45.000 estadounidenses mueren cada año por no poder pagar un seguro de salud y 28 millones carecen de seguro médico. Ese es el modelo de sociedad que quiere implantar en España Isabel Díaz Ayuso, presidenta de la Comunidad de Madrid, lo cual no ha impedido que su hermano Tomás se haya enriquecido vendiendo material sanitario a la sanidad pública madrileña o que Alberto González Amador, su pareja sentimental, haya defraudado a Hacienda y haya realizado turbios negocios con el grupo Quirón, principal contratista de la Comunidad de Madrid en materia de sanidad privada.
El cinismo es el signo de identidad del liberal matonismo de Ayuso, ferviente admiradora de Milei, que ha paralizado los fondos destinados a comedores públicos y tratamientos oncológicos. El fascismo ahora se disfraza de liberalismo, pero su filosofía es la misma: aplicar un darwinismo social que favorece a los ricos y poderosos y condena a muerte a los más débiles.
En diez años, han muerto 450.000 personas en EEUU por carecer de atención sanitaria. Muchos votantes de Ayuso, Milei y otros líderes similares no reparan en estos datos. Su odio a los inmigrantes, las feministas, los marginados, los "zurdos" y las personas LGTBI hace que olviden las consecuencias de estar bajo la bota de populismos desalmados. Entre los votantes de Milei se encuentran pensionitas a los que el mandatario argentino ha recortado un 38% sus ingresos. El liberal fascismo ha aprendido que el odio es una motivación mucho más poderosa que la razón. De ahí que agite sin tregua el miedo y la aversión al extranjero, el paria y el diferente.
La España que quiere Díaz Ayuso es una España donde los servicios sociales se privatizarían, las pensiones bajarían o se congelarían, la especulación inmobiliaria no conocería ninguna traba, los salarios no crecerían, los ricos cada vez pagarían menos impuestos y los jueces se dedicarían a perseguir a las voces discrepantes. Es decir, una España donde la justicia social se considería una aberración, como sostiene Milei, y la única libertad real consistiría en escupir odio o acumular privilegios de forma injusta, sin sufrir interferencias de ninguna clase. Ojalá ese proyecto nunca llegue a materializarse.
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1. Ahora que se habla de la presunta santidad de Joseph Ratzinger, no está de más recordar su actitud nada caritativa como prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe. Las sanciones que impuso ofenden a cualquier conciencia democrática.
2. Hans Küng, sacerdote y teólogo, perdió su licencia para enseñar teología católica por cuestionar la infalibilidad papal, un dogma político impuesto por Pío IX para contrarrestar la pérdida de poder político del Vaticano.
3. Leonardo Boff, sacerdote franciscano y teólogo, fue condenado a guardar silencio por sus tesis a favor de la teología de la liberación, una corriente que defendió la opción preferencial por los pobres y que luchó contra la desigualdad en América Latina.