Esta mañana he dejado, como hago desde el 1 de julio, a #lapequeñaInés en el cole de verano. Me he tomado un café en la panadería y he vuelto a casa.
Al abrir el ascensor había un niño pequeño, dos, tres años como mucho. Con la mochila puesta y mirando al suelo. "Vaya", he pensado. "Qué despiste".
Aunque le he preguntado su nombre varias veces, no ha levantado la cabeza del suelo. Hemos parado en los cinco pisos, pero no había nadie en los rellanos, "¿En qué casa vives?". Nada. He recordado que en el piso de debajo del mío, el 12, oigo ruidos de niños todos los días.
El niño me ha seguido, dócil y silente, hasta la puerta 12 "Debe ser aquí", he llamado al timbre y en ese momento me ha sonado el móvil, pero lo he silenciado porque ya oía pasos que se acercaban. Me ha abierto una mujer muy mayor.
La he reconocido porque la he visto alguna vez en la escalera acompañada de una chica que la cuida. Hacía mucho tiempo que no la veía, puede que un año y en mi subconsciente creía que estaría muerta. Me he quedado sin palabras y le he señalado al niño.
El niño ha levantado la vista, me ha mirado por primera vez y ha achicado los ojos.
─ ¿Qué quieres?
─ ¿Es suyo?
La cara de la mujer ha pasado del estupor al odio profundo, y me ha cerrado la puerta en la cara.
Nos hemos quedado en el rellano 5 minutos. Hemos ido a todas las puertas sin éxito. Una familia china ha dicho que llame a la policía, que para eso están. El del ático me ha sugerido lo más probable: que se ha escapado de la mano de sus padres y se ha colado en el edificio.
Hay tres guarderías cerca de casa. En la de Inés no la conocían, en la segunda tampoco, y en la tercera me han dicho que pase. Me ha vuelto a sonar el móvil. He mirado la pantalla: era mi madre, lo he vuelto a silenciar.
Estamos esperando en la entrada de la guardería. Hay dibujos de Peppa Pig vestida de fallera. El niño la señala con su minúsculo dedito y dice "Pum, pum, pum". No sé si reconoce la iconografía fallera o la quiere matar.
Están cambiando pañales, ahora nos atienden.
Nada. La chica de la entrada es nueva y se pensaba que éramos unos rezagados. Les he explicado que el niño no es mío, y me han mirado mal. Acabo de caer en la cuenta de que es sospechoso ir por la calle con un menor con el que no tienes relación.
Escribo desde la panadería, he vuelto con el niño para que desayune. Ha pedido lo mismo que yo, señalándolo, aunque he dicho que su café con leche sea descafeinado.
He aprovechado para llamar a mi madre y preguntar qué puedo hacer: las madres son la mejor autoridad para manejar a los niños perdidos, pero no me lo ha cogido. Es más, me ha dado que el móvil estaba apagado, fuera de cobertura, o no existe.
Puede que lo haya comentado antes, pero mi madre, la pintora, vive a 200 kms de mi casa. Ir personalmente a su casa no parece una buena opción.
Las de la panadería nos han mirado un poco raro. Juraría que se han asomado al escaparate para seguirnos con la mirada cuando nos hemos ido.
Voy a hacer lo único lógico: acudir a la policía con el niño.
Bueno, a la Guardia Civil, porque tengo un cuartel cerca. Dará igual, ¿no?
El niño me ha seguido mirándose los zapatos, pero cuando ya se veía la casa cuartel se ha parado en seco. No ha querido avanzar, no me ha dejado cogerle
He empezado a contemplar la posibilidad de ir a casa de mi madre. He rellamado, pero el móvil seguía apagado, fuera de cobertura o no existiendo.
Así que he pensado dónde me gustaría ir a mí si yo fuera el niño: al parque.
¿Qué hago si alguien me pregunta quién es ese niño?
Me he hecho esta pregunta en voz alta, dirigiéndome al niño. He elaborado varias excusas: Estaba malito y salimos del médico; Hemos salido de excursión.
Espera, ¿y si cuando me aborde alguien el niño dice que no me conoce de nada?
Se ha parado en seco, me ha mirado (qué ojos más tristes, qué pelo tan negro).
─ No voy a decir nada.
─ Vale, pero tenemos que encontrar a tus papás. ¿Dónde están tus papás? ¿Dónde vives?
─ ...
─ Oye, qué mochila tan chula. De los Picapiedra.
(¿Siguen echando los Picapiedra por la tele?)
─ ...
Total, que nos hemos ido al parque. Me he sentado en un banco, él ha jugado un poco en los columpios, pero enseguida se ha aburrido y se ha sentado en el suelo.
Espera, la mochila. Por qué no le he mirado la mochila antes, qué tonto soy.
Bingo.
Biblioteca Pública Valencia, allá vamos.
Nos quedan solo dos paradas, y me ha sonado el móvil. En la pantalla ponía "Mamá", pero la mujer que ha llamado ha dicho: "Tengo una perdida de este número".
─ ¿Mamá?
(Silencio)
─ Te has equivocado.
─ ¿Mamá? (Este segundo "mamá" lo ha dicho el niño).
─ Mire, a lo mejor le parece raro, pero ¿ha perdido usted un niño esta mañana? Debe tener dos años y medio, moreno, con una mochila de los Picapiedra y zapatillas azules y grises.
─ No, es imposible. Mis hijos ya son mayores.
─ ¿Su número es el XXX XXX XXX?
─ Sí.
─ Pues es el de mi madre.
─ Se habrán cruzado las líneas, lo raro es que no pase más veces.
─ Eso será, perdone las molestias.
─ No te preocupes y suerte.
En el mostrador de la biblioteca han tardado quince minutos en descubrir que esos libros no son de su catálogo. Al final, han concluido que se librarían del expurgo con las etiquetas de otros libros que hoy estarán destruidos.
Se los ha quedado y nos han despachado, al niño no le ha afectado mucho.
Nos hemos ido a la sala infantil.
Tiene una zona para jugar, pero el niño ha cogido estos dos libros.
─ Pero si tú no sabrás leer.
Se ha encogido de hombros y se ha puesto a pasar las páginas buscando las ilustraciones y haciendo como que lee.
Desde el lateral de la biblioteca se ve la sala infantil. He salido a llamar a mi madre con miedo de que me saliese la mujer de antes.
El móvil seguía apagado, fuera de cobertura o inexistente. He llamado al fijo y lo ha cogido mi hermana.
─ Vicky, no te vas a creer lo que me ha pasado.
─ Óscar, dónde estás.
─ En la biblioteca.
─ NO TE MUEVAS -ha gritado mi madre al fondo y ha colgado.
Cuando he vuelto, no estaba el niño, pero sí los libros con esta nota:
No lo entiendo, porque yo nunca he tenido una mochila de los Picapiedra.
Le preguntaré a mi madre, si cuando la llame volvemos a coincidir en el mismo punto del espacio y del tiempo.
Escribí esto hace tiempo, pero desde una cuenta candado. Me he acordado hoy por cosas #cosas.
Es cierto que he dejado a mi hija esta mañana en el cole de verano y me he ido a la panadería a tomar un café, que mi hermana es Vicky (@uvemora), que ese libro es de la biblioteca de la calle Hospital.
Copiando a Durrell en el libro que ha ojeado el niño, ¿por qué no va a ser cierto todo lo demás?
Gracias por leer hasta aquí, de tanto en cuanto cuento cosas que podrían ser inventadas o no.
Dissabte passat va haver-hi Llibreria de Guàrdia en el @PodriemMillor d'@apunt_media ! Aquests són els llibres que recomanem.
(A la foto, @jvmiralles i jo recomanant lectures a Susa. En primer pla, Manu Górriz pren nota de tot. @ramircalvo no ix perquè estava atenet el telèfon)
Pau de Xàbia, un xiquet de 6 anys va demanar «Un llibre xulo», així que vam portar una xiqueta, Inés. Al principi estava una mica tímida, però va acabar contant acudits.
Li va recomanar la col·lecció de llibres «La colla de l'esquirol», de Begoña Oro, publicats per @Literatura_SM@granduquesa
Bueno, parece que se ha calmado un poco la cosa, el primer tuit del hilo lleva más de 11 000 interacciones, y ahora ya vienen de 20 en 20 cada hora, así que supongo que se irá apagando. Siento la enfermiza necesidad de contestar a todo el que me ha dicho algo, pero no puedo.
Escribo por aquí, con la esperanza de que quien me haya dicho algo lo vea. Gracias por el cariño que le has dado al hilo, tengo otro usuario donde me ha pasado alguna vez algo parecido, pero no esperaba que 1500 personas se pusieran a seguir mi cuenta. Gracias, bienvenidos
Respondiendo a cosas: sí, estaba paseando bajo la lluvia en Fallas la Nit de la Cremà; sí, estaba solo y triste; no, no te puedo decir qué otras partes son verdad y cuáles no.
Muchas personas me están diciendo que les gusta cómo conté la historia de anoche; bien, soy cuentacuentos y hoy estoy de celebración porque es el Día Internacional de la Narración Oral.
Lo que no quita para que sea cierto: estuve viendo fallas y estaba solo yo triste.
En las bodas, en Nochevieja, e las fiestas de los pueblos... En las celebraciones yo siempre me fijo en el que no está contento de verdad. Siempre hay uno.
Por pequeña que sea la fiesta, siempre hay alguien que no querría o no debería estar ahí. Y yo siempre me acerco a esas personas para saber qué ocurre. Por puro egoísmo de saciar mi curiosidad, no tengo ninguna vocación filantrópica.
¿Qué le pasa por la cabeza al que está triste mientras todos los demás están alegres? El que mueve mecánicamente el puño en un concierto para que no se le note, la que gritó más fuerte que nadie 'Guapa' a la novia para no desentonar, el que fingió el gol de Iniesta.