Bueno, hace un tiempo que no os doy la #TurraClimática, así que creo que ya toca 😉

Hoy vamos con una cuestión fundamental cuando hablamos de los porqués de la inacción en la lucha frente al cambio climático: LAS EXCUSAS.
Y, cómo no, voy a comentarlas emulando a mi droga televisiva preferida: LOS GEMELOS QUE REFORMAN.

Las excusas son como los muros de las casas de los gemelos: UNA MIERDA. Un cacho de papel mal pintado, que eso ni es pared ni es nada.

Coged la maza 😉
Una cosa antes de empezar: las excusas operan a nivel tanto individual como colectivo. No es cuestión de que nos "convenzamos" y actuemos a nivel individual, cargándonos de responsabilidad y ecoansiedad. Es un tema de barreras personales y sociales.
(Y no, claro que estas excusas no son el único motivo de inacción frente al cambio climático. Los intereses económicos y el entramado de poder fósil -capitalismo fósil, vaya, como diría Andreas Malm- son los principales responsables de que estemos donde estamos).
Bueno, a lo que íbamos.

Primera excusa: ESTO NO ESTÁ PASANDO.

Laa mejor forma que ha encontrado nuestro hábil cerebro para conjugar la información sobre cambio climático que íbamos recibiendo y nuestra poca predisposición a actuar ha sido, sencillamente, negar la información
Meter la cabeza bajo la arena y decirnos: no está sucediendo.

Pero claro eso hoy, en 2022, es absolutamente insostenible, y como excusa resiste menos que una pared de cartón.

No nos tenemos que ir al círculo polar o a una isla de la Micronesia para ver el cambio climático.
Pero ¡OJO! Hay una tubería en la pared.

Segunda excusa: ES UN CICLO NATURAL.

Una vez nos convencemos de que esto está sucediendo, pensamos que quizás no es culpa del ser humano. O no por completo, vaya. Qué alivio, ¿no?

Resulta que no. Porque sí, somos nosotros. Al 100%.
Ahora viene una de mis preferidas.

Tercera excusa: aunque seamos los responsables, YA HA SUCEDIDO ANTES (y, por lo tanto, no debemos preocuparnos).

Ok, entonces no haríamos nada si un meteorito viniese directo a la Tierra, ¿no? Total, ya ha sucedido antes un montón de veces...
(Se comenta sola, claro).
Ahora es cuando aparece el amianto.
Cuarta excusa: De acuerdo, es real y lo causamos nosotros, PERO A MI NO ME TOCARÁ.

Un poco como a todos estos estadounidenses: la inmensa mayoría cree que el cambio climático afectará a las generaciones futuras, pero que a ellos no les tocará.
Tengo malas noticias, claro.

No es que les vaya a afectar. Es que les está afectando.
Es que, de hecho, está afectando a sus padres y abuelos.

Esta fotografía es de 1950, y ya se habla de que estos niños vivirían en un mundo más cálido del que jamás habían conocido sus abuelos.
En la quinta excusa la cosa se empieza a poner cuesta arriba, pero con la ayuda de los Scott y del Leroy podremos con ella.

“YA ES DEMASIADO TARDE PARA REVERTIR EL CAMBIO CLIMÁTICO”.

Y si digo que es difícil es porque tendremos que empezar diciendo que sí, en efecto: es tarde.
Sin embargo, la pregunta es: ¿Tarde para qué? ¿Para volver a las temperaturas de 1880? ¿Para achicar el agua que ha hecho subir el nivel del mar más de un palmo? ¿Para volver a congelar los glaciares derretidos?

Entonces sí: es tarde.

Pero no hablamos de revertir, sino frenar.
Si se nos incendiase una habitación de casa, ¿Daríamos toda la casa por perdida o llamaríamos a los bomberos y trataríamos de apagar el fuego?

Queda *mucho* más por salvar de lo que hemos perdido.
Y sólo podemos decir que “ya es tarde” desde una posición de privilegio y tremendamente insolidaria. ¿Con qué cara arrojamos la toalla si ello implica sufrimiento, migraciones y muertes para millones de personas?
Sexta excusa: NO SABEMOS LO SUFICIENTE PARA ACTUAR.

Es cierto, existe incertidumbre al respecto del cambio climático (poca y acotada). Como en un diagnóstico médico o medidas macroeconómicas.

La incertidumbre está en todos los lados y, aun así, seguimos con nuestra vida.
¿Qué mejor forma de creer que no debemos hacer algo que convencernos de que necesitamos seguridad absoluta para dar el paso?

Estamos en una emergencia. Esto signica que no podemos posponer el momento de actuar.

Aquí un manual útil sobre la incertidumbre:
climateoutreach.org/reports/el-man…
La séptima: “Algo inventarán”.
O lo que también se conoce como la fe ciega en el tecnooptimismo.

Esta es de las difíciles, difíciles.
Esto me pasó dando una charla, hace un par de años, y desde entonces lo uso para ejemplificar qué es el tecnooptimismo.

¿Para qué hacer algo, para qué cambiar -incluso cuando somos conscientes del daño que nos hacemos-, si ya inventarán algo y lo solucionarán todo?
La crisis ambiental no tiene una solución única. Ni siquiera con una fuente limpia, gratis e infinita de energía solucionaríamos el embrollo en el que nos hemos metido. ¿Qué haríamos con esa energía? ¿Seguir talando bosques, esquilmando el mar, agotando los recursos minerales?
La acción climática transformadora es incompatible con la idea de que alguien, en algún momento, vendrá a salvarnos. Porque ese es el mejor incentivo para no cuestionar un sistema roto por múltiples costuras.
Escribí sobre tecnooptimismo y superhéroes aquí
climatica.lamarea.com/alan-moore-the…
Octava: COSTARÁ DEMASIADO DINERO.

Incluso pensando sólo en términos de dinero y no bienestar o habitabilidad del planeta, es mucho más barato actuar frente al cambio climático que no hacerlo.

Pero que mucho.

(Y además está eso llamado “cobeneficios”).
nature.com/articles/d4158…
Vamos con el final Boss, la novena.

NO ES MI CULPA.

Aquí hemos dado en un hueso muy, muy difícil de roer.
(Ojo que estoy haciendo una pausa dramática… obligado por la mala cobertura 😂)
Bueno, esto daría para otro hilo, pero trato de resumir.

Seguro que has visto el titular de “Sólo 100 empresas son responsables del 71% de las emisiones de gases de efecto invernadero”.

Y seguro que te cabrea (a mí también).

theguardian.com/sustainable-bu…
La pregunta es, ¿qué sentido tiene que me sienta responsable? ¿Por qué se me piden a mí las cosas? ¡Si no es mi culpa!

Lamentablemente, titulares como ese esconden algunas verdades incómodas.

La primera, que muchas son empresas estatales (no “negocios privados”). Ojo.
La segunda, que en ese 71% se incluyen las emisiones no de las empresas, sino las que producen sus productos. O sea, petróleo, carbón, gas. Es el la producción, pero fundamentalmente el consumo de combustibles fósiles (incentivado y atado mediante regulaciones, claro).
La tercera, que un puñado de ejecutivos -de empresas privadas o públicas- está decidiendo el destino de la humanidad, y ahí sí que es para cabrearse. Además de haber ocultado durante años los impactos que sabían que aquello iba a producir (como en el caso del tabaco).
Por ello tenemos que hablar de cambios sistémicos, de cambiar las condiciones de vida y no de estilos de vida, mercantilizables y vendibles. De asumir nuestra responsabilidad -que no culpa- en la construcción de una alternativa colectiva.
De que lo que hagamos sí que importa, pero no en el sentido en el que quieren justamente estas grandes empresas, asignándonos una huella de carbono y nuestra cuota de culpabilidad. No.

Importa, en otro sentido.
Importa porque tenemos la responsabilidad de actuar correctamente conforme a nuestras coordenadas morales. Importa porque las decisiones personales no tienen por qué ser individualistas. Importa porque la transformación colectiva no es agregación pero sí empuje compartido.
Importa porque no somos como ellos, y porque si queremos que algún día titulares como el de más arriba sean historia, por algún sitio habrá que empezar (y hay muchos más además de una urna electoral).
Así que no, claro que no es tu culpa. Claro que el hecho de que los humanos seamos responsables del cambio climático no nos otorga a todos la misma responsabilidad.

Pero puedes hacer algo. Puedes hacer mucho. Y no me refiero a cambiar las bombillas y separar el plástico.
Así que… ¿y ahora qué?

¿Qué pasa si derribamos las excusas y echamos abajo los muros?

Que tenemos una casa nueva que podemos empezar a construir, como nosotros queramos.
Y sin voluntad de plano ni de guía, sino de conversación en la que uno expone sus dudas y contradicciones, escribí este libro. ¿Por dónde empezamos una vez asumimos que tenemos que hacer algo -¡ya!- y sabemos cómo hacer frente a nuestras excusas?

Espero que os resulte útil 🌱

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