Dominaba un extenso territorio en la Amazonia. Los jíbaros, la mítica tribu de reductores de cabezas, le obedecían sin chistar.
Pero lo más exótico es que aquel líder, reconocido por gobiernos, con una vida de película… era gallego.
Con vosotros, ALFONSO I, REY DE LA AMAZONIA
Si vais al municipio de Avión en Orense, y os dirigís a una pequeña parroquia llamada Amiudal (de menos de 170 habitantes), encontraréis una casa semiderruida donde reza una inscripción: “Casa natal de Alfonso Graña, Rey de los Jíbaros”.
Los conquistadores suelen partir de regiones pobres de las que se ven obligados a escapar. En ocasiones, tampoco se les reconoce en su tierra, aunque sí en el resto del mundo. Esto fue lo que le ocurrió a nuestro hombre.
Alfonso (Idelfonso en realidad) Graña nació en Amiudal, se cree que alrededor de 1878. Era hijo de sastre, y creció pobre y analfabeto. Como muchos gallegos, se vio forzado al éxodo y probó suerte en Iquitos, una de las puertas peruanas a la Amazonia.
En aquella época, la ciudad vivía un boom como consecuencia de la fiebre del caucho, negocio que atraía al remoto lugar a toda clase de aventureros y extravagantes personajes (¿os suena Fitzcarraldo?; por cierto, en la imagen, el teatro que montó, que luego se convirtió en cine).
La ciudad era un territorio de frontera, donde cualquier cosa era posible; entre otras, que sus ricos habitantes mandaran almidonar sus camisas mediante un viaje trasatlántico a la lejana Lisboa...
... o que una partida de materiales de construcción, diseñada por Eiffel, en lugar de acabar en su destino, interrumpiera su viaje a lo largo del río Amazonas y se utilizara, en Iquitos, para elaborar la famosa Casa de Fierro (por cierto, en la imagen, un servidor junto a ella)
Volvamos a Graña. Desde 1910, vive en Iquitos, ejerciendo diversas profesiones, como buscador de oro. Esta 1ª etapa dura hasta 1920: la fiebre del caucho toca a su fin, ya que los árboles plantados en otras regiones del globo hacen que la Amazonia deje de monopolizar su cultivo
En ese momento, Graña tiene que buscar otras alternativas. Y una de ellas le conduce a la selva.
No sabemos muy bien cómo ocurrió ese acto fundacional que algún día reflejará alguna película de Hollywood. La leyenda dice que Alfonso estaba remontando el Amazonas con un amigo cuando, de golpe, se toparon con un grupo de jíbaros.
Es un buen momento para meter una pausa dramática: ¡los jíbaros! Esa mítica tribu de reductores de cabezas. Unas pocas aclaraciones: su nombre real es shuar (jíbaro es producto de una adaptación al castellano); y, en efecto, cuando se derrotaba al enemigo, una tradición...
... implicaba someter a su cabeza a un complicado proceso para minimizarla hasta un cuarto de su tamaño original, y que sirviera de trofeo al guerrero victorioso.
Luego, ya, donde quieras colocarla es cosa tuya.
Imaginaos entonces la situación: Alfonso y su amigo frente a una tribu de jíbaros. Como os figuráis, eso no podía acabar bien. El amigo muere bajo los efectos del curare. El futuro de Alfonso no pinta bien
Pero entonces es cuando tiene lugar un giro hollywoodiense de los acontecimientos: la hija del jefe (apu) de los jíbaros se encapricha de nuestro héroe.
Entendedla: Graña era alto (1,80m), delgado (en su aldea, a su familia se le conocía con el apodo de Los Chulos), con pelo rubio-rojizo, ojos azules, unas gafas que le daban aspecto de intelectual, y vestía elegantemente (quizá por herencia de su padre sastre, solía llevar traje)
Ninguna de esas cosas era muy común en el interior de la selva amazónica: y eso fue lo que le salvó la vida.
Como consecuencia de aquel flechazo, Graña empieza a adoptar un papel fundamental en la vida de los indígenas. Más aún cuando fallece su suegro y, de repente, Graña se encuentra liderando a un grupo de jíbaros (en concreto, de la tribu huambisa).
Pero el tipo se lo gana: emplea su conocimiento de la cultura de Occidente para aportar mejoras a la vida de sus nuevos compatriotas. Les enseña a desecar la carne con sal (que conseguía extraer de un río mediante un sofisticado sistema), a emplear vegetales para elaborar...
... impermeables y techos para sus chozas, a curtir pieles; crea molinos de agua, y también presas que los protegen de los caimanes. Y además colaborará para establecer la paz entre las distintas tribus de jíbaros de la región.
No es extraño que alrededor de Graña se establezca un aura de leyenda por la cual se dice que es inmune a las serpientes y a las arañas, y se elogian sus habilidades como chamán.
Sin embargo, en el mundo del que proviene no hay noticias de Graña durante varios años. Es verdad que existen habladurías sobre un blanco que lidera a un grupo de jíbaros en la zona de Pongo de Manseriche, un sistema de rápidos tan peligroso que pocos han logrado sobrevivir a él.
Pero la historia no se confirma hasta que Graña reaparece en Iquitos con un grupo de indígenas. Su amigo, el librero Cesáreo Mosquera (su tienda, “Amigos del País”, era punto de encuentro de emigrantes), lo reconoce y se alegra, pues es como asistir a la resurrección de un muerto
Graña empieza a hacer frecuentes viajes a Iquitos para hacer comercio (traía pescado en salazón, carne curada, tortugas, y monos, cuyos sesos eran un manjar), y se deja acompañar por algunos de sus compañeros de tribu para enseñarles los milagros de la civilización.
Ellos le seguían por las calles de Iquitos mientras le idolatraban: él les invitaba a helados, los llevaba al cine mudo, y hasta les curaba las úlceras de las piernas o les cortaba el pelo.
Además, de vez en cuando se los llevaba de paseo en el Ford 18 descapotable de Mosquera mientras les vestía con frac y sombrero de copa. Todo un espectáculo por una ciudad ya acostumbrada a las locuras.
Ya en aquel momento se apreciaba lo impresionante de esta historia: Mosquera se apresuró rápidamente a tomar nota, en una vieja máquina de escribir, de las narraciones que Graña (que había aprendido por su cuenta a leer) le iba contando, salpicadas de vívidas expresiones gallegas
Y, ya por aquel entonces, el periodista Víctor de la Serna, uno de sus primeros biógrafos, le denominó “Alfonso I, rey de la Amazonia”, nombre que se acabaría imponiendo en el futuro.
Las cosas se pusieron serias. Cuando la todopoderosa compañía petrolera Standard Oil quiso hacer prospecciones en el Alto Amazonas, no tuvieron más remedio que hablar con Graña porque era el único que podía controlar el territorio para así proporcionar víveres a los trabajadores.
Además, Graña era quien tenía en su mano evitar que los empleados de la Standard Oil fueran atacados; por otra parte, él conocía mejor que nadie en qué lugares manaba el oro negro con facilidad de la tierra.
Graña era el hombre que dominaba la selva. Comparado con el Kurtz de “El corazón de las tinieblas”, cuando el aviador español Iglesias Brage estaba preparando su exploración al Amazonas, el piloto le solicitó a Graña, a través de Mosquera, toda clase de datos y objetos físicos...
... que pudieran ayudarle en la consecución de su objetivo. Al final el viaje no acabó realizándose por culpa del inicio de la guerra civil en España, aunque llegó a implicar a personajes tan importantes como Ortega y Gasset.
De repente, llega un acontecimiento que termina de asentar la leyenda de Graña; el que haría que el título de “rey de la Amazonia” se convirtiera en realidad.
El suceso implica al piloto Alfredo Rodríguez Ballón, cuyo nombre bautiza hoy el aeropuerto de Arequipa. Dicho piloto se encontraba participando en una conflicto entre Colombia y Perú mientras sobrevolaba la peligrosa zona del Pongo del Manseriche durante una tormenta.
La tempestad le derribó y le hizo caer a los rápidos; allí, para salvar su vida, trató de despegar y el hidroavión se estrelló, muriendo Alfredo Rodríguez y quedando su mecánico malherido.
Serán los indígenas los que acudan al rescate. Y aquí llega la genialidad de Graña, quien ya tenía experiencia en auxiliar a expediciones perdidas en la selva. Llega al lugar del accidente y consigue que sus hombres salven al mecánico; después, pone en circulación dos balsas.
Una contendrá los restos de un 2º hidroavión siniestrado (sin víctimas); la 2ª lleva lo que queda de la nave de Alfredo Rodríguez junto con su cadáver, que se ha encargado de embalsamar mediante métodos naturales y colocar en un ataúd construido a tal efecto.
Entonces, se dispone a llevar a cabo una nueva hazaña: quiere llevar el cuerpo de vuelta a Iquitos, cruzando los peligrosísimos rápidos del Pongo del Manseriche, una gesta que se consideraba imposible.
Pero Graña lo logra, y es recibido en Iquitos en loor de multitudes. Como la familia del piloto fallecido era una de las más importantes del país, Perú reconoció la autoridad de Graña en su territorio, la cual se oficializó.
Llegó a comandar hasta 5000 hombres en un territorio que tenía una extensión tan grande como Inglaterra. Cuando murió, en 1934, víctima de un cáncer de estómago, se hicieron eco los diarios de buena parte del mundo. Sin embargo, en España pasó casi desapercibido.
Conocemos la historia de Graña acerca de los hombres que han escrito sobre él; aparte de los ya mencionados, el gallego Antonio Grau fue a buscar a sus descendientes en la Amazonia; por otro lado, se considera a Máximo Fernández Sendín el mayor experto en la biografía de Graña.
Hay que agradecer la labor de documentación de @XOANARCODAVELLA; muchas de las fotografías de este hilo, de hecho, las he sacado de su blog:
@XOANARCODAVELLA Hoy día, los jíbaros siguen pululando en regiones entre Perú y Ecuador; la reducción de cabezas se ha prohibido desde hace muchas décadas, y ahora luchan por sobrevivir a las múltiples amenazas que acechan a la Amazonia.
Seguro que Graña, de quien sólo quedan unos pocos ecos tanto allí como en su tierra natal, hubiera luchado por revertir esa situación.
Otras fuentes de documentación:
-“Atlas de los exploradores españoles”, publicado por la Sociedad Geográfica Española junto con @geoplaneta.
-Artículos en "El Confidencial", "El País" y "La Voz de Galicia", así como el Diccionario de la Real Academia de la Historia.
Y también...
@geoplaneta Ésta es la historia. Ya sabéis, si os ha gustado, retuiteadla, llenadla de corazoncitos, seguidme, o meteros en la selva machete en mano para explorar la Amazonia. Llevad cremita para el sol, que toda precaución es poca:
Si os ha gustado este hilo, a lo mejor os llama éste sobre otro señor que mandaba a gente a la selva, pero éste no les advertía de que llevaran repelente. Como os imagináis, termina peor que un señor de mi talla en una fiesta de caníbales:
No me gusta el modelo Instagram: la fotografía perfecta, la vida ideal… Ni siquiera tomo muchas fotografías durante mis viajes. Pero hay un lugar donde el aspecto “instagrameable” y la llegada del turismo les ha hecho un gran favor.
Bienvenidos a EL PUEBLO DE COLOR. Dentro 🧵
En un hilo anterior os hablé de Indonesia. Es un país estupendo para hacer turismo, lo cual no quita que sea un país en desarrollo, lleno de desigualdades, y con muchísima gente muy pobre.
La ciudad de Malang, situada en el corazón de la isla de Java, no es una excepción. De hecho, Malang, en el idioma local, significa “pobre” (o eso me dijo mi guía; ya sabéis, no fieis de todo lo que os cuentan por ahí).
Hoy voy a contar cómo una técnica milenaria demostró su superioridad sobre otra moderna y nos enseñó cómo, en medio del paraíso, a veces lo más antiguo y modesto (por mucho que les extrañe a algunos) es mucho mejor.
Hoy toca una de arroz, o EL AUTÉNTICO TESORO DE BALI. Dentro🧵
Bali se ha convertido en sinónimo de playas perfectas, de fotografías ideales de Instagramers, de belleza y de lujo, de fiesta sin fin. Parece que allí la vida es perfecta, entre otras cosas porque es un paraíso construido ex profeso para eso, ocultando el resto de la realidad
Es un lugar que, en muchos sentidos, muere de éxito (luego explicaremos eso): hay gente que ha ido a Bali y casi no conoce nada acerca de Indonesia, un país con mucho más que ofrecer a nivel humano y turístico.
Hoy os voy a contar una historia donde, como en la guerra de Troya, los mitos tienen algo de real, y las explicaciones biológicas subyacen por debajo de referencias religiosas y culturales.
Bienvenidos al misterioso caso de UN GUSANO ASQUEROSO y el símbolo de la medicina: el 🧵
Partamos de un hecho: a pesar de que el cristianismo nos ha vendido que las serpientes son malas (por eso del pecado original, la tentación de Eva y demás), para el resto de las culturas no tienen tan mala sombra.
En verdad, el símbolo de la serpiente (o a veces su equivalente mitológico, como el dragón) puedes hallarlo en relieves y esculturas en toda clase de edificios a lo largo de diversos continentes y eras, desde los templos de Kukulkán en México hasta en la India y Extremo Oriente
En Islandia hay una tumba cuya lápida está elevada decenas de metros encima del cuerpo que aloja.
Esto se debe a algo que, de golpe, estuvo a punto de cargarse una isla y la economía del país. Pero que creó un beneficio.
Con vosotros, EL VOLCÁN QUE SURGIÓ DE LA IGLESIA. Dentro🧵
Hoy, nos vamos a un archipiélago situado al sudoeste de Islandia y que tiene el poco original nombre de islas Vestmann (o sea, Islas del Oeste: los islandeses no son muy originales poniendo nombres).
A pesar de algunas bellezas naturales como la Roca Elefante, la isla sólo fue conocida hasta hace poco por ser un refugio para protegerse de los piratas.
Que hoy es una isla turística, y hasta con centro de rescate para frailecillos y ballenas beluga, pero en su día no era mucho
Todos tenemos una acción de la que nos arrepentimos y por la que deseamos volver al pasado para corregirla.
Este hombre (claro) no pudo. Pero se halló en la situación más similar posible.
Para salvar a María Antonieta.
Hoy, EL HOMBRE QUE VOLVIÓ AL PASADO A SALVAR A SU AMOR. El 🧵
Voy a presentaros al protagonista en cuestión.
Se llamaba Hans Axel de Fersen, era un maromaco y aristócrata sueco que se fue a vivir a Francia, donde allí conoció a María Antonieta.
Y la leyenda dice, por supuesto, que se hicieron amantes.
Digo leyenda porque hay mucha discusión sobre este asunto. Sobre todo porque posteriores custodios de diarios y gente implicada hicieron todo lo posible para no se supiera, o que nunca hubiera seguridad sobre si habían mantenido relaciones íntimas o el amor era sólo platónico
Hoy os voy a contar un relato que implica catástrofes, inundaciones, leyendas… y, sobre todo, la increíble capacidad del ser humano para conservar los hechos pasados a través de la narrativa.
Bienvenidos a LA HISTORIA MÁS ANTIGUA JAMÁS CONTADA.
Todo relato tiene un punto de partida y, como hay que ponerlo en alguna parte, nosotros vamos a situarlo en la cultura de los aborígenes australianos. Es decir, los primeros habitantes de Australia, aunque al pensarlo solamos tener en la cabeza a otros:
Aunque aún no sabemos exactamente cómo fue la migración que llevó a éstos a establecerse en Australia, hace entre 120.000 y 40.000 años (se duda de si vinieron de África o Asia), hay una cosa segura: durante muchíiisimo tiempo, estuvieron solos, y cultivaron sus propios mitos.