Qué extraño país es ese en el que sus héroes patrios fueron todos unos fracasados, o unos asesinos. O ambas cosas.
Qué extraño país es ese que ha perdido todas sus guerras y en lugar de admitir sus derrotas se ha pintado como víctima de otros países.
Qué extraño país es ese en donde los ganadores son vistos como los malos del cuento, y los perdedores se han ganado la gloria.
Qué extraño país es ese en donde la pobreza es un valor, y la riqueza es un pecado.
Qué extraño país es ese en el que torteros, panaderos, tamaleros, taxistas y vendedores ambulantes eligen a quien vilipendia a "esos que sólo buscan hacer negocios".
Qué extraño país es ese donde se endiosa a políticos y deportistas notorios por su ausencia de logros.
Qué extraño país es ese donde los "antisistema" de antaño hoy defienden al gobierno con garras y dientes.
Qué extraño país es ese donde la izquierda (surgida de la protesta social) aplaude la militarización de las instituciones y la evangelización desde el poder.
Qué extraño país es ese donde las cochinillas, hartas de las cucarachas, eligieron al insecticida. Y las cochinillas que sobrevivan la fumigación votarán por otro insecticida de la misma marca, porque no les importa morir con tal de ver a las cucarachas muertas.
Y las cucharachas tan campantes, en total libertad y disfrutando su dinero en Europa. Porque las cucarachas son amigas del insecticida.