La victoria del neofascismo en Italia tiene mucho más que ver con la derrota de SYRIZA en 2015 de lo que parece. El dedo que señala la luna son las políticas de identidad en las que se centran los necios, mas el problema de la izquierda es que en 2015 demostró que no tiene fuerza
En 2015, SYRIZA contaba con un movimiento popular de escala latinoamericana, un partido con buena relación con los movimientos y los tres economistas estrella de su generación en el mismo partido. Unas condiciones prácticamente irrepetibles. Lo intentó y se impuso la austeridad.
Las izquierdas europeas, que hasta días antes de la derrota se daban codazos por salir en la foto con Tsipras, se alejaron de él como de la peste. Pura lógica electoral. Pero hicieron algo mucho peor que eso: renunciaron a analizar la derrota de SYRIZA en clave política.
Las izquierdas europeas no quisieron analizar la derrota de SYRIZA, se conformaron con el juicio moral reconfortante: Tsipras es un traidor. Se hicieron trampas porque tildar así a Tsipras no soluciona la cuestión central: ¿Qué tienen ellas para no ser derrotadas como SYRIZA?
Analizar materialmente lo que pasó en Grecia obligaría a las izquierdas europeas a reconocer que ninguna de ellas cuenta con un equilibrio de fuerzas mayor que el que tenía SYRIZA en 2015. Es decir a asumir que no tienen fuerza para impugnar un modelo, sólo para gestionar migajas
Cuando las izquierdas son incapaces de impugnar un modelo, son incapaces de bajar los alquileres, de acabar con la precariedad laboral, de limitar el poder de las grandes corporaciones, de recortar la obscenidad de los ricos. Y eso provoca frustración entre la gente de abajo.
Varoufakis lo advirtió explícitamente en Berlín en febrero de 2015: "Cuando vuelva a casa esta noche", dijo, "me encontraré con un parlamento en el que el tercer partido más grande es un partido neonazi, es un partido nazi".
La extrema derecha crece ocupando el vacío que genera la incapacidad de la izquierda. Los bobos creen que es porque la izquierda se preocupa de feminismo, lo LGTB, de antirracismo. Eso es una tontería. La izquierda hace bien ocupándose de eso, que no es incompatible con nada.
Pero la izquierda no puede reformar ciertos temas estructurales sencillamente porque no tiene suficiente fuerza. Porque, como se demostró en Grecia, el FMI, el BCE, la comisión y la gran banca harán todo lo posible para que sea imposible. Es una cuestión de balance de fuerzas.
Los responsables de la austeridad en 2015 tenían clarísimo que SYRIZA era una amenaza para su modelo de UE, pero no por Grecia, sino porque en 2016 venían elecciones en España, Portugal, Italia e Irlanda. Sabían que humillar a SYRIZA era la única forma de cortar las alas a todas.
Y los responsables de la austeridad sabían que derrotar el proyecto de izquierda europea que encarnaba SYRIZA no iba a terminar con el descontento. Sabían que otras tendencias políticas iban a capitalizar la frustración.
En 2015, las élites europeas eligieron derrotar a la izquierda y dar paso a los "antisistema" que no cuestionan los privilegios de las élites: las extremas derechas.
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