disputar el control del país en las urnas. El MPLA obtuvo un 49% y el UNITA el 40%
El UNITA no reconoció los resultados, y en consecuencia las hostilidades estallaron en Luanda y se extendieron inmediatamente a otras partes del país. Las autoridades reaccionaron reprimiendo al UNITA y a sus simpatizantes en unos eventos conocidos como las masacres de Halloween.
El conflicto armado se reanudó tras el estrepitoso fracaso de las primeras elecciones pluripartidistas de la historia de Angola. El FALA —brazo armado del UNITA— proclamó el alzamiento nacional contra el «gobierno usurpador» del MPLA.
En cuestión de semanas el UNITA se apoderó del control de buena parte del territorios del país, dando un brutal giro a la tortilla de los acontecimientos. El estallido de guerras civiles en países cercanos como el Zaire o el Congo fue aprovechado por UNITA para extender su área
de operaciones, forjando alianzas con gobiernos y milicias y convirtiendo a estos países en una especie de bases para la guerrilla. El UNITA mantuvo su guerra popular prolongada durante toda los años noventa y un control de casi todo el país durante una década.
El 22 de febrero de 2002 Savimbi fue abatido por los militares angoleños en su natal Moxico, al este del país. El líder guerrillero en total recibió quince disparos. La muerte de Sambivi desmoralizó al UNITA y perdió el que fue su liderazgo durante varias décadas.
Mes y medio más tarde, el UNITA pactaba la paz con el gobierno angoleño, dando fin a una Guerra Civil que pareció no tener fin y que acabó con la vida de cerca de un millón de personas. En agosto de 2002 el UNITA anunció la desmovilización total de sus fuerzas armadas.
José Eduardo dos Santos gobernará Angola hasta su renuncia en 2017. Su gobierno duró casi cuarenta años, uno de los más largos de la historia africana y mundial en general.
Los países del cuerno de África, Etiopía y Somalia, dos naciones ferozmente enfrentadas entre sí, tuvieron el fin del socialismo más violento de todos, acabando en ambos casos no a través de la reforma y disolución sino de la rebelión armada.
Etiopía —con Mengistu Haile Mariam desde 1974— y Somalia —con Mohamed Siad Barre desde 1969— vieron el final de sus gobiernos de manera violenta en 1991.
El caso de estas dos naciones es particularmente curioso. Pese a tener modelos similares, ambos países tuvieron una relación sumamente hostil y tensa, incluyendo la Guerra del Ogaden entre 1977-1978, después de que Somalia invadió Etiopía para anexionar los territorios somalís.
Este conflicto marcó el rumbo que ambas naciones tomarían geopolíticamente hablando. Etiopía se consolidó como un país fervorosamente pro-soviético, mientras que Somalia se alineará con China y luego con EE.UU.
Etiopía estaba sumida en guerra civil con milicias separatistas desde 1961, en sus años como monarquía. Inicialmente la insurgencia tuvo lugar en Eritrea, tras la revolución de 1974 y el caos que le siguió no tardaron en emerger milicias separatistas en todo el país.
Etiopía vivió en los años ochenta una auténtica guerra civil a gran escala, la cual terminó con la vida de más de un millón de personas, principalmente a causa de la hambruna que azotó el país durante dicha década, en especial entre 1983-1985.
En mayo de 1991, Mengistu fue finalmente derrocado por sus propios funcionarios y una coalición de fuerzas rebeldes, el Frente Democrático Revolucionario del Pueblo Etíope (EPRDF), después de que estos lanzasen una ofensiva sobre la capital Addis Abeba.
Hubo cierto temor de que Mengistu luchase hasta el amargo final por la capital, sin embargo, huyó a Zimbabwe, donde aún reside. El régimen solo sobrevivió una semana después de su derrocamiento antes de que el EPRDF declarase Addis Abeba ciudad abierta.
El EPRDF se trataba de una coalición de partidos-milicias separatistas de todo el país, formada en 1988 y encabezada por el hoxhaista Frente de Liberación del Pueblo de Tigray (TPLF).
Además del TPLF, el EPRDF estaba compuesta por otros tres partidos: El Partido Democrático de Amhara (ADP), el Partido Democrático de Oromo (ODP) y el Movimiento Democrático del Pueblo de Etiopía del Sur (SEPDM).
Tras derrocar a Mengistu, el EPRDF reformuló su programa y propósitos, abandonando sus metas separatistas y abrazando una tercera vía entre este y el centralismo de Mengistu al adoptar la propuesta de una Etiopía federal y plurinacional.
Amén de esto, se abandonó la línea marxista-leninista dominante en la organización y se adoptó una posición atrapalotodo y pluralista que bailaba entre tendencias socialdemócratas y liberales.
Meles Zenawi, del TPFL, tomó la presidencia de una nueva Etiopía, ejerciendo como presidente de un gobierno provisional multiétnico entre 1991 y 1995. En 1995 el EPRDF sacó adelante una nueva constitución que reconocía a Etiopía como una federación de naciones.
Con la instauración de una nueva República Federal en 1995, Zenawi continúo presidiendo el país hasta su fallecimiento en 2012. Tras su muerte fue remplazado por Haile Mariam Desalegn entre 2012-2018 y Abiy Ahmed desde 2018 hasta la actualidad.
Este último os sonará por haber firmado un tratado de paz con Eritrea en 2018, por el cual se le dio el Premio Nobel en 2019, y más recientemente por su controvertido papel en la Guerra de Tigray.
Abiy Ahmed abolió el EPRDF en 2019 y lo remplazó por el Partido de la Prosperidad.
La desaparición del EPRDF, el cual controló el país entre 1991 hasta 2019 y estuvo dominado por el TPFL, tiene bastante que ver con el estallido de la actual guerra civil en el norte del país.
Tras sus desacuerdos con Abiy, de etnia oromo, y su política de «nueva visión», el TPFL decidió retomar el separatismo y rebelarse contra el gobierno. Aunque eso ya es harina de otro costal.
Luego, tras la caída de Addis Abeba en 1991, Eritrea proclamó su independencia con Isaias Afewerki como presidente, la cual no fue reconocida por Etiopía pero si por la comunidad internacional en 1993.
Como sabréis, hasta 2018, las relaciones eritreo-etíopes han sido funestas, incluyendo una sangrienta guerra entre 1998-2000 que acabó con la vida de más de 100 mil personas y no llevó a nada.
Sobre Somalia: Tras el fracaso de su conquista del Ogaden, en 1978 iniciaron una serie de revueltas armadas contra Siad Barre, quienes además contaron con financiación etíope. El más importante de todos fue el Frente Democrático de Salvación de Somalia (SSDF).
El SSDF estuvo liderado por Abdullahi Yusuf Ahmed, futuro presidente de Somalia entre 2004-2008. Otros grupos importantes fueron el Movimiento Patriótico Somalí (SPM) de Bashir Bililiqo y el Congreso Unido de Somalia (USC) de Mohamed Farrah Aidid.
Así mismo, en 1981 estallaron una serie de rebeliones separatistas en el norte del país, liderados por Movimiento Nacional Somalí (SNM), cuya mayoría deus miembros pertenecían a la tribu isaaq. El SNM demandaba la independencia de Somalilandia.
Las primeras rebeliones vinieron tras el golpe de estado fallido del coronel Mahammad Shaykh Usmaan, quién fue ejecutado. Las rebeliones iniciales se tornaron en Guerra Civil a partir de 1986, después de que Siad Barre resultó herido en un accidente automovilístico el 23 de mayo.
Durante esta segunda etapa abierta del conflicto podríamos destacar especialmente las batallas de Hargeisa y Burao entre 1987-1989, las cuales sobresalen por su excesiva y monstruosa brutalidad, con uso indiscriminado bombardeos de artillería y bombardeos aéreos contra civiles.
La mayoría de las poblaciones civiles arrasadas por el ejercito somalí pertenecían al clan isaaq, impulsores del separatismo somalilandiano, resultando en la muerte de 200 mil personas. Un hecho que ha sido descrito como «genocidio».
Hargeisa, la segunda mayor ciudad del país, quedó destruida en casi un 95% y prácticamente inhabitable producto de las encarnizadas batallas y los despiadados bombardeos que tuvieron lugar aquellos años. Una ciudad relativamente moderna reducida a edad de piedra por el ejercito.
El 26 de enero de 1991, totalmente arrinconado por la guerrilla, Mohamed Siad Barre huye de Somalia rumbo a Nigeria, donde fallecerá en 1995. La huida de Siad Barre supuso el colapso oficial de la República Democrática de Somalia y dio un giro de 360º al conflicto.
Quién toma la presidencia será Ali Mahdi Muhammad, aunque solo nominalmente pues el poder del Estado se ha esfumado tras la caída de la República Democrática y ahora solo reina el caos y la anarquía. De hecho, Ali pasó gran parte de su presidencia en Djibouti.
Las milicias lucharan encarnizadamente por el control de país. El 18 de mayo de 1991, Somalilandia proclamó su independencia, la cual no fue reconocida por ningún estado y que, de hecho, aún se mantiene de facto a más de treinta años después.
Ante esta situación de caos total, vacío de poder y desgobierno absoluto, la ONU interviene en Somalia en julio de 1992 con el pretexto de mantener la paz. A la fuerza que intervino se la llamó ONUSOM y fue un auténtico y sangriento desastre.
Con la intervención de la ONU, el conflicto somalí escaló y se intensificó a nuevos niveles de violencia. El USC del señor de la guerra anti-comunista Farrah Aidid, uno de los principales rivales de Siad Barre, se alzó como el hombre fuerte de Somalia en esta situación.
Aunque quizás casi nadie aquí le suene, en su día Mohamed Farrah Aidid se convirtió durante un tiempo en el hombre más buscado del mundo. La ONUSOM lanzó Operación Restaurar la Esperanza, la cual involucró a casi treinta países, para acabar con él entre 1992-1993 y fracasaron.
Con el estrepitoso fracaso del UNOSOM, la ONU no se dio por vencido y envió a la UNOSOM II. La intervención del UNOSOM II, que tuvo lugar entre 1993-1995, al igual que la de su predecesor, fue otro fiasco.
En junio de 1995, Mohamed Farrah Aidid se proclamó presidente de Somalia, pero ningún país, excepto Libia y Sudán, le reconocieron como tal. La comunidad internacional reconocía a Ali Mahdi Muhammad como presidente de Somalia, pese a que su poder real era quasi-inexistente.
Farrah Aidid murió a manos de una milicia privada de su antiguo financista, el empresario Osman Ali Atto, en agosto de 1996. De aquí no narraré mucho más, la situación de Somalia hoy día es muy similar a la situación de Somalia en aquel entonces. Ya sabéis como sigue la historia.
De todos los finales que han tenido estos seis países, el de Somalia ha sido, por lejos, el más trágico de todos.
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Hablar de los vínculos entre el neofascismo/neonazismo y el nacionalismo blanco contemporáneo, más que nada en sus sectores más tendentes a lo esotéricos y lo neopagano, con el satanismo tampoco creo sea novedad.
El neozelandés K. R. Bolton, exlíder del NWP y uno de los más influyentes teóricos del movimiento supremacista blanco actual, por ejemplo, es un conocido adepto al satanismo y a lo oculto. No por nada, él es también el fundador de la Orden del Camino de la Mano Izquierda.
Influenciado por Charles Manson, Mishima Yukio, Varg Víkernes y la síntesis satánico-nietzscheana del ONA británico, su orden se cimenta sobre una idea de total rechazo al «dualismo moral» del «inconsciente colectivo occidental» inducido por la fe «zoro-judeo-cristiana».
¿UN FÜHRER JAPONÉS? Hilo sobre la vida y pensamiento de Nakano Seigō, fascista japonés 🇯🇵🗾🧵
Antes que nada aclarar que el hilo es meramente informativo, con fines históricos y busca ser en todo momento neutral. El mismo toma como referencia el segundo volumen de Pan-Asianism
A Documentary History, concretamente el capítulo escrito por Stefano von Loë.
Nuestro protagonista nace en 1886 y crece en Fukuoka. Su padre, un samurái al servicio de Kuroda, quedó relegado a ser un simple trabajador de una casa de empeño tras la Reforma Meiji. A pesar de que su padre acabó en la quiebra, Nakano siempre estuvo orgulloso de su estirpe.
Sí bien lo que se dice no es equivoco, se está haciendo un salto de tiempo e ignorando algunos detalles muy importantes. El más importante es que ignora que el DAP de Múnich no era más que una versión «importada» del DAP original, el cual se fundó en Aussig en 1903.
El DAP no lo fundan Drexler y Harrer en 1919, lo que Drexler y Harrer fundaron fue una sucursal en Weimar, un copia-pega, de un partido previamente existente en Austrohungría, fundado por Ferdinand Burschofsky y Ludwig Vogel. Y este sí provenía de la izquierda socialista.
No digo con ello que esté partido fuera de izquierdas, pero sí tiene su cuna en el sindicalismo de izquierdas. El DAP fue el primer partido «nacionalsocialista», pero este se fundó con la finalidad de dotar de un brazo partidista al Mährisch-Trübauer Verband.
El libro en el que se basará el siguiente hilo se trata The Beast Reawakens: Fascism's Resurgence from Hitler's Spymasters to Today's Neo-Nazi Groups and Right-Wing Extremists, de Martin A. Lee.
Enero del 53, el ejército egipcio realiza un desfile: entre los espectadores, rodeado de varios oficiales, incluido el coronel Gamal Abd al-Naser, se encuentra un alemán de gafas oscuras: Se trata de nada más ni nada menos que Otto Skorzeny, el «hombre más peligroso de Europa».
El 25 de agosto de 2011 las fuerzas rebeldes apoyadas por la OTAN anunciaron que habían descubierto fosas comunes con los restos de 1700 prisioneros supuestamente asesinados por el régimen de al-Gaddafi cerca de la prisión de Abu Salim.
Los primeros en difundir la información fue al-Jazeera. Sin molestarse en verificar absolutamente nada, escribieron el titular «Mass grave of Libyan prisoners found». Rápidamente cadenas estadounidenses tradujeron el artículo y la noticia se regó por los medios occidentales.
Para quien no lo recuerde o no le suene: En 1990, cuando se produce la invasión a Kuwait, EE.UU. necesitaba excusas para justificar ante la opinión pública su intervención. Es ahí cuando aparece una adolescente, una supuesta enfermera kuwaití, en el Comité de Derechos Humanos.
La chica, entre lágrimas y angustia, cuenta una historia aberrante como fue testigo de como los iraquíes entraron a su hospital y empezaron a matar a todos los bebés en las incubadoras. El testimonio fue sumamente mediático, dio la vuelta al mundo y shockeó a todos.
El propio Bush, en un discurso anunciando su decisión de intervenir en Kuwait, citó el caso como una evidencia de la monstruosidad iraquí y la necesidad estadounidense de intervenir. «Nos encontramos ante el Hitler de nuestros tiempos», decía Bush.