Y unos por acá menospreciando la soberanía energética. (Dicho sea de paso).
La intervención de Rusia al este de Ucrania es resultado de atender la solicitud de Donetsk y Luhansk de reconocer su independencia y apoyar en la defensa ante ataques ucranianos.
No es propiamente una invasión, como algunos extraviados mencionan, al menos no aún. La respuesta viene de una ruptura de los Protocolos de Minsk al abrir nuevamente el fuego entre los involucrados.
Ahora bien, la Unión Europea ha respondido con sanciones, cosa que vienen haciendo hace tiempo contra Rusia, sin que el Kremlin se inmute demasiado.
La bolsa arranca con caída, pero falta ver cómo responde el petróleo y el gas. Se puede intuir que Rusia sea capaz de resistir otro paquete de sanciones, pero estas sanciones también sacrifican la dependencia energética de Europa.
¿Cuánto puede aguantar Europa o cuál es su capacidad para sustituir la falta de suministro de gas ruso? De eso depende mucho de la infraestructura eléctrica. Una estrategia de desgaste puede llevar al estallido social si no se garantiza ese vital servicio.
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Aceptemos que Putin es de lo peor, correcto. Aceptemos que es homofóbico, imperialista, autoritario, que no respeta los derechos civiles y cuanto más, pero no vengan a decir que es preferible el estilo gringo,
porque sus intervenciones en todo el mundo nunca han sido para salvar a alguien, sino para beneficiarse, incluidos dos millones de kilómetros que le cercenaron a México.
Han apoyado las dictaduras más cruentas en todo el mundo, mientras ello les reditúe en recursos, en control y en expansión. Sorprende que en sus preferencias por lo occidental sólo se fijen en la homofobia o el autoritarismo o en conculcar derechos,