Cuando era pequeña un padre para mi era como la luz en el frigorífico. Todas las casas tenían uno, pero en realidad nadie sabía lo que hacían, una vez que se cerraba la puerta.
Mi padre salía de casa por la mañana y por la tarde. Cuando volvía se sentía
feliz de vernos. Era el único capaz de abrir un bote de conserva o una botella de vino cuando ninguno lo lograba. Era el único que no tenía miedo cuando se iba la luz y era quien buscaba y encendía las velas. Se cortaba al afeitarse y no le dábamos importancia a sus heridas.
Quien pedaleó conmigo varios kilómetros hasta que fuí capaz de apañarme yo sola.
Cuando llovía, naturalmente él era el quien abría el portón para meter el coche y que nosotros no nos mojáramos. Cuando nos poníamos enfermos de madrugada, iba él a comprar la medicación a la farmacia de guardia. Era quien partía las almendras que mamá necesitaba para las comidas
y quien partía las nueces para las ensaladas y los bizcochos.
También podaba los rosales para que no nos pincháramos al acercarnos.
Sin embargo, cada vez que jugaba con las muñecas, la muñeca madre tenía muchas cosas que hacer mientras que al padre no sabía que encargos darle.
Así que le hacía decir:
- "Bueno, ahora tengo que salir y me voy al trabajo."
Luego tiraba al muñeco debajo de la cama.
Cuando tenía 9 años, una mañana mi padre no se levantó para ir a trabajar. Fué al hospital y murió al día siguiente. Entonces, fue a mi cuarto y busqué al
muñeco papá, que estaba debajo de la cama. Lo recogí, le quité el pollo y lo puse en mi cama.
~Inma Bombek~
Solo cuando ya no están nos damos cuenta de todo lo que hacían por nosotros. Solo entonces los valoramos.
No esperes a que sea el #diadelpadre para decirle "te quiero".
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Estaba yo paseando por un hospital psiquiátrico, cuando me encontré con un joven en actitud profundamente reflexiva que leía un libro de filosofía.
Su porte y evidente buena salud mental lo distinguían claramente de los otros internos.
Me senté junto a él y le pregunté:
¿Qué haces aquí? El me miró sorprendido. Pero viendo que yo no era uno de los médicos, respondió:
- Es muy simple. Mi padre, brillante abogado, quería que yo llegara a ser como él. Mi tío, dueño de grandes supermercados, esperaba que yo siguiera su ejemplo. Mi madre quería que yo
fuera la viva imagen de su padre. Mi hermana me ponía siempre delante a su marido como ejemplo. Mi hermano creía que yo podría convertirme en un hábil atleta, como él. Y lo mismo me sucedió en la escuela con los profesores de música e inglés. Tenían muy claro lo mejor para mi.
Hay una leyenda que, sin ser parte de la Revelación, nos enseña lo que Dios espera de nosotros: se cuenta que había un cuarto Rey Mago ( ARTABÁN), que también vió brillar la 🌠 sobre Belén y decidió seguirla.
Como regalo pensaba ofrecerle al Niño un cofre lleno de piedras preciosas. Sin embargo, en su camino se fue encontrando con diversas personas que iban solicitando su ayuda.
Este Rey Mago las atendía con alegría y diligencia, e iba dejándoles una piedra preciosa a cada uno.
Fue retrasando su llegada y vaciando su cofre. Encontró muchos pobres, enfermos, encarcelados y no podía dejarlos desatendidos. Se quedaba con ellos el tiempo necesario para aliviarles sus penas y luego procedía su marcha, que nuevamente era interrumpida por otro desvalido.