EL MADRID DISTÓPICO DE DÍAZ AYUSO
Isabel Díaz Ayuso ha declarado que por culpa de las "paguitas" algunas personas no quieren trabajar. Sin darse cuenta, ha descrito su propia trayectoria. Alumna mediocre, acabó el bachillerato en el Colegio Éfeso, uno de esos centros que regalan los aprobados a cambio de pagar una pasta. Tras repetir un curso, adoptó ese camino para no desviarse de su firme compromiso de esforzarse lo menos posible. Su expediente académico en la Facultad de Ciencias de la Información de la Complutense debe ser tan paupérrimo que ha logrado bloquear su acceso a la prensa. Ayuso se atribuyó un máster que resultó ser un cursillo y alegó no haber terminado el doctorado porque su raquítico sueldo de becaria le obligó a dejar los estudios para trabajar. Lo cierto es que en esas fechas no disfrutaba de una beca, sino de un sueldo de 4.200 euros netos al mes, que le pagaba Esperanza Aguirre por ocupar un despacho en un chiringuito llamado Madrid Network.
Desde entonces, Ayuso ha encadenado un cargo político tras otro. Incapaz de hilar dos frases coherentes sin que la voz beoda de Miguel Ángel Rodríguez le indique lo que debe decir por medio de un pinganillo, Ayuso practica el juego sucio sin mala conciencia, vomitando sandeces y calumnias. A su hermano tampoco le gusta trabajar. Prefirió cobrar una "paguita" (300.000 euros), vendiendo mascarillas de escasa calidad durante la pandemia de Covid-19. En esa época, Díaz Ayuso condenaba a morir asfixiados a los ancianos de las residencias de la tercera edad que habían contraído el virus y carecían de un seguro privado. Un infame protocolo prohibió trasladarlos a hospitales y se ignoró hasta en seis ocasiones los requerimientos de la justicia, exigiendo que se medicalizara las residencias.
Ayuso fue nombrada "alumna ilustre" de la Universidad Complutense. Fue un reconocimiento vergonzoso e indigno. Solo el embrutecimiento de una sociedad desinformada y manipulada explica que alguien tan deleznable haya logrado una mayoría absoluta. No es improbable que Donald Trump vuelva a ser presidente de EEUU. Dar la espalda a la cultura y atiborrarse de espectáculos basura, produce estas calamidades. El fascismo ya no necesita botas y banderas. Para triunfar, le basta cultivar esa intoxicación mediática augurada por Orwell y Bradbury en 1984 y Fahrenheit 451. La fórmula es muy sencilla: manipular a la masas mediante mensajes pueriles, falaces y maliciosos; mentir obstinadamente; envenenar la convivencia mediante el odio y la demagogia. Es una táctica tan perversa como infalible.
Madrid cada vez se parece más a Gotham y, por desgracia, nada indica que vaya a surgir un justiciero como Batman. Isabel "Joker" Ayuso, José Luis "el Pingüino" Almeida y Miguel Ángel "Bane" Rodríguez son los amos de la ciudad. Y todos obedecen a Florentino "Ra's Al Ghul" y Aznar "Dos Caras". Me duele reconocerlo, pero los malos han ganado.
Rafael Narbona
Isabel Díaz Ayuso ha declarado que por culpa de las "paguitas" algunas personas no quieren trabajar. Sin darse cuenta, ha descrito su propia trayectoria. Alumna mediocre, acabó el bachillerato en el Colegio Éfeso, uno de esos centros que regalan los aprobados a cambio de pagar una pasta. Tras repetir un curso, adoptó ese camino para no desviarse de su firme compromiso de esforzarse lo menos posible. Su expediente académico en la Facultad de Ciencias de la Información de la Complutense debe ser tan paupérrimo que ha logrado bloquear su acceso a la prensa. Ayuso se atribuyó un máster que resultó ser un cursillo y alegó no haber terminado el doctorado porque su raquítico sueldo de becaria le obligó a dejar los estudios para trabajar. Lo cierto es que en esas fechas no disfrutaba de una beca, sino de un sueldo de 4.200 euros netos al mes, que le pagaba Esperanza Aguirre por ocupar un despacho en un chiringuito llamado Madrid Network.
Desde entonces, Ayuso ha encadenado un cargo político tras otro. Incapaz de hilar dos frases coherentes sin que la voz beoda de Miguel Ángel Rodríguez le indique lo que debe decir por medio de un pinganillo, Ayuso practica el juego sucio sin mala conciencia, vomitando sandeces y calumnias. A su hermano tampoco le gusta trabajar. Prefirió cobrar una "paguita" (300.000 euros), vendiendo mascarillas de escasa calidad durante la pandemia de Covid-19. En esa época, Díaz Ayuso condenaba a morir asfixiados a los ancianos de las residencias de la tercera edad que habían contraído el virus y carecían de un seguro privado. Un infame protocolo prohibió trasladarlos a hospitales y se ignoró hasta en seis ocasiones los requerimientos de la justicia, exigiendo que se medicalizara las residencias.
Ayuso fue nombrada "alumna ilustre" de la Universidad Complutense. Fue un reconocimiento vergonzoso e indigno. Solo el embrutecimiento de una sociedad desinformada y manipulada explica que alguien tan deleznable haya logrado una mayoría absoluta. No es improbable que Donald Trump vuelva a ser presidente de EEUU. Dar la espalda a la cultura y atiborrarse de espectáculos basura, produce estas calamidades. El fascismo ya no necesita botas y banderas. Para triunfar, le basta cultivar esa intoxicación mediática augurada por Orwell y Bradbury en 1984 y Fahrenheit 451. La fórmula es muy sencilla: manipular a la masas mediante mensajes pueriles, falaces y maliciosos; mentir obstinadamente; envenenar la convivencia mediante el odio y la demagogia. Es una táctica tan perversa como infalible.
Madrid cada vez se parece más a Gotham y, por desgracia, nada indica que vaya a surgir un justiciero como Batman. Isabel "Joker" Ayuso, José Luis "el Pingüino" Almeida y Miguel Ángel "Bane" Rodríguez son los amos de la ciudad. Y todos obedecen a Florentino "Ra's Al Ghul" y Aznar "Dos Caras". Me duele reconocerlo, pero los malos han ganado.
Rafael Narbona
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