Cuando las sociedades entran en crisis profundas, suelen darse perversiones que uno no se habría imaginado en tiempos normales, por así decir (aunque lo normal suele ser
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más una entelequia en una realidad, en todo orden de cosas), arrastrando a todo el mundo que construye y controla tal normalidad a procesos muchas veces deleznables, profundizando la crisis.
Es lo que está sucediendo en estos momentos con la sociedad chilena y
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y el proceso constituyente. Las novedades que trae cada día parecen ser peores que las del día anterior. No sólo el proceso tiene un vicio de origen, al haberse apoderado del mismo los desprestigiados partidos políticos y sus parlamentarios, así como las elites de
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