Llevo todo el día fascinado por las imágenes fantasmagóricas del ENDURANCE.
Hace más de 100 años se hundió en las inmediaciones de la Antártida, y allí ha permanecido hasta ahora, recién descubierto a más de 3000 metros de profundidad.
Como ya sabréis, ese barco fue capitaneado por Sir Ernest Shackleton en una expedición que pretendía atravesar el continente helado de extremo a extremo.
Todo se torció cuando el ENDURANCE quedó atrapado en los hielos antárticos, y su tripulación con él.
DURANTE MÁS DE UN AÑO.
Eso convirtió la expedición en un fracaso y, al mismo tiempo, en una de las gestas más épicas que conocemos.
Shackleton, mediante disciplina y una capacidad portentosa para mantener el ánimo de los suyos, logró sobrevivir 21 meses en aquel infierno SIN PERDER NI UN SOLO HOMBRE.
Que hubiese bajas humanas en las expediciones en aquellas expediciones de antaño era algo asumido como cotidiano.
En condiciones como las que sufrió el Endurance, era algo impensable.
Hoy día, en muchas empresas estudian las tácticas de liderazgo de Shackleton para saber cómo obrar ante las circunstancias más adversas.
Pero la intención de este hilo no es hablar sobre eso, porque el tema es de sobra conocido y muchos otros lo contarán mejor que yo.
Tampoco se trata (esta vez no) de un hilo de mis hilos de ficción, aunque el tema a tratar encajaría perfectamente en el ámbito de la ciencia ficción o el género fantástico a los que recurro para contaros esas trolas:
El de Shackleton es, quizá, el primer caso reportado de lo que se conoce como «SÍNDROME DEL TERCER HOMBRE».
¿Qué es el «síndrome del tercer hombre»?
Con el Endurance ya tragado por las aguas, los aventureros quedaron en la superficie helada, a merced de temperaturas de 50º bajo cero y vientos de 300 kms por hora.
Así que Shackleton eligió a dos de sus hombres y recorrió con ellos más de 500 kilómetros en busca de ayuda.
Solamente ese trío de intrépidos. Arrastrando un par de botes salvavidas, siempre al borde de los límites de lo que sus cuerpos y mentes podían resistir.
Años más tarde, Shackleton confesó que, durante ese viaje, no veía junto a él a dos hombres, sino a TRES.
Había un «tercer hombre» además de sus otros dos compañeros.
Un hombre que el explorador definía (casi a regañadientes) como una especie de fantasma.
Ese «tercer hombre» le infundía el aliento que le faltaba en los peores momentos y lo animaba a seguir adelante.
Puede que sin ese «fantasma» incluso el propio Shackleton habría tirado la toalla.
Puede que gracias a ese «tercer hombre» siguiese adelante, hiciese llegar su SOS y lograse que NADIE muriese en la expedición.
NADIE.
Desde entonces se conoce como «síndrome del tercer hombre» a ese fenómeno que experimentan muchas personas en condiciones extremas (alpinistas, exploradores, víctimas de catástrofes).
Todos ellos refieren la mediación de una figura casi angélica que les ayudó a no desfallecer.
Los más románticos interpretan el fenómeno recurriendo a ese concepto: Ángeles custodios.
Otros ven en ello un mecanismo de nuestro propio cerebro para hacernos más soportables ciertos trances, o suministrarnos información a la que estamos accediendo por intuición.
Alguien de aquella época (no recuerdo quién) dejó dicho: «Para una expedición científica, cuenta con Scott, para un viaje de exploración rápido y eficiente llama a Amundsen, pero si el desastre te golpea y pierdes toda esperanza, arrodíllate y reza para que aparezca Shackleton».
Y a mí me parece muy simbólico que el ENDURANCE, ese pecio fantasma, haya aparecido precisamente AHORA.
Ahora que todos vamos a tener que hacer ciertos sacrificios y lidiar con el miedo, el desaliento y la frustración casi a diario.
Ahora que esos valientes e infortunados ucranianos van a vivir esa clase de miserias y penurias multiplicadas por mil.
Ojalá, además de esa la ayuda material que necesitarían, cuenten con el aliento de un «tercer hombre».
Y yo me arrodillo y rezo para que sea un Shackleton.
Me informan de que la noticia y las fotos son de @thehistoryguy y me indican (con razón) que merece ser acreditado en el hilo.
Me dispongo a compartir este hilo en la iniciativa #HilosQueAbrigan. Con cada tuit publicado ahí con este hashtag, ayudas a tejer mantas para que los más necesitados puedan combatir el frío.
Según la escala de Kardashev, podrían existir en el Universo miles de Civilizaciones Tipo IV.
Una civilización tipo IV es aquella cuyo control de las leyes físicas permitiría a sus integrantes usar "agujeros de gusano" estables directamente conectados a sus anos.
Un agujero de gusano es una estructura o portal que conecta dos puntos del universo violando las leyes del espacio-tiempo.
De ese modo, cuando los habitantes de una Tipo IV hacen caca, dicha caca es absorbida por agujeros de gusano y es conducida a un agujero negro.
La Física moderna postula que los llamados agujeros negros son, en realidad, las letrinas de las civilizaciones más avanzadas del Universo: concentraciones de caca masivas, tan densas que atraen incluso a la luz.
Según las crónicas, en el año 1011 d.C una expedición de viajeros japoneses visitó la corte del rey Sancho III el Grande.
Pero análisis más recientes de algunos frescos y códices de la época nos hacen sospechar que aquellos visitantes NO procedían en realidad de Japón.
La descripción que hacían los cronistas de aquellos exóticos viajeros no se riñe con los rasgos nipones. Los definían como gente bajita, de piel pálida, ojos almendrados, sin vello corporal.
También relataron cómo los habitantes de aquella isla remota (que más adelante llamarían Cipango) ayudaron al rey Sancho a lograr la victoria en la Batalla de Mendesforta, instruyéndole en nuevas técnicas y en la fabricación de «ingenios de guerra nunca antes vistos».
Esta es una de las máquinas más enigmáticas que existen:
- Porque tardó más de 2500 años en construirse.
- Porque nadie sabe para qué sirve exactamente.
- Porque varias potencias mundiales intentan impedir su uso.
En este #HILO os hablo del misterio de ARCHEPONTHIA.
Esta historia comienza con un científico y termina con otro.
El primero es Melindres de Hiponea (538 – 442 a.C) matemático de la escuela pitagórica. Sus contribuciones pertenecen más al ámbito filosófico que al científico. O eso creíamos hasta hace poco.
El otro científico es Oskar Wimblek, profesor de ingeniería de la Universidad de Pleanville.
Nació en 1969 y, a día de hoy, no sabemos si está vivo o muerto. Paradero desconocido.
Esta es una de las zonas más vírgenes de la selva amazónica.
Hace años, Brasil la malvendió a una multinacional alemana.
Esta es la historia de cómo otra empresa logró que no talasen ese océano de árboles y de las cosas terribles que están sucediendo a causa de ello.
Ese sector de la selva no contiene únicamente miles de toneladas de madera e innumerables recursos naturales. También es el hábitat de los sanawayas: una de las poquísimas tribus "no contactadas" que quedan en nuestro planeta.
En otras circunstancias, la empresa maderera habría arrasado esas hectáreas sin preocuparse por el bienestar de los indígenas, pero una tecnología disrruptiva se cruzó en su camino:
Los nuevos "drones insecto" de Neuralink, la empresa de nanotecnología de Elon Musk.
Los WONDJINAS: criaturas de aspecto alienígena. Aparecen en pinturas rupestres de aborígenes australianos. Pinturas que, según algunos, podrían tener más de 170.000 años de antigüedad.
La antropología moderna ha descubierto que no son seres sobrenaturales. SON ALGO PEOR.
#HILO
Ahora sabemos que para los chamanes aborígenes australianos, la sublimación consiste en transformarse en wondjina.
Para lograrlo, comienzan disfrazándose de dichas criaturas, encerrados en una carcasa durante las 24 horas del día. Una "crisálida".
El interior de esos disfraces está fabricado con corteza de árbol, y en dicha corteza crece el "ophiocordyceps australis", un hongo que, poco a poco, coloniza el organismo de los chamanes.