“(…) Mi hermano el más chico de cuatro meses todavía respiraba cuando lo recogimos del suelo con la cabeza destrozada por el impacto del falangista que lo jincó contra la pared, nos miraba con los ojos muy abiertos y sin llorar, aunque tuviera aquella grieta abierta en el cráneo. Tu abuela lo envolvió en una manta y salió corriendo con él en brazos de Tamaraceite a Guanarteme a la casa del médico don Ramón Gutiérrez por si se podía hacer algo. Iba dejando un reguero de sangre detrás, tu tía Rosa se quedó con el resto de hermanos que estábamos desalados por el asalto de Falange aquella Nochebuena del 36, le oí decir mientras daba puñetazos contra la pared enloquecida:
-Si tuviera una pistola voy ahora mismo y los mato a todos. No dejo una carroña fascista con vida-
Por la mañana muy temprano oímos llegar a tu abuela con el niño cogido, ya estaba muerto. Dos hombres vestidos de azul custodiaban la puerta de casa armados con fusiles bajo la lluvia mientras fumaban. Nadie en el pueblo se acercó, todo el mundo tenía miedo, ni el cura quiso venir a bendecirlo. Fue el día más triste de mi vida…”
Testimonio de Diego González García el 12 de mayo de 1987.
Padre de Francisco González, escritor memoralista canario.
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Hilo sobre la heroína y su relación con la guerra sucia social
La particularidad del uso de las drogas como armas de guerra por parte de los poderes fáticos; sobre todo los poderes militares, policiales y de seguridad nacional, “la inteligencia”.
Si una sustancia pudiera tener -sobre todas las demás- y pudiera obtener el título de “droga de control de la sociedad con fines políticos o de guerra sucia”, esa ha podido ser la heroína. Sea leyenda, escrupulosa verdad u otro de los mitos que sobre las drogas se dan, queda a la opinión de los lectores.
El opio como acumulación de capital:
Por remontarnos a su antecesor y padre químico, ya hay un pasaje llamativo del libro de Marx y Engels “Sobre el colonialismo” en torno al opio.
“El comercio de opio determinó una de las formas de acumulación originaria de capital del Imperio Británico, ufano de espíritu cristiano y civilizador, mientras predica el libre comercio de veneno”. Tras analizarlo, llaman “asesino inglés” “frente al suicida chino”.
¿Fue por el enorme beneficio económico?. Sí, también se dio, pues a principios del siglo XX, por ejemplo en Egipto, varios patronos y contratistas pagaban con heroína a los peones. El pago en opio es histórico.
La heroína de Bayer:
Pero centrándonos ya en la heroína, es la Bayer quien registra y saca al mercado la heroína en 1898 y aunque durante su etapa legal, apenas ocasiona ningún problema asociado, -bien es cierto que con un uso por vena muy minoritario-, se sabe sin embargo que desde primerísimos del siglo XX, los servicios secretos de varios países imperialistas investigan sus posibles usos y efectos, aún a falta de alarma alguna que la sustancia en sí no ocasionaba. O sea, no había urgencia social o sanitaria alguna, pero los militares y sus científicos la investigaban, así que queda la posibilidad que fuera para desarrollar un uso militar, vamos a llamarle desde ahora de “guerra sucia social”. Lo han intentado hacer con casi todas las drogas, así que no nos debería de extrañar que lo hiciesen con los opiáceos, y más en concreto con la heroína.
Además del análisis de su uso como sustancia en sí -puesta a prueba sobre todo por los servicios médicos militares de varias potencias imperialistas- al mismo tiempo fueron muchos los moralistas religiosos, sectores ultra conservadores y políticos que presionaron para que se ilegalizara ya desde un primer momento, cosa que proclamó la Acta Harrison en 1914 en EE.UU., solo 16 años después de su comercialización. Así que no es de extrañar que con su nefasta política fiscalizadora, ya en 1916 habría 650 personas ingresadas en clínicas con el pronóstico de “por adicción a la heroína”. Más en pocos meses que en los 16 años anteriores. Y eran médicos militares quienes también tenían acceso a estas historias clínicas.
La particularidad del uso de las drogas como armas de guerra por parte de los poderes fácticos; sobre todo los poderes militares, policiales y de seguridad nacional, “la inteligencia”.
Si una sustancia pudiera tener -sobre todas las demás- y pudiera obtener el título de “droga de control de la sociedad con fines políticos o de guerra sucia”, esa ha podido ser la heroína. Sea leyenda, escrupulosa verdad u otro de los mitos que sobre las drogas se dan, queda a la opinión de los lectores.
El opio como acumulación de capital:
Por remontarnos a su antecesor y padre químico, ya hay un pasaje llamativo del libro de Marx y Engels “Sobre el colonialismo” en torno al opio.
“El comercio de opio determinó una de las formas de acumulación originaria de capital del Imperio Británico, ufano de espíritu cristiano y civilizador, mientras predica el libre comercio de veneno”. Tras analizarlo, llaman “asesino inglés” “frente al suicida chino”.
¿Fue por el enorme beneficio económico?. Sí, también se dio, pues a principios del siglo XX, por ejemplo en Egipto, varios patronos y contratistas pagaban con heroína a los peones. El pago en opio es histórico.
La heroína de Bayer:
Pero centrándonos ya en la heroína, es la Bayer quien registra y saca al mercado la heroína en 1898 y aunque durante su etapa legal, apenas ocasiona ningún problema asociado, -bien es cierto que con un uso por vena muy minoritario-, se sabe sin embargo que desde primerísimos del siglo XX, los servicios secretos de varios países imperialistas investigan sus posibles usos y efectos, aún a falta de alarma alguna que la sustancia en sí no ocasionaba. O sea, no había urgencia social o sanitaria alguna, pero los militares y sus científicos la investigaban, así que queda la posibilidad que fuera para desarrollar un uso militar, vamos a llamarle desde ahora de “guerra sucia social”. Lo han intentado hacer con casi todas las drogas, así que no nos debería de extrañar que lo hiciesen con los opiáceos, y más en concreto con la heroína.
Además del análisis de su uso como sustancia en sí -puesta a prueba sobre todo por los servicios médicos militares de varias potencias imperialistas- al mismo tiempo fueron muchos los moralistas religiosos, sectores ultra conservadores y políticos que presionaron para que se ilegalizara ya desde un primer momento, cosa que proclamó la Acta Harrison en 1914 en EE.UU., solo 16 años después de su comercialización. Así que no es de extrañar que con su nefasta política fiscalizadora, ya en 1916 habría 650 personas ingresadas en clínicas con el pronóstico de “por adicción a la heroína”. Más en pocos meses que en los 16 años anteriores. Y eran médicos militares quienes también tenían acceso a estas historias clínicas.