Volkov daba vueltas en círculos en el living de la mansión,hacia dos horas que Horacio había salido de
servicio y por ende debía de llegar a casa en menos de cuarenta minutos, pero aún nada, el moreno no llegaba y le tenía los pelos de punta. Frustrado se deja caer en uno de los sillones mientras deja escapar todo el aire que había estado reteniendo sin saberlo.
Había sido un día, más bien, una semana complicada, empezando por haber discutido muy fuerte con Horacio por culpa del poco tiempo en el cual se veían a causa de sus horarios y de los viajes constantes a los cuales Madisson había estado
mandado al director desde hace más de dos semanas, eso sumandole a lo pesada que se había vuelto la ciudad últimamente, teniendo que acudir a cada rato a algún badulaque en proceso de estar siendo robado le tenía los nervios a flor de piel.
Toma la cajetilla de cigarrillos para
agarrar uno y prenderlo, deja escapar el humo sintiendose reconfortado de cierta manera ante el amargo sabor invadiendo su boca. "A Horacio no le gusta el olor" piensa para si mismo dándole otra calada, pero no podría hacer nada ahora mismo, y no queriendo
admitir su conducta infantil, en cierta medida también lo hace para molestarle por aún no aparecer en casa.
Pasan los minutos y nada, toma su teléfono nuevamente y le marca al número de su pareja, sin respuesta, bufa por lo bajo molesto a la vez que se lleva
otro cigarrillo a la boca, repitiendo el mismo proceso de antes; Estaba más que preocupado por el de cresta, sabía que seguía dolido por lo de hace unos días, el también lo estaba, aunque el que se fue de boca fue él, pero eso no significaba que podía preocuparlo de tal manera.
El sonido de la puerta le sobresalta al estar tan metido en sus pensamientos, el conocido sonido de la botas de cuero del moreno chocando contra el suelo de madera se deja escuchar unos segundos antes de que el dueño apareciera en su campo de visión.
Se levanta en el momento que le ve, a la par que el de ojos bicolores se para, manteniendo la distancia entre ambos.
Reina un tenso silencio, ambos manteniendo la mirada contraria a la espera de que el otro actúe. Al pasar los minutos
Horacio supira con pesadez relajando sus hombros rígidos — Buenas noches —Es lo único que sale de sus labios mordisqueados mientras camina en dirrección a la escaleras, siendo detenido por el ruso.
— ¿Buenas noches? ¿Es lo único que piensas decir? —La pregunta sale acompañada de un tono brusco y con toques de ironía, mirando fijamente al más bajo — ¿Si? ¿No sé supone que dices eso cuando te vas a dormir? —Rebate el moreno llevando su mano libre a la muñeca del más
grande como un pedido silencioso de que suelte su brazo, más Volkov no lo hace — tú y yo tenemos que hablar Horacio —Murmura seriamente poniéndose frente a la escalera, cosa de evitar que el moreno huyese a su habitación compartida.
El pelirrojo ladea la cabeza ligeramente en negación — No ahora Volkov, no quiero —Responde echando su cuerpo así atrás, liberandose de su agarre y creando una distancia entre ambos, una distancia que generó un fuerte dolor en el pecho del ruso, y de Horacio también
— Tenemos que hablar en algún momento, Hache —Fue interumpido por la voz ligeramente temblorosa del más joven — No, simplemente no— Murmura dándose la vuelta y caminado hacia la entrada.
El ruso, en pánico, persigue a su pareja queriendo solucionar todo, sabía que no debió de
de gritarle cuando el de cresta quiso explicarle toda la situación, e inclusive cuando le contó que había peleado con Madisson para que lo liberará un poco y poder pasar más tiempo juntos, él siguió reclamado una y otra vez no acostumbrado a que el moreno no estuviera junto a él
en largos periodos, más encima por estar trabajando; Se sintió como alguna vez Horacio debió sentirse cuando el mismo se enfocaba más en el trabajo que en él — Por favor, hablemos — Pidió ya desesperado tomando las manos del director, evitando que saliera por la puerta.
El cuerpo frente al suyo se tenso visiblemente y su cabeza bajo, mirando hacia el suelo de manera nerviosa — Lo haremos, solo que no ahora —Respondió aún dándole la espalda rechazando los suaves intentos del ruso para que se diera la vuelta y lo mirará
— ¿Entonces cuándo? —Pregunto en un susurró aventurando una de sus manos hacia una de las mejillas del moreno y lograr que sus ojos se encontrarán, notando las lágrimas acumuladas en aquellos ojos bicolores que tanto ama
— Cuando el dolor de tus palabras ocasionaron sea lo suficientemente soportable cómo para verte a la cara sin querer llorar —Murmuro Horacio dándole rienda libre a qué las lágrimas cayera cómo cascadas de sus ojos.
— Porqué me dolió Volkov, me dolió mucho y aún me duele, en cada momento siento una presión en el pecho que solo tengo ganas de llorar, y no es justo, no lo es, así que no pienso hablar contigo de este tema hasta que pueda hablarte sin querer tírame a tus brazos a llorar —Su voz
se escuchaba quebradiza y con una gran tristeza, pero aún así sus palabras fueron firmes— Además no quiero decir cosas con la cabeza caliente y luego arrepentirme —Murmuro bajando la mirada e intentó apartarse del reconfortante tacto del peligris, sin éxito.
Volkov envuelve sus brazos alrededor de la cintura del moreno, acercando sus cuerpos y abrazándolo con fuerza sintiendo como el más bajó se resistía e intenta con, vagos, empujones apartarse de él antes de rindiera, abrazándolo de vuelta a la vez que esconde su
rostro en su pecho, sollozando con fuerza. El ruso apoya suavemente si mentón en la cabeza del de cresta dejando escapar algunas lágrimas al escuchar a su pareja así, sabiendo que en su mayor parte era su culpa
— Lo siento моя маленькая, lo siento mucho, tenías razón, nada fue tu culpa o la mía —Murmuro comenzando a dejar caricias a lo largo de la espalda del francés, en un intento de consuelo — Tú intentaste buscar alguna solución y yo simplemente te grité y herí tus sentimientos,
lo siento mucho querido mío —Llevo una de sus manos al cabello pelirrojo, acariciando suavemente esté, manteniendose así por un largo rato, juntos, disfrutando de la compañía mutua.
Horacio fue el primero en separarse unos pocos centímetros del cuerpo del más alto, aún manteniendo el contacto entre ambos— Uve —Murmura alzando la mirada para mirar a los ojos del ruso, notando que
también estaba llorando provocando un dolorcito en su pecho — Tenemos que hablar, lo sé —susurra llevando sus manos las mejillas sonrojadas limpiando suavemente las lágrimas — Pero ahora mismo será mejor descansar, cariño —.
El ruso suspira dándole la razón internamente antes de asentir con sutileza la cabeza cerrando momentáneamente sus ojos disfrutando de las delicadas caricias sobre su mejilla — Está bien, pero...—Acepta en un murmullo deslizando su mano del cabello a la mejilla del moreno
— ¿Me permites besarte? Te extrañé mucho estos días —Susurra con dulzura inclinado su cabeza ligeramente. Horacio duda unos segundos antes de sonreír sutilmente, inclinándose y besando los finos labios del peligris, iniciando una dulce danza entre ellos dos, curando
lentamente las heridas provocadas en esos días y zanjando momentáneamente la charla pendiente que tenían. Hoy ya habían solucionado la parte más difícil y por fin volvían a estar en los brazos del otro, en su hogar.
𝙳𝚒́𝚊 2
Tw: Harry Potter au
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La suave brisa otoñal golpeaba con delicadeza el rostro moreno del gryffindor, el cual se encontraba escabulléndose entre los largos y espaciosos pasillos del castillo con una sonrisa sutil y traviesa formada en sus labios, cantando victoria internamente al ver que su plan había
funcionado. Había visto como el alto ruso le miraba de lejos, su curiosidad palpable en el aire al verle, atentamente, cambiar su cabello de color sin siquiera pensarlo a lo largo del día de manera aleatoria, de un rojo fuerte a un turquesa
Siete y veinte de la tarde marcaba el reloj digital de uno de los celulares mientras que Volkov y Horacio seguían patrullando tranquilamente por la ciudad, ya era su última vuelta antes de regresar a la sede para salirse de servicio, si le preguntaban al ruso
Pleno operativo contra los coreanos, sus sentidos estaban más despiertos y atentos que nunca, avanzando
con cautela, pero con rapidez por los pasillos de la sede, abatiendo a todo aquel que se adentrará en su campo de visión. Abriendo una última puerta revisa todo con detenimiento, agudizando su audición y olfato para descartar y evitar algún posible ataque sorpresa.
Deja escapar un largo y tedioso suspiro, el cual no sabía que estaba reteniendo a la vez que baja el arma junto a su máscara para poder hablar por radio, en una frecuencia únicamente utilizada por el moreno y él — ¿Hache? ¿Todo bien? Aquí está todo despejado —Espera unos
La noche caía poco a poco en la ciudad de los santos, Horacio se encuentra tranquilamente sentado en el jardín de la gran mansión,
hacia ya algunas horas que había salido de la piscina para poder broncearse un poco antes de que el verano se terminará de ir dándole paso a las épocas cada vez más frías del año.
Había recibido un mensaje de Volkov avisándole que llegaría un poco más tarde de lo usual, pero
que me esperará, aquello despertó las dudas en el moreno, al final hoy era 17, un día especial para ambos, tanto que cada que se avecinaba esa facha él procuraba darle algún detalle al ruso, en esta ocasión decidió a hacer Muravéinik un postre ruso que había probado
Su respiración era agitada, sus instintos estaban completamente alerta teniéndolo al borde de la histeria, había escuchado por la radio como el atraco a joyería se había complicado de más hasta el punto que terminó siendo una atentado contra la policía y el FBI, ahora mismo
odiaba con todas sus fuerzas haber ignorado su mal presentimiento sobre aquella alerta y no haber ido junto al moreno.
Con toda la rapidez que pudo tomo un patrulla y se dirigió en unión hacía el diez veinte de los demás agentes, saltándose varios semáforos, entre los cuales se
Ya tarde en la noche Volkov deja escapar un gruñido molesto, estaba agotado por completo
y lo único que quería era irse a casa junto a Horacio, pero faltaban treinta minutos para que el turno de ambos acabará. Solo treinta minutos más y tendrían una semana libre, hasta el 17, así para disfrutar su aniversario y él poder descansar de la agotadora luna llena.
Siempre en esas fechas podía sentir a su lobo interior sentirse molesto y agobiado cada vez más, sobretodo ahora mismo viendo por la ventana de su oficina al enorme satélite natural brillar con todo su esplendor. Bufando por lo bajo se levanta de manera brusca, no puede