Thread by @Srpacotomas

Tras estos días en Mallorca creo que es imposible seguir justificando el impacto que la turistificación tiene en las ciudades, entornos naturales y ciudadanía. Es una invasión que solo alimenta el egoísmo y la codicia. Os cuento:

La isla tiene un serio problema con el agua, como muchas otras CCAA. En Deiá ya cortan el suministro de agua. Mallorca cuenta con 24 campos de golf que hay que regar. Hoteles a los que no “conviene” restringir el suministro de agua no sea que afecte al turismo.

¿De verdad pensáis que por la sequía le van a restringir el agua a un hotel 5 estrellas GL? Al final, será el ciudadano el que pague el pato. Los habitantes de la isla han visto como los turistas han encarecido su parking inmobiliario hasta hacerlo inalcanzable para ellos.

Zonas de la isla y de Palma vendidas al millonario alemán, al sueco, al ruso. No niego que cierta codicia del mallorquín, algo fenicio, ha contribuido a este panorama desolador que llega a pedir 1.400 euros al mes de alquiler en una casa de un barrio obrero…

…pero el turismo se ha convertido en una especie depredadora que si le das la mano, te arrancará el brazo y, acto seguido, la cabeza. En Palma, mi madre, por ejemplo, con poca movilidad, no encuentra taxi para ir al médico. Todos están al servicio del turista, no del ciudadano.

Están en el aeropuerto, esperando largas carreras, y en el puerto, aguardando los cruceros, que arrasan la ciudad. Solo se ha permitido la entrada del premium de Uber, o sea, 35 euros por un trayecto urbano de diez minutos.

Las mejores playas se masifican por culpa de influencers e instagramers, haciendo que el disfrute sostenible del espacio natural sea imposible. Los mallorquines más concienciados piden que no se etiquete ni se graben videos en las playas aún a salvo para no dar pistas al turista.

Las embarcaciones de recreo fondean en las calas y playas destruyendo el paisaje y ensuciando el mar. Porque el volumen es tan salvaje que una cala puede llegar a acumular quince embarcaciones fondeadas. Contaminando.

Un amigo me contaba que cuando llega un crucero a Palma (aquí se han limitado a 3 al día 😱) es como si, de repente, un barrio nuevo apareciese en el centro de la ciudad. “Algo tan sencillo como comprarte una camiseta en el H&M es para nosotros un reto.

Porque los turistas llegan de golpe, invaden tiendas como Zara o H&M y lo que se llevan, no se repone, porque al ser una isla, no tenemos la posibilidad de, si agotan un producto, poderlo reponer en breve”, me cuenta.

Hace décadas que la isla se vendió al turismo. En nombre de la economía. Pero este modelo de turismo solo enriquece a los grandes empresarios, no al sector servicios, no al camarero, al conductor de bus, al animador turístico o a la camarera de habitaciones del hotelazo.

No es que no se haya repartido la riqueza. Es que no se ha repartido el bienestar. Y ahora ya es tarde. Porque el modelo ha reventado las costuras. La animadversión de la población hacia el turista es cada vez mayor. Porque la ciudadanía siente que viven para ellos.

Hay que ponerle fin a este infierno. No hay otra solución. ¿Es jodida? Sí, pero o cambiamos el modelo, o asumimos que no podemos seguir viviendo como hasta ahora, depredando como hasta ahora, o nos vamos a la mierda en cinco años.

Los diarios alemanes ya hablan del fin del paraíso mallorquín. El turismo lo explota, los empresarios lo permiten, y cuando ya no valga un euro, lo abandonarán y se irán a otro lugar. Y entonces quizá comprendan que vendieron su alma al diablo pero ya será muy tarde.