Thread by @ResumoCosas

Daniel Jiménez: Deshumanizando al varón. Tercera parte: El futuro. Capítulo 1: El papel del feminismo. Resumen:

Puede definirse el FEMINISMO como el movimiento o conjunto de movimientos que defienden la existencia de un patriarcado que oprime a la mujer y privilegia al hombre. Esta definición abarca desde el feminismo institucional al popular.

La búsqueda de la IGUALDAD está en consonancia con la resolución de los problemas masculinos. Pero, en el marco teórico, el feminismo concibe esa igualdad de forma unidireccional: el hombre se encuentra en la cima de la montaña y la mujer debe escalarla.

Los PROBLEMAS MASCULINOS ocupan un papel secundario y a menudo se achacan a su posición de privilegio, como si fueran puramente internos, mientras que los femeninos se externalizan, culpando al hombre, que habría creado el patriarcado.

E.g., el reclutamiento forzoso para la guerra es visto desde la relación masculinidad/violencia; al contrario, si una mujer defiende la mutilación genital femenina se lo atribuye a la «cultura patriarcal», aunque sea un gobierno formado por hombres el que la prohibe.

El movimiento por los derechos de los hombres ha ido ligado a menudo al antifeminismo, pero el discurso feminista ya había contado con un importante SESGO ANTIMASCULINO previamente.

E.g., del documental Silenciados, sobre víctimas masculinas de violencia doméstica, se exigió que el festival donde aparecía se desvinculara oficialmente de él; después se interrumpió su proyección y se convenció al cine de Albacete que lo iba a proyectar de que no lo hiciera.

El feminismo plantea elevar el estatus de la mujer al nivel del hombre, pero sin renunciar a la PROTECCIÓN tradicional, o incluso extendiéndola, mientras que al varón se le anima a renunciar a su estatus sin que se le ofrezca a cambio participar de esa protección.

Las contradicciones prevalecen especialmente en torno a la agresión sexual y la violencia doméstica, donde existe una discrepancia entre priorizar la presunción de inocencia o la protección a la víctima, y la ley familiar, sobre la custodia compartida.

Si bien el feminismo desafía los roles de género al elevar el estatus de la mujer, en el área de la protección los reproduce e incluso los refuerza, convergiendo con el TRADICIONALISMO, minimizando la vulnerabilidad del varón o reduciéndola a su incapacidad de expresarse.

E.g., la Guerra de Afganistán de 2001 fue justificada con la narrativa de la doncella en apuros (salvar a las afganas de sus opresores varones). 9 años después, TIME publicó en portada: «Qué ocurrirá si nos vamos de Afganistán»; donde aparecía una tal Aisha con la nariz cortada.

El mensaje al público estadounidense era que para garantizar la seguridad de mujeres extranjeras se requería el sacrificio humano de los varones del país, que constituyen el 98% de los soldados muertos en esos conflictos, siendo también mayoría entre los civiles.

Frente a los sintagmas «violencia de pareja íntima» o «violencia doméstica», que incluyen la violencia contra el varón, el feminismo se decanta por «VIOLENCIA DE GÉNERO» o «VIOLENCIA MACHISTA», interpretados unidireccionalmente y como un resultado de los roles de género.

Hay casos donde la agresión incluye motivos sexistas, pero si todas las agresiones se redujesen a esa motivación, no debería existir maltrato en parejas homosexuales ni mujeres maltratadoras, a menudo por deseo de controlar a su pareja masculina o celos.

La mayor revisión en literatura sobre violencia en la pareja, basada en unos 1700 estudios, concluyó que el 57.9% era bidireccional, y el 42.1% unidireccional, del cual el 13.8% era hombre→mujer y el 28.3% era mujer→hombre.

No se encontraron diferencias significativas en cuanto a la motivación. Podría concluirse que las diferencias en torno al número de muertes, mucho más frecuentes en mujeres, no se deben tanto a roles sociales cuanto a la mayor fuerza masculina.

El modelo Duluth, empleado en EEUU para rehabilitar a maltratadores a través de la corrección de su socialización patriarcal demostró no tener impacto para prevenir reincidencia, mientras que otro tipo de terapias conseguían reducirla en un 33%.

El programa de la Comunidad de Madrid No te cortes (2005), creado para combatir la violencia de género en adolescentes, se basaba en un estudio donde se pregunta a las chicas cómo han sido maltratadas y a los chicos cómo han maltratado, sin incluir las preguntas inversas.

Deben mantenerse las protecciones que la Ley contra la Violencia de Género ofrece a las mujeres, pero deberían extenderse esas protecciones también a los varones y a las parejas homosexuales, convirtiéndose de facto en una Ley contra la Violencia de Pareja.

Frente a la narrativa de género, que atribuye al feminismo el mérito de que los hombres puedan ahora EXPRESAR sus SENTIMIENTOS, de la experiencia histórica parece inferirse lo opuesto: que es hoy cuando más inhibiciones tenemos para hacerlo.

Había ocasiones en las que no se consideraba apropiado llorar, pero también otras en las que sí (La Odisea, La Ilíada, Beowulf, el Cantar de Roldán o el Cantar del Mío Cid: «de los sos ojos tan fuertemientre lorando / tornava la cabeça i estávalos catando»).

Desde los inicios del lenguaje escrito los poetas han expresado sus sentimientos sobre el amor, la muerte o la nostalgia (Garcilaso, Quevedo, Bécquer, Machado, Lorca), y sus contemporáneos no se burlaban de ellos por hacerlo.

La represión masculina, incluyendo muestras de afecto en la amistad entre varones, comienza a mediados del siglo XX. Se explica por la industrialización (anonimato urbano) o la patologización de la homosexualidad (de ser algo que se hace a algo que se es).

Actualmente, muchos hombres han expresado sus sentimientos sobre la pérdida de la custodia de los hijos, que la palabra de la mujer baste para hacerlos pasar por la cárcel, su demonización mediática, etc. El varón se reprime por un factor trivial: no se le escucha.

Los principales defensores de una «nueva masculinidad» son varones de clase media con estudios universitarios en ciencias sociales. Es un signo de estatus intelectual, de quien aspira a ostentar una plaza en la universidad. Es una MASCULINIDAD ELITISTA.

CONCLUSIÓN. No es razonable dejar los problemas masculinos en manos del feminismo. Sí se puede, dejando de lado las diferencias teóricas, debatir un acuerdo sobre algunas soluciones (extensión de la baja paternal, prohibición de la facultad masculina, etc.).

Fin. @threadreaderapp unroll

@HGyDCT