Los argumentos más importantes de toda #polarización son los que construyen las sociedades desde sus interpretaciones y a partir de las cuales las hiperideologías conquistan su condición pública total y la promoción de la acción colectiva.
Un fenómeno insistente en las democracias contemporáneas que da cuenta de dos efectos sumamente sustanciales:
a. La polarización es expansiva: no se limita a los motivos ni a los extremos que la constituyen y su expansión concéntrica cuanto más sostenida, más incontrolable.
b. Facilita el marco a epifenómenos políticos (como nuevos espacios o líderes emergentes) que, sin ser parte del conflicto y sin tener ligazón ética con los motivos del conflicto, no halla contradicción en capitalizar el odio que genera dicha polarización.
* También podríamos hablar de la relación íntima que la polarización mantiene con la desafección, como parte de esta condición expansiva alentada por los capitalistas (discursivos, al menos) del odio, la confrontación y la decepción política. Pero eso sería otro hilo.
En síntesis, la polarización profundiza el posicionamiento frente a otros en el corto plazo a cambio de embargar el futuro por la pérdida (potencialmente decepcionada) de apoyo moderado y pro-consenso ante la radicalización de su propio espacio. Tonto o no lo define el contexto.
Pero, de aquí nace la afirmación de que los argumentos más importantes de toda #polarización son los que construyen las sociedades desde sus interpretaciones y a partir de las cuales las hiperideologías conquistan su condición pública total y la promoción de la acción colectiva.
De aquí, también nace que la polarización política deba ser gestionada absolutamente al contrario de un impulso o un golpe en la mesa, si no como una acción política en toda su complejidad técnica, estratégica, mensurable y, sobre todo, comunicacional.
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Este error en Games of Thrones fue mundialmente conocido en el tramo final de la serie más vista en la historia de HBO, pero además de eso dejó una gran lección comunicacional:
Resulta que lo paradójico del hecho fue que, aunque el vaso pertenecía a una cafetería familiar de la localidad de Bainbridge, la audiencia global y multitudinaria lo interpretó y lo comentó en medios tradicionales y sociales 'como el vaso de Starbucks' en la serie #GOT.
Sin duda, este pudo haber sido el despegue más exponencial de una cafetería familiar, pero que el vaso fuese conocido como 'el vaso de Starbucks' anuló todo vínculo entre el error y la pequeña empresa. Más aún cuando la cadena de Estados Unidos aprovechó el "favor" en sus redes.