En la investigación "Violencia cotidianda y sepulcros de miedo en #Esmeraldas", surgen interrogantes en relación a la ausencia de posibilidades para despedir a los muertos.
Muchas personas fallecidas -sobre todo desde 2017- son consecuencia de la ola de #criminalidad y 🧵⬇️
La incapacidad del cabildo y del #gobierno de @LassoGuillermo para gestionar la #crisis agudiza la desaparición de rituales mortuorios.
Estos, no son solo un andamiaje cultural lleno de 🧵⬇️
de música, cantos y bailes, sino que se constituyen como un elemento fundamental de identidad en la población esmeraldeña.
En ese contexto de violencia e incertidumbre, la población ha acelerado los procesos de enterramiento para evitar riesgos. Sin embargo: 🧵⬇️
"[...] el muerto ya está ahí. Ya está muerto el pana. Ahí no se hace nada, pero no nos despedimos. Lo de acá no es solo que el chigualo, que el alabao..., hay más...!
Esa ausencia de ritualidad coloca a las/os deudas/os en una suerte de ambivalencia. Sin el ritual 🧵⬇️
(el que sea) el paso de la vida a la muerte es incompleto y, además, la comunidad no encuentra las herramientas para re-estructurar su cotidanidad.
La confusión es evidente. Aquí una muestra:
"El muerto ya está ¿Y nosotros? Es extraña la cosa. Es que como que está vivo, 🧵⬇️
pero no está. Está enterrado. Está muerto pero no hay despedida. Ni lo uno, ni lo otro."
La muerte implica la pérdida física de alguien cercano/a. Si a eso le sumamos la ausencia de rituales, tenemos es un engranaje social que no funciona para las personas de Esmeraldas.
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