Parte del muro que sostiene a la mayoría de las casas del sector Los Ranchos de La Dolorita, en la última frontera de #Petare, se vino abajo hace seis años. A raíz de esto, los daños estructurales se han intensificado por los deslizamientos.
Abre hilo 🧵
La intensa temporada de lluvia preocupa a los residentes porque los daños son más perceptibles. Como el agua se filtra en las viviendas, los vecinos han tenido que pasar noches en vela secando sus residencias con el temor de que un pedazo de techo les caiga encima.
La casa de Carmen Martínez ha ido cediendo, la puerta no cierra correctamente y por el techo se producen filtraciones: “Son chorros y chorros de agua cuando llueve. A veces estoy durmiendo y pienso que un pedazo de placa me va a caer encima”.
La placa del área de la cocina de Gloria Hernández se desplomó y ella tuvo que desalojar ese espacio por precaución. “A veces tengo que martillar la puerta para que pueda cerrar”, dice Gloria.
Un cuarto se desplomó en la casa de Miriam García cuando se cayó parte del muro. Desde entonces, el espacio donde antes tenía la cocina empezó a tambalearse con las pisadas. “Los afectados estamos esperando a ver quién se apiada de uno”.
Las autoridades no han brindado apoyo a estos vecinos, a pesar de que Protección Civil inspeccionó el lugar y lo calificó como una situación de alto riesgo, según cuentan las familias afectadas.
La Dolorita es una de las comunidades a donde llegamos con #LaParadaTV para llevar información y contar sus historias. “Los más olvidados de La Dolorita” fue publicado en nuestra sección del semanario #Entérate.
Con la máquina de coser y su café con canela, Miriam Peña ha tejido un vínculo en #BelloCampo.
Su costumbre de compartir una taza con los vecinos nos inspiró para servirlo en nuestros noticieros y ahora contamos con el apoyo de @francaesfranca para esto.
Esta es su historia:
Hija de fundadores de La Cruz y Bello Campo de #Chacao, Miriam nació casi al mismo tiempo que los dos barrios, en el año 1960.
En esa época las dos comunidades estaban unidas y ambas aún eran un cafetal rodeado de unas pocas casas y edificios cercanos.
Su padre era un policía metropolitano y su madre una cocinera. De ellos aprendió a servir a sus vecinos.
Con apenas 10 años acompañaba a sus hermanas y a su mamá a vender empanadas y jugos a los vecinos casa por casa.