Las urgencias del Hospital de la Paz están colapsadas por la epidemia de gripe. El gobierno de Ayuso no deja de bajar los impuestos a las rentas más altas y cada vez hay menos recursos para garantizar los servicios básicos. Cerca de mi pueblo, el ambulatorio de Algete disponía de una servicio de urgencias, pero hace algo más de un año que se cerró. Ahora, hay que acudir al hospital Infanta Sofía, siempre saturado.
Al parecer, a los votantes de Ayuso le importan más las cañitas y las macetas que la salud o la educación. Las sociedades democráticas se sostienen mediante ciudadanos responsables e informados, pero cada vez hay menos. De hecho, la sociedad corre el riesgo de convertirse en masa. Solo eso explica que una figura tan mediocre y amoral como Ayuso goce de tanto apoyo. No es un fenómeno local, sino universal. Ahí están Milei, Orban, Meloni, Netanyahu y hace poco Trump. Esta última ola de demagogos nos acerca a distopías como Fahrenheit 451, Un mundo feliz y 1984, donde un totalitarismo disfrazado de modernidad pulveriza derechos y libertades.
Malos tiempos para los más vulnerables, inmolados en el altar de los intereses económicos.
Rafael Narbona
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1. Ahora que se habla de la presunta santidad de Joseph Ratzinger, no está de más recordar su actitud nada caritativa como prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe. Las sanciones que impuso ofenden a cualquier conciencia democrática.
2. Hans Küng, sacerdote y teólogo, perdió su licencia para enseñar teología católica por cuestionar la infalibilidad papal, un dogma político impuesto por Pío IX para contrarrestar la pérdida de poder político del Vaticano.
3. Leonardo Boff, sacerdote franciscano y teólogo, fue condenado a guardar silencio por sus tesis a favor de la teología de la liberación, una corriente que defendió la opción preferencial por los pobres y que luchó contra la desigualdad en América Latina.