𝙳𝚒́𝚊 5 y 8
Tw: V! Licántropo ♡
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La noche, tan oscura y profunda como el mismo océano, albergando un sin fin de criaturas desconocidas para el ojo humano, alguna amables y dulces, otras agresivas y ferozes, a la espera de un simple despiste para atacar sin remordimiento a su presa. La noche, tan bella, adornada.
con la hermosa luna y las estrellas; La noche, la fiel compañera de Volkov, siempre a la espera de poder dejarse ver luego de un largo día, alumbrando a todas las criaturas nocturnas con la tenue luz de la luna, a veces más fuerte, a veces más débil, por ahí estaba
su luz, brindando la suficiente luz para que la oscuridad no los consumiera por completo.
Volkov, tranquilamente sentado en el capó de su Tesla, admirando la luna en cuarto menguante, descansando unos momentos, esperando por su pareja a que salga del coche
hoy era un día, o más bien una noche, en la qué a pocos días de la luna llena, ayudaría al moreno a superar su irremediable miedo hacia la oscuridad. Sentía a su lobo lloriquear al fondo de su mente ante el olor agobiante y amargo del miedo desprender del dulzón aroma de Horacio
su amada luna se dejaba ver en lo alto de los cielos, opacando y oscureciendo la luz del día. Cómo ahora mismo, sentado en el asiento de copiloto, murmurando palabras de ánimo para su mismo, que, con anterioridad él había susurrado con dulce tono al más joven.
El Licántropo debía de aceptar que la oscuridad era aterradora,la noche en sí era aterradora, más ante la presión de su trabajo, de su pasado, de sus traumas, siempre a la espera de un poco de paz para atormentarlos. Y ni hablar al estar saliendo con un hijo de la luna, una feroz
criatura mitad animal mitad hombre, pero, ahí estaba el de cresta, cómo en otras ocasiones estuvo él, intentando vencer un miedo con la ayuda del contrario. Sonríe inevitablemente, una sensación de orgullo le invadió en el pecho, sentir la determinación del moreno
para vencer un miedo tan arraigado y dejarle ayudarlo en ese proceso, calentaba su corazón.
Pasan los minutos y por fin el más joven sale del vehículo, puede escuchar el retumbar de su corazón contra su pecho, un palpitar un poco más rápido de lo normal, el nerviosismo rodeando
el aura y aroma de Horacio— No estoy listo, pero vamos a hacer esto —El moreno dejo escapar un suspiro luego de decir aquellas palabras, parándose entre las piernas del peligris, apoyando su frente contra el pecho del más alto. El Licántropo llevo una de sus manos a la espalda
baja de Horacio, dejando suaves caricias por toda la zona intentado tranquilizar el nerviosismo de su mate.
— tranquilo моя маленькая, siempre voy a estar a tú lado —Murmuro con seguridad y dulzura, dejando pequeños besos en la cabellera del pelirrojo.
Ambos se quedan así por un largo rato, deleitándose con la cercanía del otro, como si fueran dos imanes, atrayendose mutuamente no queriendo separase del cuerpo de su pareja— Gracias —susurra separándose unos centímetros del ruso,
conectando sus miradas sonriendose mutuamente de manera instantánea. Si estaban juntos podrían con todo, incluso el vencer a la, terrorífica, oscuridad.
───
Sus manos unidas eran la única razón por la cual Horacio no había salido disparado hacia el coche, "Este lobo bobo y su manía con el bosque" piensa para si mismo escuchando el hululeo de los búhos, algunos pasos de pequeños animalitos y el sonido de ramas moviéndose
debido al viento, o eso le encantaría creer.
Suspira con pesadez, pensando en que momento de su vida había aceptado aquello, sabía que debía vencer sus miedos, pero eso no los hacía menos aterradores. Ver hacia la profundidad entre los altos y delgados árboles, dónde fácilmente
se podría perder entre la absorbente oscuridad, sin un pobre rayo de luz que le brindará la tranquilidad de ver aunque sea sus propias manos.
No no, definitivamente era demasiado para él — Tranquilo —un suave murmuró se deja escuchar, seguido de reconfortantes caricias
en el dorso de su mano— Es fácil para ti decirlo —responde apegando su cuerpo al del más alto, siendo recibidos en un abrazo lateral mientras seguían avanzando baja la tenue luz de la luna, apenas iluminado el camino a los ojos humanos del de cresta.
— Ya verás que para ti también será fácil Querido mío — Anima con seguridad, y Horacio le creé, ¿cómo no hacerlo?
Después de todo el ruso nunca le ha mentido, ni defraudado, así que confía, se deja caer con los ojos cerrados en los brazos del más alto, demostrando su
absoluta confianza en el licántropo, quién le enseñaría a amar tanto la luna y la oscuridad como el peligris lo hacía, quizás no con la misma intensidad, pero Volkov lograría que le viera su encanto.
Fin :)
Ustedes deciden si a Hache se le fue el miedo o no
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Sus pasos, tan sigilosos como los de un pequeño ratón, no dejaban rastros de sonido mientras se acercaba rápidamente a su presa, sus ojos en rojo vivo, un color tan poco común en él, siendo usualmente reinado por un azul hielo, que congelaba a quien le mirase. Ahora, como si
del fuego mismo se tratase, se desliza entre los árboles con gracia y elegancia, evitando romper las diminutas ramitas que habían por el todo el suelo o tropezar con las raíces que sobresalían de la tierra.
Se mantiene quieto unos segundos, observando con atención al hombre a
𝙳𝚒́𝚊 2
Tw: Harry Potter au
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La suave brisa otoñal golpeaba con delicadeza el rostro moreno del gryffindor, el cual se encontraba escabulléndose entre los largos y espaciosos pasillos del castillo con una sonrisa sutil y traviesa formada en sus labios, cantando victoria internamente al ver que su plan había
funcionado. Había visto como el alto ruso le miraba de lejos, su curiosidad palpable en el aire al verle, atentamente, cambiar su cabello de color sin siquiera pensarlo a lo largo del día de manera aleatoria, de un rojo fuerte a un turquesa
Volkov daba vueltas en círculos en el living de la mansión,hacia dos horas que Horacio había salido de
servicio y por ende debía de llegar a casa en menos de cuarenta minutos, pero aún nada, el moreno no llegaba y le tenía los pelos de punta. Frustrado se deja caer en uno de los sillones mientras deja escapar todo el aire que había estado reteniendo sin saberlo.
Había sido un día, más bien, una semana complicada, empezando por haber discutido muy fuerte con Horacio por culpa del poco tiempo en el cual se veían a causa de sus horarios y de los viajes constantes a los cuales Madisson había estado
Siete y veinte de la tarde marcaba el reloj digital de uno de los celulares mientras que Volkov y Horacio seguían patrullando tranquilamente por la ciudad, ya era su última vuelta antes de regresar a la sede para salirse de servicio, si le preguntaban al ruso
Pleno operativo contra los coreanos, sus sentidos estaban más despiertos y atentos que nunca, avanzando
con cautela, pero con rapidez por los pasillos de la sede, abatiendo a todo aquel que se adentrará en su campo de visión. Abriendo una última puerta revisa todo con detenimiento, agudizando su audición y olfato para descartar y evitar algún posible ataque sorpresa.
Deja escapar un largo y tedioso suspiro, el cual no sabía que estaba reteniendo a la vez que baja el arma junto a su máscara para poder hablar por radio, en una frecuencia únicamente utilizada por el moreno y él — ¿Hache? ¿Todo bien? Aquí está todo despejado —Espera unos
La noche caía poco a poco en la ciudad de los santos, Horacio se encuentra tranquilamente sentado en el jardín de la gran mansión,
hacia ya algunas horas que había salido de la piscina para poder broncearse un poco antes de que el verano se terminará de ir dándole paso a las épocas cada vez más frías del año.
Había recibido un mensaje de Volkov avisándole que llegaría un poco más tarde de lo usual, pero
que me esperará, aquello despertó las dudas en el moreno, al final hoy era 17, un día especial para ambos, tanto que cada que se avecinaba esa facha él procuraba darle algún detalle al ruso, en esta ocasión decidió a hacer Muravéinik un postre ruso que había probado