Cuando en lugar de militantes te rodeas de fans, la cosa solo puede ir a peor.
Las organizacions de izquierdas que tengan un proyecto de país y quieran mantenerse en el tiempo e influir en la política, necesitan militantes. #hilo
Las diferencias entre fans y militantes son muchas y claras, para cualquiera que tenga un mínimo de cultura política.
El fan te defiende siempre, pero a veces no sabe ni explicarlo. El militante defiende la organización, y es crítico cuando se desvía de los principios.
El militante sabe intervenir en los espacios y sabe negociar. El fan va a los espacios a sacar pecho de su organización o sus dirigentes, y no negocia, impone. Así, solo te creas enemigos. Y con el paso del tiempo estás solo.
El fan como llega se va. Se cansa o se da cuenta de que no es lo suyo. El militante continua mientras la organización mantenga los principios que le hicieron militar, aunque no esté de acuerdo en todo.
El fan cae en el voluntarismo, la individualidad y movimientismo. El militante entiende la importancia de lo colectivo, de lo común. Y tiene una formación que le permite intervenir con éxito
El fan insulta a la gente que no está de acuerdo con su partido. El militante sabe hacer pedagogia y sabe como tiene que hablar en función del público o del momento
El fan es incapaz de analizar los resultados electorales. Dice que la gente no sabe votar o que teníamos a los medios en contra (menuda sorpresa)
El militante es capaz de hacer autocrítica, reconocer los errores y ponerles remedio, para que no vuelva a suceder. No se queda en análisis simplistas.
Por eso un militante, mucho más si es un cuadro político, vale por 100 fans.
Los fans te valen para trolear en redes y para hacer ruido. Los militantes te valen para avanzar.
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