¿Es el porno machista? ¿Contribuye a formar agresores sexuales?
Son preguntas a las que trataré de dar una respuesta lo más fundamentada posible en este hilo, que espero que pueda servir para clarificar lo máximo posible la realidad del asunto.
Respecto a la distribución de caracteres en las actrices porno, este estudio de aquí supone una base de datos sobre 10.000 actrices porno, en el cual encontramos datos incluso de raza y de peso corporal.
El promedio de estatura en el cine porno en Estados Unidos sería el mismo que el del estadounidense promedio. Asimismo, el peso promedio sería ligeramente menor en los actores porno que en el estadounidense promedio -sin que ello implique una inexistencia de diversidad corporal-.
Respecto a la distribución racial de las actrices, parece corresponderse bastante bien con la distribución racial existente en Estados Unidos -país en el cual se realizó este estudio-, con lo cual difícilmente puede concluirse que hay algún tipo de racismo en el porno.
En uno de los estudios que encuentran una alta cantidad de violencia en el porno ocurre exactamente lo mismo que en el de las escenas violentas según el sexo del director -la colocación de actos que no supondrían realmente un gran riesgo-.
Los azotes y otras formas leves de "violencia", por decirlo de alguna manera, así como los insultos, ocuparían la mayor parte de la violencia encontrada en vídeos pornográficos, y se introduce este baremo para establecer la violencia en el porno como algo preocupante.
Otro aspecto a analizar es la salud mental de las actrices porno -argumento también esgrimido frecuentemente para demostrar, en teoría, la lesividad de la pornografía en quienes la practican-. Y por supuesto que hay papers que también me encargué de conseguir.
En este estudio que se realizó con una muestra de 177 actrices porno -al ser un porcentaje muy bajo de la demografía se entiende que los estudios tengan n tan bajos- se llega a la conclusión de que la salud mental no es un problema para las actrices porno.
Para valorar la salud mental de las actrices, se incluyen una serie de preguntas que, a su vez, servirían para medir su puntaje en los diferentes indicadores que ofrece el estudio -autoestima, consumo de alcohol y drogas, calidad de vida-.
El estudio -que incluso compara actrices con diferentes estados civiles y razas- concluye que no habría diferencias significativas entre las actrices porno y el resto de la población en ninguno de los indicadores usados en éste.
Cuando en el apartado "Discussion" se versa acerca de la influencia del abuso sexual infantil en las actrices porno, se concluye que no hay evidencia que sustente la afirmación de que las actrices porno sufrieron más abusos sexuales de niñas que otras mujeres.
- Pero Disidente, hay otro estudio con una muestra similar que sí que muestra una mayor prevalencia de trastornos mentales en las actrices porno.
- Ya analicé ese estudio y aún así tengo algunas cosas más que comentar sobre él, así que agárrate.
El estudio que hallaría tal relación es este de aquí, en el que se comparan actrices porno con mujeres jóvenes de California -una muestra nada clara que tampoco permite dar una gran información, a diferencia del anterior paper que incluso comparaba estados civiles-.
Una cosa que cabe mencionar en este estudio es la sobrerrepresentación de mujeres negras existente en la muestra de actrices porno en comparación con las de la muestra de jóvenes californianas -haced una regla de tres y comprobadlo por vosotros mismos-.
Este dato es relevante desde el momento en que las mujeres negras tendrían, en promedio, peores condiciones de vida -debido a que los barrios y zonas en las que suelen vivir estarían más atravesados por la delincuencia y la marginalidad-, lo que repercute en su salud mental.
De esta forma, los datos tienen un sesgo considerable. Aparte, es importante remarcar que el hecho de que las actrices hayan tenido problemas relacionados con el abuso sexual, la violencia doméstica y de ahí deriven esos problemas mentales no tendría como responsable al porno.
Con lo cual, podemos concluir que no hay una evidencia sólida que afirme que las actrices porno como grupo tienen más problemas mentales que otros grupos, así como tampoco las hay de la mayor incidencia de abuso sexual infantil entre ellas.
Incluso hay estudios -como el que ahora mismo os muestro, que tiene un n de más de 20.000 participantes- que mostrarían que los consumidores de pornografía no se diferenciarían demasiado de los no consumidores en cuanto a conductas igualitarias por razón de sexo.
No quiero decir con esto que se trate de resultados absolutos, ni mucho menos, pero sí que es como mínimo interesante que un estudio con un n tan fiable arroje estos resultados -incluso con un mayor número de usuarios de porno identificándose como feministas-.
Un inciso: la página que os he enviado para acceder al paper no otorga acceso a dicho paper, con lo que tendréis que buscarlo a través del nombre, la URL o el DOI por Sci-Hub.
Este otro estudio, de Miodrag Popovic -donde el n sería relativamente bajo, de 164 hombres-, analizaría la calidad de los vínculos afectivos de aquellos varones que consumen porno.
Lo que muestran en este caso los resultados es que no existirían diferencias significativas en la solidez de los vínculos afectivos de quienes consumen pornografía respecto a quienes no la consumen.
Podemos resumir que a nivel afectivo y de vínculos socioemocionales, quienes consumen pornografía no son muy distintos de quienes no lo hacen.
En este otro estudio -que en realidad es un conjunto de tres estudios- se trata de averiguar si la exposición a la pornografía -o en este caso a contenido erótico- reduciría la atracción y el amor de los consumidores por sus parejas.
Lo cierto es que el estudio no ha hallado diferencias significativas al respecto entre quienes consumen porno y quienes no, como puede observarse. Recordemos que estoa tres estudios son una refutación a un estudio previo de 1989 -como bien se cita en el propio título-.
Otros estudios han analizado también el efecto que puede tener la inhibición de las personas respecto a la pornografía debido, por ejemplo, a sus creencias religiosas. Ese es el caso de este estudio conducido por Samuel L. Perry y Andrew L. Whitehead.
El estudio parecería encontrar, a raíz de su investigación, que muchos casos en los que se perciben problemas personales con la pornografía tienen más que ver con las propias creencias y valores morales del sujeto que realmente con problemas reales derivados del consumo.
Este otro estudio iría por la misma línea, al estudiar la relación entre la desaprobación moral sobre la pornografía y la adicción percibida al respecto. El estudio emplea dos muestras, y el n total sumando ambas rondaría los 5.000 participantes.
Este estudio -cuyo n es suficientemente representativo como para poder tomarse en serio sus resultados- concluiría que muchos casos de problemas autopercibidos respecto a la pornografía vendrían en realidad de la propia desaprobación moral de los sujetos hacia ella.
En resumen: podemos concluir que la desaprobación moral hacia la pornografía -debido a creencias religiosas o morales contrarias a ella- tiene un peso importante en la percepción que los sujetos poseen acerca de su relación con la pornografía, algo que es bastante lógico.
Y es lógico desde el momento en que al tener creencias morales o religiosas que alberguen prejuicios hacia la pornografía, dichas creencias harán que el sujeto desarrolle una relación más insana con ella debido al dilema moral que sentirá al observarla, al verse en contradicción.
Ahora llega el momento de responder a la pregunta del millón, la que originalmente me inspiró a hacer este hilo:
¿Existe causalidad entre el consumo de pornografía y las agresiones sexuales? Mediante la pila de estudios que voy a mostrar, podréis concluir la respuesta.
Vamos a empezar con un estudio clásico en este asunto: el de Berl Kutchinsky. En este estudio de 1991, Kutchinsky empleó datos de cuatro países diferentes: Estados Unidos, Suecia, Dinamarca y Alemania Federal. Para ello se valió de un análisis de las estadísticas criminales.
Kutchinsky expone cómo la legislación en los cuatro países estudiados respecto a la distribución de pornografía se habría flexibilizado considerablemente en el período 1964-1984 -período estudiado en el estudio-.
Kutchinsky, utilizando estadísticas policiales, muestra que la cantidad de violaciones entre los años 1964 y 1984 en los cuatro países estudiados habría subido -especialmente en los Estados Unidos-.
En todos los países estudiados, el asalto con agravantes -el equivalente a las lesiones graves en el Código Penal español- habría subido de manera exponencial, de una manera muy similar a la subida de las violaciones. En el caso nórdico y alemán el asalto subió especialmente.
Kutchinsky explica cómo en Alemania Occidental muchos actos de violencia sexual habrían quedado fuera de la definición de violación debido a que la categoría "coerción sexual" se empleaba para formas más leves de acciones sexuales realizadas sin consentimiento.
Asimismo, incluso de esa manera Alemania Occidental habría experimentado una rebaja general de los delitos sexuales durante la década de 1980.
Kutchinsky concluye que la violación no habría experimentado una tendencia estadística muy diferente a la de otros delitos, por lo que no se podría demostrar la existencia de ningún tipo de correlación o causalidad necesariamente con el mayor acceso a la pornografía.
Y más aún cuando las leyes se fueron volviendo más permisivas con el contenido pornográfico y, pese a eso, la RFA experimentó una rebaja general de los delitos sexuales -desde la violación hasta la coerción sexual- durante la década de los 80.
Este otro estudio, del profesor de derecho estadounidense Anthony D' Amato, muestra datos incluso más arrolladores que los del estudio de Kutchinsky -ya que el de Kutchinsky tiene cierta antigüedad-, mostrándose un descenso progresivo de las violaciones entre los 80 y los 2000.
Asimismo, el estudio muestra la evolución del acceso a la pornografía -maximizado también por la llegada de Internet-, descartando inmediatamente cualquier clase de causalidad e incluso de correlación.
Este otro estudio, de Christopher J. Ferguson y Richard D. Hartley refuerza las conclusiones iniciales obtenidas por D' Amato cuando, al analizar las curvas de la tasa de violaciones y la disponibilidad del porno en Estados Unidos concluye que no existe correlación.
En concreto, el gráfico de Ferguson y Hartley analiza el período 1971-2009, en el que la tasa de violaciones por cada 1.000 habitantes descendió considerablemente, al contrario que la cantidad de títulos "hardcore" disponibles -correlación inversa-.
Este otro estudio analiza si existiría correlación y/o causalidad entre disponibilidad de la pornografía y agresiones sexuales en la India.
Lo que las tablas nos muestran es que se habría producido un crecimiento de las violaciones de la misma manera en que se habría producido un crecimiento de otros tipos de delitos -aunque los crímenes contra mujeres sí que habrían aumentado más que el resto-.
Si bien el número de usuarios de pornografía en Internet también se habría incrementado -de manera mucho más exponencial- habría incluso períodos de años en los que no existiría una coincidencia entre el aumento de usuarios y el de delitos contra mujeres.
El estudio concluye afirmando que no se habría encontrado una relación significativa entre el uso de pornografía en Internet y las conductas sexualmente agresivas como la violación o el acoso sexual -diciendo además que los hallazgos serían consistentes con los de Kutchinsky-.
- Pero Disidente, en el apartado de bibliografía hay papers, incluyendo un metaanálisis, que sí que encontrarían una correlación entre pornografía y crímenes sexuales.
- ¿Sí? Vamos a verlos.
El primero de los dos estudios es un metaanálisis en el que participó Neil Malamuth -principal investigador de la línea antiporno-.
El metaanálisis adolece de defectos como el insuficiente n de los estudios empleados -no superando ninguno de ellos los 500 participantes-.
El metaanálisis, pese a esto, concluiría que no puede probar que la pornografía, por sí sola, tenga ningún tipo de influencia, y que solamente podría convertirse en un problema en conjunción con otros factores de riesgo que puedan llevar a alguien a cometer una agresión sexual.
El segundo estudio que se muestra con una correlación tiene el mismo problema: n bajo -de únicamente 102 participantes- e incapacidad para demostrar que el consumo de pornografía puede correlacionarse con la violencia sexual de manera separada respecto a otros factores de riesgo.
En este otro estudio, dirigido por Milton Diamond -el sexólogo al que David Reimer recurrió para contar su historia públicamente y que se enfrentó a John Money-, se analiza la correlación entre crímenes sexuales y pornografía en la República Checa.
En su introducción, Diamond expone tanto las diferencias a la hora de marcar el límite de lo que se consideraría pornografía como las posturas anti-pornografía y su origen -que claramente provienen del feminismo radical-.
Diamond expone que en República Checa, en el período 1971-2007, incluso los crímenes sexuales habrían estado en todo momento en mínimos en comparación con otros crímenes, de carácter no sexual. Asimismo, se expone cómo el país flexibilizó la distribución de pornografía.
Diamond también dirigió este otro estudio sobre la relación entre la violación y la pornografía en Japón. Para este estudio empleó como referencia el período 1972-1995, donde también se flexibilizó la distribución y aumentó la disponibilidad del material pornográfico.
Según las estadísticas criminales recopiladas por Diamond, el número de agresores sexuales se redujo EXPONENCIALMENTE en el caso japonés, siendo el número casi cinco veces menor en 1995 respecto a los números de 1972.
Asimismo, Diamond destaca descensos en las violaciones grupales e incluso en los abusos sexuales a menores en el tiempo en que la posesión de pornografía infantil no estuvo prohibida -ojo, no estoy diciendo que se deba legalizar la pornografía infantil, que os veo venir-.
Asimismo, Diamond destaca que sus hallazgos coincidirían con los de otros académicos como Kutchinsky en sus conclusiones y fondo.
Respecto a la influencia en adolescentes, podemos coger este estudio, nuevamente de Malamuth, para ver que las conclusiones no difieren tanto de las del resto de sus estudios -en cuanto a que no se puede desligar el uso de pornografía de los factores de riesgo típicos-.
En este otro estudio, llevado a cabo por Mike Allen, David D' Alessio y Tara M. Emmers-Sommer, se llevó a cabo un estudio de las reacciones de delincuentes sexuales condenados ante la pornografía.
El estudio entre los resultados arroja que:
- No hay diferencias significativas entre el consumo de pornografía de delincuentes sexuales y el de no delincuentes, así como en la edad de iniciación.
- Los delincuentes sexuales son más proclives a llevar lo que ven a la práctica.
Asimismo, respecto a los efectos psicológicos, el estudio reportó mayor excitación genital en los agresores sexuales que en la gente no delincuente -atribuida en este contexto a la excitación sexual-, que puede deberse a una genuina excitación o a una mayor respuesta.
El resumen de esta revisión realizada por el psicólogo Robert Bauserman establece de manera muy clara, al igual que el estudio de Allen, que no existen diferencias significativas en la edad de iniciación en el porno entre violadores y no violadores. sci-hub.se/10.1207/s15324…
En definitiva, podemos resumir que no se dispone de ninguna evidencia sólida para afirmar que la pornografía tiene algún tipo de responsabilidad en lo que respecta a las agresiones sexuales, y que son necesarios muchos factores de riesgo para explicar este tipo de crímenes.
El feminismo hegemónico puede insistir e insistir en que hay una causalidad entre pornografía y agresiones sexuales, pero lo cierto es que la literatura académica no le da la razón y lleva tiempo sin dársela. Se ha abierto un debate ya superado en los 90 y toca cerrarlo de nuevo.
Dicho esto, espero de corazón que os haya gustado el hilo y que le deis todo el apoyo posible. En el barco del magufismo feminista nunca me vais a encontrar.
En esta ocasión os voy a traer un hilo analizando extractos tomados del libro "La creación del patriarcado", de Gerda Lerner. Espero que podamos sacar ideas interesantes al respecto.
ABRO HILO ⬇️
He usado dos versiones distintas del libro por el hecho de que en la versión que tenía los capítulos que iban del III al VIII no estaban, por lo que ya de paso os dejo las dos versiones.
Lerner denuncia cómo teóricas feministas como Simone de Beauvoir habrían descuidado los aspectos históricos, que no se habría resuelto pese a los trabajos historiográficos con perspectiva feminista realizados en los ochenta.
En esta ocasión os traigo uno de los artículos de prensa más delirantes que he leído nunca para analizarlo con vosotros, de la feminista radical Ana Pollán -que por cierto, me es imposible tomar en serio a alguien con ese nombre-.
Así que, vamos a ello porque tiene telita. 👇🏻
De entrada, el título del artículo tiene sustancia. Se parte de la base de que basar la legislación en materia de delitos sexuales en el consentimiento sería algo que beneficia a esa sociedad patriarcal cuya existencia se denuncia.
Para hablar del consentimiento sexual, Pollán empieza partiendo de la definición de la RAE. Craso error. ¿Y por qué?
Porque el término "consentimiento" en los delitos sexuales procede etimológicamente del derecho romano. La palabra viene del latín "consentire".
¿Qué es la agresión sexual con víctima desconocida? ¿Cómo se da este tipo de agresión?
En este hilo vamos a hablar sobre la que es la forma de agresión sexual probablemente más conocida de todas, pese a ser la menos frecuente, a raíz de los últimos eventos.
ABRO HILO ⬇️
Para guiarnos, usaremos este estudio sobre agresores sexuales con víctima desconocida con el sello del Ministerio del Interior, en el que participaron investigadores de varias universidades.
¿Es la prostitución un trabajo? ¿Funciona mejor el modelo sueco, el alemán, el neozelandés? ¿Son la mayoría de prostitutas víctimas de trata?
Trataré de responder estas y más preguntas en este hilo, donde desmontaré mitos acerca de la prostitución.
ABRO HILO ⬇️
En todo caso, lo que podría determinar si existe o no vicio del consentimiento son las propias condiciones del ejercicio del TS, dependiendo si la prostituta se halla o no en una situación de coacción para ejercer dicho empleo, pero no por la mera recepción del pago.
Con lo cual, hablar de violación en el caso de la prostitución es sencillamente absurdo, debido a que en la prostitución el consentimiento puede existir en las mismas condiciones que en cualquier otra relación sexual.
¿Puede una mujer violar a un hombre? ¿De qué maneras puede una mujer forzarte a ti, varón, a mantener relaciones sexuales?
En este hilo vamos a hablar acerca de los hombres forzados a penetrar, una realidad bastante desconocida e invisibilizada pero existente.
ABRO HILO ⬇️
Todos estamos familiarizados con la violación del hombre hacia la mujer, con el concepto del hombre que somete a la mujer y mantiene relaciones sexuales con ella en contra de su voluntad.
Ahora bien, tenemos que entender que la violación no es una conducta únicamente masculina.
Ser forzado a penetrar es una de las experiencias de violencia sexual más desconocidas que existen debido al escaso volumen de investigaciones que hay al respecto, pero afortunadamente he conseguido reunir unas cuantas.
Pese a lo desconocido del fenómeno, hay directrices claras.
¿De dónde surgen las teorías feministas sobre la violencia en la pareja que se manejan en la actualidad? ¿Qué modelos alternativos al actual existen?
Eso es lo que veremos aquí hoy, ya que vamos a hablar del modelo Duluth y de la Intimate Partner Violence (IPV).
ABRO HILO ⬇️
El modelo Duluth es creado por Ellen Pence en 1981 en Duluth, Minnesota (de ahí su nombre).
Se trata de un modelo basado en ideología feminista que coloca como principal causa de la violencia doméstica la "ideología patriarcal" que los hombres tendrían.
En la página oficial del modelo Duluth, definen a Duluth como una forma de pensar en constante evolución y un modelo innovador que "responsabiliza a los agresores", como si el resto de modelos tratasen de exculpar a los agresores de sus acciones.