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Desde el controversial Tramo 5 Sur del #TrenMaya traigo un par de buenas noticias, aunque más bien malas para la campaña #SélvameDelTren, pues han mentido mucho. 
La más importante es que el tren no se va a caer. Nunca. Los suelos kársticos despiertan todo tipo de ideas, pero tanto los estudios como la ingeniería son de primera. Ahora sí que en la construcción no se está dando paso sin huarache.
Lo segundo, aunque igual de importante, es que el Gran Acuífero Maya no será afectado por el Tren Maya de ninguna forma (directa). Es decir, ni la construcción en terraplén ni a través de pilotes para los viaductos elevados hará algún daño a cuevas inundadas o ríos subterráneos.
Como muchos han señalado, las amenazas al acuífero, ya muy contaminado en ciertas zonas, proviene de la falta de saneamiento adecuado y de plantas de tratamiento de aguas residuales. El tren, ni en su construcción ni en la operación hará daño alguno al acuífero.
Como efectivamente denunciaron en #SélvameDelTren, el constructor rellenó indebidamente un cenote en Akumal. No fue con concreto sino con piedras, para hacer el terraplén.
El hecho fue documentado por funcionarios de FONATUR y quienes lo autorizaron habrán de asumir responsabilidades por actuar contra los procedimientos establecidos para cada tipo de oquedad. Es el único caso que se ha dado, al menos en el Tramo 5 Sur.
Una primera conclusión: no es buena idea mezclar preocupaciones genuinas con mentiras, pues estas suelen tener patas muy cortas.
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