"My sweet lord" fue el primer single de la carrera en solitario de George Harrison y se convirtió en el primer número uno de un ex Beatle.
Sin embargo, fue la canción que más quebraderos de cabeza le dio. Hoy, en el #hilodemusicaligera hablamos del “plagio incosciente”.
Harrison compuso "My sweet lord" en diciembre de 1969 tras escabullirse de una rueda de prensa en Copenhague.
Allí estaba estaba con Billy Preston y Eric Clapton en como artista invitado de la gira europea del grupo Delaney y Bonnie.
Subió a una habitación, cogió la guitarra y tocó algunos acordes en torno a las palabras "Hallelujah" y "Hare Krisha".
Después se la mostró a la banda, que le ayudó a terminar de componerla al mismo tiempo que él completaba la letra.
La letra es una alabanza al dios hindú Krishna pero al mismo tiempo intentó que sirviera como una llamada a abandonar el sectarismo religioso.
Tras regresar a Londres, Harrison trabajó con Billy Preston en su álbum 'Encouraging Words'.
Grabaron la canción para el álbum, que fue publicado por Apple Records en Septiembre de 1970.
La versión de Preston permaneció como un corte más del álbum y no salió como single.
Previamente, Harrison la había registrado: tanto la melodía como la letra y la armonía.
Dos meses después, la versión de Harrison, producida por Phil Spector, se publicó como primer single de su debut 'All things must pass'.
Y ahí empezó el lío.
El 10 de febrero de 1971, mientras “My sweet lord” permanecía en lo más alto de las listas, Bright Tunes Music Corp demandó a Harrison.
El tema era "He's so fine", compuesto por Ronald Mark que en 1962 grabó el grupo femenino The Chiffons.
George admitió que conocía la canción pero que The Chiffons no estaban en su mente en 1969, cuando agarró su guitarra y empezó a cantar "Hallelujah".
"Me inspiré en la versión de 1968 que The Edwin Hawkins Singers hicieron de 'Oh happy day'”.
Harrison intentó llegar a un acuerdo fuera de los tribunales.
Su manager Allen Klein incluso ofreció comprar el catálogo entero de Bright Tunes. Pero el editor insistió en que debía entregarle los derechos de autor.
Un paréntesis:
¿Allen Klein no os suena de nada? Fue él quien demnandó a The Verve en 1998 por “Bitter Sweet Symphony” e inició uno de los litigios más comentados de la historia del pop. ⬇️
Incluso como venganza, The Chiffons capitalizaron la atención que recibieron de la demanda al lanzar una versión de "My Sweet Lord" en 1975.
Tras cuatro años de impasse, el juicio se celebró en Nueva York entre el 23 y el 25 de Febrero de 1976.
En ese momento, Klein, un pieza, ya no era su manager. Se había pasado al bando de Bright Tunes.
Las dos canciones fueron analizadas minuciosamente.
Harrison, en su autobiografía ‘I, Me, Mine’: "El demandante tenía enormes gráficos con tres notas del Tema A y cuatro o cinco notas del Tema B dibujadas encima. Y hablaron sobre esto durante 3 días… hasta el punto en que empecé a creer que a lo mejor esas notas les pertenecían”.
El 31 de agosto de 1976 el juez Owen dictó sentencia. Harrison era culpable de “plagio inconsciente” porque ambos temas eran “prácticamente idénticas”.
El jurado sentía que Harrison no había copiado intencionadamente, pero fue condenado a pagar una indemnización de 1’6 M$.
El 19 de febrero de 1981, el tribunal decidió que, debido a la duplicidad de Klein en el caso, Harrison solo tendría que pagar 587.000 $ en lugar de 1,6 millones.
El tribunal dictaminó que las acciones de Klein habían violado el deber fiduciario que le unía a Harrison.
Pero el litigio legal no acabó allí y se alargó hasta marzo de 1998, cuando Harrison recuperó los derechos de la canción tanto en Reino Unido como en Norteamérica.
A Klein le correspondieron los derechos en el resto del mundo.
Harrison lamentó todo el litigio y admitió que cuando “empezó a sonar fuerte en las radios y la gente empezó a hablar de ello, fue cuando pensé '¿Por qué no me di cuenta?’”.
“Hubiera sido muy fácil cambiar una nota aquí o allá sin que afectar al sentimiento de la canción".
Y concluyó: “Por lo que a mí respecta, el efecto de la canción ha sobrepasado con creces cualquier enfrentamiento provocado por la codicia y la envidia”.
Un par de años antes de morir George hizo una nueva versión de “My sweet lord”.
Fue su mayor éxito y la canción más emblemática de todas las que grabó pero también fue la que más quebraderos de cabeza le dio.
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