Cuando se aprobó la ley de matrimonio homosexual, se llegaron a decir cosas tremendas. Desde que la gente se iba a casar con sus amigos para tener beneficios fiscales hasta que lo siguiente sería casarse con tu perro. El tiempo, como no podía ser de otro modo, ha desmentido todo
Eran cosas ridículas entonces, y la gente normal lo veíamos. El PP llevó al Congreso a Aquilino Polaino a decir auténticas barbaridades. El tiempo ha demostrado que lo único que ha pasado es que se ha dado un derecho fundamental a quien no lo tenía. Punto.
Ahora, casi 20 años después, se prepara una ley Trans que lo único que pretende es dar un derecho a quien no lo tenía. Punto. Ni borra mujeres, ni nadie va a cambiarse de sexo por razones peregrinas, ni nadie va a cambiarse de sexo para librarse de la ley de violencia de género.
Son argumentos tan ridículos como lo eran en su día los que esgrimían contra la ley de matrimonio igualitario, y el tiempo, otra vez, demostrará lo ridículos que eran. Pero esta vez hay una diferencia importante, y en mi opinión, muy grave.
Porque esta vez no es solo la derecha, de la que por supuesto no esperamos nada en materia de derechos civiles. Esta vez el virus de la intolerancia se ha infiltrado en una parte importante de la izquierda. Las Carmen Calvo, Elena Valenciano, Lidia Falcón...
El espectro del enemigo se ha ampliado, y hay que meter en el mismo saco a Hazte Oír, Vox, PP y las terfas. Son la misma mierda. Y el tiempo las pondrá en su sitio. El PSOE haría bien en expulsar a esa gente del partido, o al menos impedirles la más mínima capacidad de influencia
Por cierto, no casan muy bien los argumentos de que las mujeres están discriminadas en muchos aspectos de la sociedad (cosa que comparto) con que haya hombres que por capricho se vayan a hacer mujeres por culpa de la Ley Trans. Pero vaya, que los argumentos les dan igual.
Ni eran preocupaciones morales o legales cuando la Ley de matrimonio igualitario, ni lo son ahora con la Ley Trans. Era homofobia entonces, y es transfobia ahora. Así de simple. No hay que darle muchas más vueltas.
Y una última cosa y ya acabo. Más @CarlaAntonelli y menos Carmen Calvo
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Quienes deben pagar siempre la factura de las crisis, ya sea por la explosión de la burbuja inmobiliaria, por una pandemia o por una guerra son los ricos. Siempre. O los de arriba, llamadlos como queráis. En cambio, quienes las pagan siempre son los curritos.
Siempre se nos exige sacrificios a los mismos. Cuanto ya estás al límite, te piden que estés un poco más al límite. Nunca se le pide a Botín o a Florentino Pérez que sus grandes empresas tengan que pagar el pato. Que tocan unos años sin beneficios. Una vez. Y otra. Y otra.
Y nos han convencido además de que ha de ser así. Como si la economía fuese una ciencia exacta según la cual sólo hay esa manera de hacer las cosas para que la rueda siga girando. Y es falso. No se puede exigir ni un sacrificio a la clase obrera mientras la élite sigue de fiesta
Una cosita. Las políticas de igualdad no se acen solas, ai ke acerlas. Lo digo por todos los escandalizados por la partida presupuestaria del Gobierno.
Que lo de decir que a tope con las mujeres porque tu madre y tus hijas está guay, pero para que tus hijas vivan en un mundo con las mismas oportunidades hace falta concienciación y panoja.
Y es que siempre son los mismos, colega. Gente especializada en escandalizarse con todo lo que huela a feminismo o políticas LGTB, a derecha y a izquierda, pero no son machistas, ni homófobos.