Thread by @Rafael_delRosal

#AbogacíaPráctica
1. El abogado lo supo al instante. Desde que lo vio al entrar en su despacho del brazo de otro, tras su secretaria. Su caminar incierto, sus ojos acuosos, sus labios ensalivados y sus mejillas rojas como la punta de su nariz: era alcohólico. ⬇️

2. Despedido por embriaguez habitual que repercutía negativamente en su trabajo de chófer de camión en la Construcción, con treinta años de antigüedad y tres accidentes con daños y lesiones a sí mismo y a terceros en el último año, buscaba defensor para recurrir su despido. ⬇️

3. Su desazón y la de sus compañeros era insondable por tratarse de un hombre bueno y querido por todos y de un gran profesional en la conducción de vehículos, en el que la bebida había hecho presa como en tantos durante años, sin que hubiera podido o sabido encontrar remedio. ⬇️

4. El abogado asumió su defensa, irrenunciable ante el despido, pese a que tenía un problema insalvable que le hizo saber con delicadeza: que él mismo era la prueba de los hechos imputados, imposible de ocultar si en lo que tardara el juicio no lograba mantenerse sobrio.⬇️

5. No lo logró. Y al preparar el juicio, todos sabían que se dirigían trágicamente hacia el abismo, en un juicio en el que toda retórica que no fuera el silencio, chocaría contra la muralla insalvable de la presencia irreductible de un hombre, prueba fatal de su propia falta.⬇️

6. En la sombría antesala de la vista, el abogado de la empresa ofreció al defensor del despedido el reconocimiento de improcedencia con la máxima indemnización legal. “Es un trabajador muy querido y nunca haríamos esto si no fuera para evitarle la muerte al volante”.⬇️

7. Ese día el abogado del despedido aprendió las lecciones más importantes de la profesión. El abogado contrario, con un juicio ganado en sus manos, llevó a su cliente y a todos desde su independencia, al Derecho Laboral de la dignidad del ser humano y de los trabajadores. FIN