Ya que estamos hablando de #EducacionSexualIntegral les voy a contar nuestra experiencia. Desde prekinder Fati ha aprendido de consentimiento, partes privadas, a hablar si alguien la toca sin su permiso. Al tener una discapacidad intelectual, está más expuesta a abusos y por eso
(2) Siempre se ha hablado del cuerpo con ella. Sabe desde chica sobre embarazo y entiende muy bien los límites. Es concreta: a los 5 le dijo al pediatra (conmigo presente) que no se iba a quedar “en pelotas” con él. Eso es ESI. No hay dildos ni kamasutra. Se previene abuso y
(3) si me preguntan a mi, se habla MUY poco de esto en las familias de personas con discapacidad intelectual. Por eso algunos creen que debemos “esterilizarlas” en vez de educarlas. Apoyo 100% al @Mineduc y al ministro @ProfMarcoAvila en el proyecto de ley ESI. Y aplaudo
(4) A la diputada @CamilaRojas_V que trabajó años para convertirlo e ley y soportó los insultos y la ignorancia de muchos que no entienden que NNA más informados, menos abusos y embarazos no deseados.
He dicho.
Y no, tu tuit no va a cambiar mi opinión.
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¿Hablemos de #discapacidad hoy?
Existen cuatro grandes tipos de discapacidad: músculo esquelética, intelectual, sensorial y psicosocial. Uno de cada 5 chilenos hoy vive con una discapacidad. Y las deudas con ellos son muchas, y vamos a revisarlas.
Va hilo.
1. En educación, la deuda es gigante. 1 de cada 10 personas con discapacidad, egresa de IV medio. 1 de cada 2, sale de octavo básico. ¿Por qué? Porque hoy, los colegios pueden decidir no recibirnos. Por “proyecto educativo”, nos cierran
2. La puerta y es legal. Si es que nos aceptan, en colegios particulares nos cobran aranceles diferenciados, que pueden llevarnos a pagar TRES veces la colegiatura. Y es legal, pero al menos a mi me parece inmoral y lo menos inclusivo posible. ¿Acceso a educación superior? Como
Les voy a contar la única historia buena que tengo en la cabeza con la Parada Militar. Era 1986, estábamos en la casa de mis abuelos paternos en calle Santa Fe, en San Miguel. Esto era en el paradero 15 de la Gran Avenida. Mis abuelos tenían un almacén en casa, y todos (sigo)
Nos juntábamos ahí cada fin de semana. Éramos un familión: mis abuelos, sus siete hijos e hijas más parejas, y calculo al ojo que éramos 15 primos. Más pololos/amigos/parientes que circulaban. La casa de Santa Fe era sin antejardín: abrías la puerta y estabas en la calle. Por eso
La puerta siempre estaba con llave. En el patio trasero había una artesa, lavadora, molino de maíz, una gruta de Lourdes, una higuera y un espacio para el perro de mis abuelos: el Niñito. Quiltro chileno por excelencia, era de pelo café con negro, chascón y patas cortas. Paciente
1)Les voy a contar algo. Voy a la feria todos los domingos. Así conocí a Luchito. Me cuida el auto y me ayuda con las bolsas. Se acercó la primera vez porque me vio con la Fátima. Él adoptó a Yenni, también con Síndrome de Down, hija de una pariente lejana que la rechazó al nacer
(2) por su condición. Luchito y su señora tienen hijas adultas, y se dedican por completo a Yenni. Me muestra fotos y comparte su chochera conmigo. Hoy me esperaba muy orgulloso, porque su hija caminó esta semana. Sola. Se lanzó en la plaza, sin ayuda. Yenni tiene seis años.
(3) La diferencia con mi hija es tan grande que me indigna. A esa edad, Fátima estaba en primero básico, aprendiendo a leer. Las dos tienen Síndrome de Down y son tremendamente amadas por sus familias; pero no hay justicia si una puede caminar recién a los 6 años por falta de