Los que me conocéis en persona, me conocéis así. Y la mayoría, no sabéis esto.
Esta era yo hasta el 12 de septiembre de 2021.
👇🏻HILO
Ese día se cruzó en mi vida un producto de @Postquam, una marca de peluquería barata y de mala calidad.
Y este era mi pelo al día siguiente.
Esta es la mitad de mi melena en el suelo de mi bañera aquel día.
Si no os ha pasado nunca, no podéis imaginar lo que se siente y cuánto cuesta superarlo.
Cuatro meses después de ese shock traumático, por fin puedo contar lo que me pasó.
Y lo hago aquí, porque el director general de la empresa no me ha dado otra opción.
Gracias, Santiago Tejedor, por no haber mostrado la mínima empatía.
Las pocas decenas de amigos a quienes he confesado esto durante estos meses me habéis dicho que lo denunciara.
No quise. Busqué a Santiago en @linkedin y le escribí.
Su respuesta no pudo ser más descorazonadora.
Ni siquiera un “siento lo que te ha pasado”
Este es el producto que compré en una de sus tiendas, #TheBeautyShop, varias en #Valladolid capital.
Sólo le pedí a Santiago que lo retirara de sus estanterías y que, puesto que el daño emocional era incuantificable, al menos me compensara el coste económico.
Por supuesto, al entrar en esas tiendas, nadie te pide carnet de peluquero. Están a pie de calle y venden a quien aparece por la puerta.
Las dependientas no saben lo que tienen entre manos, los componentes de los productos que venden, ni los efectos que pueden producir.
Por cierto, es curioso que entre los seguidores de @Postquam esté @svensones, la red de clínicas capilares que está ayudándome a recuperar el pelo que perdí.
Meses, cientos y cientos de euros, autoestima perdida y muchas lágrimas… Ironías del destino, supongo.
El producto no tiene más instrucciones que las impresas en la caja.
Indica aplicar primero el desrizante, esperar de 5 a 20 minutos, aclarar… […..]
y aplicar después el neutralizante.
Mi pelo había caído ya a mechones en la bañera para entonces.
Mi intención no era la denuncia pública, no era hacer daño, pero sé el daño que he sufrido, el que sigo sufriendo, y estoy obligada a evitárselo a otros.
Desconfiad.
No solo de los productos baratos, sino de las personas que no muestran sufrimiento por los demás.