Es curioso cómo enfoca cada uno la Semana Santa a medida que va cumpliendo años. Yo ya veo cinco, seis, como mucho diez cosas escogidas, y dejo el resto sin ningún remordimiento. Ya las he visto todas muchas veces. Ya me lo sé.
No me compensa meterme en dieciséis bullas diarias para ese afán atlético de verlas todas. La mayoría de las cofradías, realmente, me da igual.
Pero a cada año que pasa, me gusta más fijarme en la gente. En el niño de dos añitos que lo ve todo con la boca abierta y los ojos sin un parpadeo.
En el chaval que sale solo por primera vez con su grupo de amigos y se ha ajustado la corbata 26 veces para ver si le dice algo la moza que le gusta.
Porque ya he pasado por ahí. Y sé que no van a ser nunca más felices que ahí, en ese momento. Que aunque ahora no lo valoren, incluso les parezca difícil, recordarán esta Semana Santa, dentro de muchos años, como la más feliz de sus vidas.
Porque es primavera y es Sevilla. Y esto va de la gente. De que la gente sea un poquito feliz por un rato. Que no te engañen, no va de otra cosa. Va de ti, de tu familia, de tu gente, de tus amigos y de tu vida entera. Esto se inventó para las personas.
No se ha hecho el hombre para el sábado, sino el sábado para el hombre, que dijo el Barbas. Jaja.
La única costumbre que he incorporado a la vejez, y porque es ley de vida: ver siempre, pase lo que pase, las cofradías de la gente que ya me va faltando. Yo sé que a ellos les hubiese gustado ese detalle. Y esto, como decía, está hecho para la gente. Estén o no estén.
Y están siempre. Los muertos no van a ninguna parte. Los llevas siempre contigo. Qué menos que llevarlos a ver algo que les conmovió en su momento.
Ea. Vamos parriba fuerte los notas.
A USTEDES.
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Lo mejor es asumir los hechos consumados: el centro, sevillanos, ya no os pertenece. Cuanto antes lo aceptemos, menos traumas y menos gilipolleces.
Legiones de personas vienen a esta ciudad para vivir una experiencia en la que nosotros, tristemente, sobramos. Y en que vivan esa experiencia sin interferencia alguna están empeñados todos los poderes. Sobramos, y ya está.