Sus pasos, tan sigilosos como los de un pequeño ratón, no dejaban rastros de sonido mientras se acercaba rápidamente a su presa, sus ojos en rojo vivo, un color tan poco común en él, siendo usualmente reinado por un azul hielo, que congelaba a quien le mirase. Ahora, como si
del fuego mismo se tratase, se desliza entre los árboles con gracia y elegancia, evitando romper las diminutas ramitas que habían por el todo el suelo o tropezar con las raíces que sobresalían de la tierra.
Se mantiene quieto unos segundos, observando con atención al hombre a
unos metros de distancia, tan metido inconsciente y metido en su mundo que ni le nota seguirle, iluso piensa su lado más animal, mostrando sus dientes afiliados de manera juguetona, sintiendo esa descarga eléctrica de adrenalina recorrer todo su cuerpo con euforia.
Camina con rapidez, pero siendo silencioso, se acerca, listo para atacar, y en el momento que flexiona sus patas trasera para saltar, el moreno rápidamente se da vuela y se mueve hacia un lado haciendo que el lobo blanco saltará a la nada y cayera sobre sus propias patas a unos
metros de distancia — Que puto susto Uve, me cago en todo ruso —La melodiosa voz de su compañero se deja escuchar junto al veloz sonido de sus latidos chocando contra su pecho, su aroma cargado de nerviosismo, más no miedo, haciendo que el lobizon gruñera de gusto.
En respuesta se recuesta sobre su lomo, enseñando la panza a la vez que deja escapar un gruñido— Si si, lo que tú digas, lobo bobo —Murmura el de cresta acercándose a su lado, conectando sus ojos bicolores con los rojos intensos del animal
— Al final me vas a matar de un infarto ruso, yo así no puedo —Se inclina ligeramente para poder rozar su cálida mano sobre el suave pelaje blanco del licántropo, dándole una sonrisa que solo logra hacer ronronear a Volkov.
— Ruso mimoso —Regaña por lo bajo con un tono llenó
de cariño a la vez que se incorpora, sacando unos pantalones deportivos y un canguro que traía en una pequeña mochila. El lobo aúlla con alegría pegando un salto que le deja caer sobre sus patas antes de que se escuchará el horrible sonido
de huesos rompiéndose y músculos razgandose, dejando ver, momentos después, a la versión humana del ruso— Gracias querido mío —Murmura tomando las prendas para tapar su desnudes para luego llevar sus frías manos hacia las cálidas mejillas del menor y dejar pequeños besitos en
sus labios, causando una risita nerviosa en el de cresta y que su aroma se volviera tan dulce, que empalaga por completo los sentidos del hombre lobo.
Horacio intenta corresponder alguno de les besos, pero el peligris se aparta antes, sonriendo sutilmente mientras
toma la mano de su pareja y empezá a guiarlo por el gran bosque— Sabes, yo soy alguien muy abierto de mente y confío ciegamente en tí rusito, pero ¿qué hacemos en un bosque a estas horas y encima tú transformado cómo lobo y persiguiéndome como si fuera tu presa? —Pregunta
con curiosidad el moreno, y el Licántropo no puede evitar reír, oliendo la confusión que quedaba impregnada en el aire debido al aroma del hombre más joven.
Volkov opta por simplemente mirarlo de refilón por encima de su hombro,
dándole una gran sonrisa que es correspondida a medias por el humano — Gracias por responder ruso, me sirvió mucho la info —Susurra por lo bajo el pelirosa sacándole una risita juguetona al más alto.
Ambos caminaron en silencio durante unos minutos, aún manteniendo
el fuerte agarre de sus manos y de ves en cuando el de cresta dejaba dulces caricias en el dorso de la mano más pálida logrando sacar pequeños ronroneos del ruso. La luna alumbra de manera perfecta sus figuras y el angosto sendero que había descubierto el mayor hacia unos meses.
Volkov tararea para sí mismo con alegría al ver un pequeño río entre los altos árboles, dándoles una vista muy bonita de la luna a ojos de ambos — ¿Esto era lo que tanto querías mostrame? —Pregunta en un dulce susurró el moreno, apoyando el costado de su cabeza
en su hombro, para no tener que pararse de puntitas para llegar a apoyar el mentón en su hombro — Sí, es un lugar muy hermoso...no tanto como tú моя маленькая, pero tiene su encanto —Murmura inclinado ligeramente su cabeza para poder dejar un beso en la frente del moreno,
sintiendo a su lobo aullar al querer salir para disfrutar de la luz de la luna y de la reconfortante compañía de su compañero.
Horacio ríe algo avergonzado — Hombre, nadie es más hermosa que yo, eso es evidente, soy un dios griego lobito —Dice elevando su cabeza para
mírale, conectando sus miradas enamoradas por un largo tiempo. — ¿Puedo? —Murmura el ruso tirando levemente del canguro — Se libre cariño mío, no sería la primera vez que te veo desnudo el día de hoy —Responde guiñándole el ojo con coquetería, Volkov ríe divertido
apartándose unos centímetros del cuerpo moreno para quitarse la ropa deportiva y entregársela al pelirosa, Horacio suspira al escuchar el espantoso sonido de la transformación mientras mira al gran lobo blanco frente a él, el cual mueve su cola con rapidez
— Odio ese sonido, pasan los años y aún no me acostumbro —Se queja sentándose frente al río, sonríendo ampliamente cuando siente al animal acostarse en su regazo.
— Gracias por traerme aquí Uve, es un bosque muy bonito, aterrador, pero muy bonito — Murmura inclinándose
para dejar un beso en el hosico del animal mientras deja caricias a lo largo del lomo del Licántropo, riendo por lo bajo al oír el ronroneo de este.
¿Quién diría que aquel bosque al cual siempre evitó entrar por qué le intimidaba por su magnitud, había resultado en ser un lugar perfecto para una cita con su pareja?
Fin del día 3 <3
Gracias por leer
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𝙳𝚒́𝚊 2
Tw: Harry Potter au
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La suave brisa otoñal golpeaba con delicadeza el rostro moreno del gryffindor, el cual se encontraba escabulléndose entre los largos y espaciosos pasillos del castillo con una sonrisa sutil y traviesa formada en sus labios, cantando victoria internamente al ver que su plan había
funcionado. Había visto como el alto ruso le miraba de lejos, su curiosidad palpable en el aire al verle, atentamente, cambiar su cabello de color sin siquiera pensarlo a lo largo del día de manera aleatoria, de un rojo fuerte a un turquesa
Volkov daba vueltas en círculos en el living de la mansión,hacia dos horas que Horacio había salido de
servicio y por ende debía de llegar a casa en menos de cuarenta minutos, pero aún nada, el moreno no llegaba y le tenía los pelos de punta. Frustrado se deja caer en uno de los sillones mientras deja escapar todo el aire que había estado reteniendo sin saberlo.
Había sido un día, más bien, una semana complicada, empezando por haber discutido muy fuerte con Horacio por culpa del poco tiempo en el cual se veían a causa de sus horarios y de los viajes constantes a los cuales Madisson había estado
Siete y veinte de la tarde marcaba el reloj digital de uno de los celulares mientras que Volkov y Horacio seguían patrullando tranquilamente por la ciudad, ya era su última vuelta antes de regresar a la sede para salirse de servicio, si le preguntaban al ruso
Pleno operativo contra los coreanos, sus sentidos estaban más despiertos y atentos que nunca, avanzando
con cautela, pero con rapidez por los pasillos de la sede, abatiendo a todo aquel que se adentrará en su campo de visión. Abriendo una última puerta revisa todo con detenimiento, agudizando su audición y olfato para descartar y evitar algún posible ataque sorpresa.
Deja escapar un largo y tedioso suspiro, el cual no sabía que estaba reteniendo a la vez que baja el arma junto a su máscara para poder hablar por radio, en una frecuencia únicamente utilizada por el moreno y él — ¿Hache? ¿Todo bien? Aquí está todo despejado —Espera unos
La noche caía poco a poco en la ciudad de los santos, Horacio se encuentra tranquilamente sentado en el jardín de la gran mansión,
hacia ya algunas horas que había salido de la piscina para poder broncearse un poco antes de que el verano se terminará de ir dándole paso a las épocas cada vez más frías del año.
Había recibido un mensaje de Volkov avisándole que llegaría un poco más tarde de lo usual, pero
que me esperará, aquello despertó las dudas en el moreno, al final hoy era 17, un día especial para ambos, tanto que cada que se avecinaba esa facha él procuraba darle algún detalle al ruso, en esta ocasión decidió a hacer Muravéinik un postre ruso que había probado
Su respiración era agitada, sus instintos estaban completamente alerta teniéndolo al borde de la histeria, había escuchado por la radio como el atraco a joyería se había complicado de más hasta el punto que terminó siendo una atentado contra la policía y el FBI, ahora mismo
odiaba con todas sus fuerzas haber ignorado su mal presentimiento sobre aquella alerta y no haber ido junto al moreno.
Con toda la rapidez que pudo tomo un patrulla y se dirigió en unión hacía el diez veinte de los demás agentes, saltándose varios semáforos, entre los cuales se