Esta enfermera mató a muchos más que salvó.
¿Sabéis quién es?
Con 24 años y tras el inicio de la I Guerra Mundial, en octubre de 1914 la joven Agatha Christie se ofreció como enfermera voluntaria para ayudar a heridos en el hospital de su pueblo natal, Torquay, en el condado de Devon (Inglaterra) mientras su novio/marido estaba en el frente
Realmente las labores de Agatha se asemejarían a la de una auxiliar de enfermería actual, sirviendo casi 3500 horas. La verdad es que era bastante aprensiva con la sangre y las heridas y se desmayó unas cuantas veces
Esta poca “afinidad” por ver a heridos hizo que la destinaran al dispensario donde ejerció de auxiliar de botica hasta el final de la guerra en noviembre de 1918. Aquí sí tuvo una pequeña remuneración económica (unas 16 libras al mes)
*spoiler*
En esta época escribió su primera novela “El misterioso caso de Styles” (protagonizada por Hercules Poirot) publicada un poco después. En ella el asesinato fue realizado por envenenamiento con arsénico
Su pasión y exhaustivo conocimiento de los venenos le vino de su periodo como “boticaria”, donde se empapó de toda la teoría farmacológica que después utilizó en sus novelas
Agatha Christie que volvió a ser voluntaria durante la II Guerra Mundial “mató” a más que salvo... porque en sus novelas casi siempre había uno o varios crímenes…
Sois unos cracks, varios habéis acertado 💪💪 #gracias
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Un laboratorio en penumbra.
Dos conejos inmóviles, casi catatónicos, con las orejas aplastadas.
Y una intuición.
Esta es la #HistoriaMedicina de un hombre que devolvió el movimiento… a millones de personas.
Y lo logró cuando nadie le creía. 🧵⤵️
Década de 1950.
El cerebro era todavía territorio desconocido. No se sabía con certeza cómo se comunicaban las neuronas.
Las ideas sobre los neurotransmisores eran nuevas, y muy pocos aceptaban que las sustancias químicas tuvieran un papel central en la mente.
Entre ellas estaba la dopamina, una molécula considerada "sin importancia".
Se creía que solo servía como un precursor: un paso intermedio en la producción de noradrenalina (también llamada norepinefrina), que sí era vista como esencial en la respuesta al estrés.
La dopamina era una parte del engranaje.
Dos tubos de ensayo. Dos personas que jamás se conocieron: un joven aborigen australiano y un paciente hemofílico en Nueva York.
Alguien mezcla sus muestras.
Y algo imposible sucede. Algo que cambió la #HistoriaMedicina 🧵⤵️
Baruch Samuel Blumberg no buscaba un virus.
Era médico por la Universidad de Columbia y con un doctorado en Medicina Experimental y genética...
Y perseguía una gran pregunta:
¿Por qué algunas personas se enferman más que otras ante el mismo patógeno?¿Influye dónde viven?
Para responderla, recolectó sangre de cientos de personas alrededor del mundo.
Su método: tomaba el suero (la parte "líquida" de la sangre que contiene anticuerpos) de un paciente con cierta enfermedad y lo hacía reaccionar con la sangre de otras personas, para ver si sus anticuerpos se unían a algo.
Si había una reacción, significaba que había una proteína "extraña" (un antígeno) en esa sangre.
En una época donde la viruela mataba millones y la medicina occidental apenas tenía herramientas contra ella, una mujer inglesa presenció una práctica que cambiaría el mundo.
📍Turquía, siglo XVIII.
📌Nombre: Lady Mary Wortley Montagu
#HistoriaMedicina 🧵⤵️
Mary nació en mayo de 1689 y fue bautizada un 26 de mayo, tal día como hoy.
Poeta, ensayista, diplomática y… pionera en salud pública.
Pero también: rebelde, brillante y crítica feroz del machismo en la medicina.
En 1716, acompañó a su esposo, embajador británico, al Imperio Otomano.
Allí observó algo sorprendente:
💉Mujeres turcas practicaban la inoculación (variolización) contra la viruela.
Un método tradicional pero efectivo.
Una historia de obsesión, precisión… y un hilo telegráfico que cambió la #HistoriaMedicina.
Hoy hubiera sido el cumpleaños de un hombre que logró "ver" el corazón como nadie antes.
Pero no con bisturí.
Sino con ciencia, paciencia… y un hilo de cuarzo. 🧵⤵️
Finales del siglo XIX.
El corazón ya se podía oír.
Estetoscopios, relojes, dedos en la muñeca.
Algunos lograban registrar débiles impulsos eléctricos… pero lo que obtenían eran garabatos ruidosos.
Inútiles para un diagnóstico real.
Se sabía que el corazón emitía electricidad.
Augustus Waller incluso lo había demostrado en su perro Jimmy con un electrometro rudimentario.
Pero nadie entendía bien qué forma tenía esa electricidad.
Ni cómo usarla clínicamente.
Ahora que se ha elegido al nuevo Papa León XIV, muchos se preguntan: ¿Quién fue el último Papa que llevó ese nombre?
Te cuento la historia de León XIII, un pontífice que vivió hasta los 93 años en el siglo XIX…
¿Su secreto? Puede que te sorprenda. #HistoriaMedicina 🧵⤵️
León XIII nació como Vincenzo Gioacchino Raffaele Luigi Pecci el 2 de marzo de 1810 en Carpineto Romano, Italia.
Fue un hombre brillante: filósofo, diplomático, políglota… y un reformista dentro de la Iglesia.
Fue ordenado sacerdote en 1837 y ascendió rápidamente.
En 1843 ya era arzobispo y nuncio en Bélgica. En 1853 fue ordenado cardenal.
Pero nadie imaginaba lo que vendría después.
En una servilleta manchada de café se dibujó una idea que cambiaría la medicina para siempre.
El científico que la garabateó fue ignorado, rechazado y ridiculizado...
Pero...🧵⤵️
Paul no era un genio excéntrico ni un gurú mediático.
Era un tipo tranquilo, metódico, que hacía lo que todos los investigadores hacen: pensar mucho, cobrar poco y publicar cuando se podía.
En los 70, mientras el mundo alucinaba con las microondas y los láseres, Paul estaba obsesionado con otra cosa: cómo ver dentro del cuerpo humano… sin abrirlo.
Ni bisturí. Ni dolor. Ni radiación. ¿Cómo?