El horror urbanístico de decenas de rascacielos desparramados por una ladera, unas calles plagadas de coches y un subsuelo agujereado por túneles y parkings.
En el que solo destacan el palacio real más feo de Europa (y probablemente del mundo).
Un casino y una ópera de pastel de nata y 'lambo' en la puerta, por cierto, diseñados por Charles Garnier (el de la ópera de París).
Una catedral neorrománica iluminada con la fuerza de la fe y un derroche de watts.
Y un edificio especial.
Como no hay otro.
¿Lo ves asomar?
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Por un lado es un bonito edificio clasicista del siglo XIX como hay tantos en el mundo.
Un híbrido entre un pabellón de una exposición universal de hace cien años y una estación de tren.
Aunque extrañamente estrecho
Por el otro lado no se sabe…
Porque nadie en Mónaco puede verlo.
Al igual que a sus ciudadanos les está prohibida la entrada al casino, ningún vecino de Montecarlo tiene ni ha tenido nunca vistas a esa fachada.
Desde sus ventanales todas las vistas son iguales.
Es como la cara oculta de la Luna.
Se empezó a construir en 1889 por orden de Alberto I, el “Príncipe sabio”, un príncipe de vocación científica apasionado del mar.
Su construcción y apertura fue una proeza técnica que ocupó al principado durante veinte años.
Una locura construida en un terreno que no existía.
Y que hubo que inventarse.
Un gran buque de piedra de cien metros de eslora.
Finalmente inaugurado en 1910.
Fue construido por Paul Delefortrie, uno de esos arquitectos que vivió a fondo la era del 'fin de la arquitectura'.
Había sido llamado a este mundo para llenarlo todo de edificios neo[pon el estilo que quieras] ya vistos una y mil veces.
Supongo que que no se esperaba que alguien le pidiera un edificio con una fachada que solo unos pocos marineros privilegiados iban poder apreciar.
Pero aún así se afanó en dejarla bien, como el ebanista que termina el mueble por el lado que da a la pared. Se nota que quiso hacer algo especial.
Se marcó una fachada de un palacio europeo.
SIGUE, no te pares.
Que se apoya en sendos pilares colosales.
Para poder precipitarse por un acantilado desde 85 metros de alto.
Hasta casi, casi.
casi...
Tocar el mar.
¿Cómo te quedas? Abre 📷 o deja de vivir.
Dispuso una imponente fachada
Pero también algo más.
Frente al mar Mediterráneo hay una inscripción gigante que nadie puede leer.
Solo el mar.
OCEANOGRAPHIE
El Museo Oceanográfico de Mónaco alberga las colecciones de aquel príncipe marinero y científico que quiso navegar.
Por los siete mares.
Con casi treinta expediciones científicas en su haber.
Pero esa es otra historia que no toca hoy.
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Zoom Out y fundido azul.
Este es el #Megahilo que más me ha gustado escribir. Espero que a vosotros también os haya gustado tanto como yo lo he disfrutado. Acepto likes, RT e insultos pero no el silencio.
Mensaje a prueba de Flanders: Salvo error todas las imágenes provienen de la Wikipedia o de sitios oficiales cuya función es la de la difusión y que no citan los fotógrafos por razones que desconozco.
En Structurae tienen una serie de fotos desde el único punto de Mónaco que permite una fotografía de la fachada marítima, es una terraza moderna de un parking subterráneo. Yo tengo las mismas pero no las encuentro . structurae.net/fr/ouvrages/mu…
Oh! Atención al tweet que se le ha aparecido hace un momento a @DescobrintKemet
Con los nervios de los megahilos no os he pedido que os suscribáis, aquí os aviso y no os perdéis ninguno. Me molaria mucho llegar a 5 mil suscriptores. getrevue.co/profile/itiner…
En 2018 Alex Bolen, CEO de Oscar de la Renta, recibió una extraña llamada de la tienda de París. #megahilo
📞 París : Hemos encontrado algo.
☎️ Nueva York : ¿De qué se trata?
📞 París: Tienes que verlo ✈︎.
👇👇👇
Oscar de la Renta llevaba años tras un local mejor cerca de la Avenue Montaigne, aunque finalmente consiguió hacerse con el alquiler de la segunda planta de la tienda que ya tenían.
Entonces se encargó una reforma, pero durante las obras apareció algo realmente inesperado.