Hoy se cumplen seis años del fallecimiento de mi hijo menor, Mateo.
Mateo murió a las doce horas de haber ingresado a un CTI pediátrico #ucip#PedsICU.
Hace seis años se me desdibujaba rápidamente la imagen prejuiciosa de que los médicos que atendían en este tipo de unidades, creían ser dioses que todo lo saben y todo lo pueden (era la única explicación lógica que encontraba a que alguien pudiera elegir esa especialidad médica).
Hace seis años me encontré con un equipo de personas con calidad y calidez humana, que hicieron lo imposible por Mateo, con mucho respeto, compasión, pero sobre todo, con mucho amor.
Hace seis años percibí que la presencia permanente de la familia en estas unidades, es realmente importante, no solo para ayudar a transitar el duelo (como fue nuestro caso),
si no para contribuir en la recuperación de los niños allí internados, y en mitigar los efectos posteriores que conllevan este tipo de internaciones.
Hace seis años me impactaba el pitar de los monitores en medio de la madrugada, el ambiente hostil de una unidad de cuidados intensivos, y la falta de espacios y servicios adecuados para que las familias puedan permanecer allí.
Mateo nos mostró una realidad que ningún padre quiere ver, pero que lamentablemente existe, y precisa de nuestra ayuda.
Esa “tierra extraña” que menciona @KatieHale29, precisa de nuestro trabajo para poder contribuir, no solo en la recuperación de los niños, si no en la calidad de vida de los años posteriores a su internación.
Cada vez más son los documentos que evidencian que debemos mejorar esta realidad, pero aun queda mucho por hacer.
Por Mateo, por los chiquilines que estuvieron y por los que estarán en estas unidades, es que seguimos trabajando.