"... busque dineros por todas partes y si Dios nos visita con unos del Perú aunque sean de particulares, aprovechémonos de ellos". Este es el fragmento de una carta de Carlos V a la emperatriz apremiándole para que envíe dinero con urgencia.
Uno de los grandes problemas de la monarquía hispana, fue la liquidez. La elección de Carlos V como rey de los Romanos y emperador, tuvo lugar en 1519, en pugna con Francisco I, que también optaba a este honor y que no estaba dispuesto a ceder ante la hegemonía española,
que fruto de la herencia de los Reyes Católicos y la Casa de Austria, hacia de Francia prácticamente un país rodeado por territorios de Carlos. Esta lucha por la hegemonía Europea dio lugar a cinco guerras franco-españolas entre 1522 y 1544.
A ello, el emperador Carlos tuvo que sumar una perenne lucha contra los protestantes y los turcos. Tanto su elección como emperador, lograda con grandes sumas de dinero para los electores, como todas las guerras que le siguieron,
se financiaron fundamentalmente con el oro de Castilla. Carlos, que estaba casi siempre por sus territorios Europeos, mantuvo una frecuente correspondencia con su esposa Isabel, para pedirle que delibere con los Consejos Reales,
la manera de conseguir más dinero para la siguiente campaña militar. Las Cortes de Castilla y Aragón rechazaron en varias ocasiones estas exigencias con la excusa de que ya se había alcanzado los límites tributarios posibles,
a la vez que pedían al emperador que se ocupase de aquellos asuntos más importantes para la península. En esta situación, la llegada providencial del oro del Inca del Perú enviado por Pizarro en 1532 y, más adelante, la plata de Potosí (desde 1545) y Zacatecas (desde 1546);
se convirtieron en un suplemento fundamental para mantener su hegemonía Europea.
En 1554, al final de su reinado, los ingresos de la Corona de Castilla apenas llegaban a los tres millones de ducados, de los cuales 360.000 procedían de las Indias,
y 1.365.550 de las alcabalas y tercias. Entre 1517 y 1556, Carlos V recibió de las Indias 3.628.500 ducados. Al final de su reinado dejaría a su hijo una deuda de 25 millones de ducados.
Felipe II tuvo que declarar la bancarrota en 1557, poco después de acceder al trono.
Durante su reinado volvería a declarar otras dos bancarrotas, en 1575 y 1596. Felipe III volvería a hacer lo mismo en 1607. Felipe IV en 1627, 1647, 1652 y 1662. Finalmente Carlos II lo haría en 1666.
La bancarrota consistía en una prolongación unilateral del vencimiento de la deuda, que la Monarquía Hispánica pagó siempre. La Corona daba a los banqueros y otros acreedores toda clase de garantías en forma de "juros",
una especie de fianzas u obligaciones publicas que se comprometía a pagar anualmente y que proporcionaba a los acreedores mayores intereses. Así por ejemplo, en 1565, el 65% de los ingresos anuales, estaban comprometidos por los "juros".
Gracias a la llegada continuada de remesas del Nuevo Mundo, la Corona tenía cierta fama de solvencia, pudiéndose endeudar cada vez más con este sistema de los "juros", quedando prácticamente confiscados los ingresos de los siguientes años.
Pero la confianza de los prestamistas tenía un precio, de manera que si por ejemplo Carlos V podía endeudarse en los años 20 a un interés del 17%, al final de su reinado pagaba intereses del 49%.
El incremento de los ingresos procedentes de las Indias fue exponencial en el reinado de Felipe II, debido a las minas de plata de Potosí y de Zacatecas, pero también, desde 1555, al perfeccionamiento del método de amalgama con mercurio, realizado por Bartolomé de Medina.
Así entre 1556 y 1560, Felipe II recibió 1,500.000 ducados de las Indias, entre 1566 y 1570, 3.800.000, y entre 1596 y 1600, 10.900.000. En total, entre 1556 y 1600, obtuvo 53.400.000 ducados de las Indias. Las personas privadas consiguieron 131.500.000 ducados.
Felipe II realizó constantemente, durante todo su reinado, aumentos en alcabalas e introducción de nuevas aduanas interiores y exteriores (lana merina) para conseguir ingresos a corto plazo. Estos impuestos sobre la exportación de la lana
se los tomarán muy mal sus súbditos flamencos, que habían obtenido condiciones ventajosas bajo su señor natural Carlos V. Sólo el aumento del impuesto de exportación de lana suponía anualmente unos 92.000 ducados;
es decir, tanto como los gastos para los Consejos Reales y las Audiencias.
Consiguió también aumentar los impuestos por privilegios papales, en forma de nuevas bulas de la Santa Cruzada, para luchar contra el Turco. También se aprovechaba de los beneficios del clero,
quedándose con parte de ellos cuando un obispado u otro cargo importante quedaba vacante.
En las Cortes de Castilla se aprobaban frecuentemente tributos especiales, mientras que en las de Aragón eran más reticentes, y antes de aprobar nuevas cargas,
tenía que rendir cuentas sobre el uso de las anteriores y escuchar las quejas. Tras el fracaso de la Empresa de Inglaterra, se aprobaron nuevas cargas, los Millones, consistentes en 8.000.000 de ducados a conseguir en seis años.
Todas estas medidas consiguieron aumentar los ingresos desde los 3.00.000 de ducados del principio de su reinado, a los 10.000.000 del final del mismo.
Mariano Delgado
El Siglo Español (1492-1659)
Un ensayo de historia espiritual.
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"Es la razón por la que negocian los mercaderes, proceden los jueces e incluso muchas veces los sacerdotes predican el Evangelio.
El día en que falten el oro y la plata o desaparezcan de la circulación, se desvanecerá automáticamente toda connivencia de gente, toda ambición viajera, toda rivalidad en el campo civil o eclesiástico (...);
habrá que admirar profundamente la bondad y la providencia de Dios, que se acomoda a la condición de los hombres,
"Carlos V abdicó el 25 de octubre de 1555 en Bruselas como Señor de los Países Bajos, el 16 de enero de 1556 como rey de las Españas y el 12 de septiembre del mismo año como emperador. Lo hizo con discursos grandilocuentes sobre sus intentos, en su visión siempre frustrados
por los franceses y protestantes, de salvaguardar la unidad de la cristiandad y protegerla contra el Turco. Pero no mencionó algo muy importante en cualquier balance de nuevo gobierno: que dejaba a su hijo y sucesor en los reinos hispánicos deudas por valor de unos 25 millones
de ducados, una suma enorme, si se tiene en cuenta que los ingresos de la Corona de Castilla en 1554 apenas llegaban a los tres millones, de los cuales solo 360.000 ducados procedían cada año de las Indias, y 1.365.550 de las alcabalas y tercias.
Los dominicos, comenzando por Pedro de Córdoba, fueron los primeros que en 1515 quisieron intentar en la Costa de las Perlas (Venezuela) una forma de conversión de los indígenas más humana.
En 1516, Las Casas presentó al regente Cardenal Cisneros un proyecto para construir "pueblos hospitales" en el Caribe, en donde vivieran juntos indios y labradores castellanos, para mezclarse entre ellos y evangelizar e hispanizar mejor a los nativos.
Detrás se encontraba la idea de crear una evangelización alejada de los viejos vicios de la decadente Europa, sobre todo sin el vicio principal de la codicia. Esperaban construir "una nueva, fortísima, amplísima e ilustrísima cristiana Iglesia y felices republica".
En la primavera de 1518 Las Casas propuso a la Corona el envío de esclavos negros a las Antillas para que los españoles dejasen de oprimir a los indios.
Esta propuesta partía del presupuesto de que los esclavos negros que se encontraban en España habían sido capturados en guerras justas. Está idea agradó a los caballeros flamencos que acompañaban a Carlos I.
Cuando Las Casas fue preguntado por el número de esclavos requeridos para este fin, dijo no conocer el número necesario. Finalmente la Casa de Contratación de Sevilla calcularon un número de 4.000.
"Europa portable".
(Así llamaba Baltasar Gracián a los barcos que partían al Nuevo Mundo).
"En su 'Compendio y descripción de las Indias Occidentales' (1629), el carmelita Antonio Vázquez de Espinosa dice que la Ciudad de los Reyes de Lima
no tiene nada que envidiar a Sevilla o Valladolid. Tenía conventos de las diferentes órdenes masculinas y además 'seis famosos e insignes monasterios de religiosas'. Las órdenes reproducían allí su trabajo y modo de vida en España adaptándose a las nuevas condiciones.
Los jesuitas, por ejemplo, crearon una congregación de sacerdotes diocesanos, otra de estudiantes, otra de laicos, otra de niños cantores, otra de indios, y otra de negros. Y esas congregaciones celebraban todos los meses su fiesta con Santa Misa, comunión