“La filosofía no puede sustituir al consuelo con el que la religión puede ayudar a soportar el dolor inevitable y la injusticia no reparada, las contingencias que representan la penuria, la soledad, la enfermedad y la muerte, arrojando sobre todo ello una luz distinta. ...
Ciertamente, la filosofía puede seguir explicando todavía hoy el punto de vista moral desde el que imparcialmente juzgamos algo como justo o injusto… Pero cosa distinta es encontrar una respuesta motivante a la cuestión de por qué hemos de atenernos ...
a nuestras convicciones morales, por qué hemos de ser morales. En este aspecto podría quizá decirse que es vano querer salvar un sentido incondicional sin Dios”.
– Jürgen #Habermas, “Israel o Atenas. Ensayos sobre religión, teología y racionalidad", págs. 149-150, Trotta 2001.