Psiquiatría en la URSS 🧵
“Cuando se transforman las relaciones de producción y se pasa del capitalismo al socialismo, muchos aspectos de las enfermedades mentales y muchas actitudes de la psiquiatría adquieren nuevos aspectos.”
Así comienza el capítulo “Psiquiatría y Socialismo” del libro “Psiquiatría y Poder” escrito en 1969 por Giovanni Berlinguer. El autor subraya y pone de manifiesto 3 puntos referentes a como operaba la psiquiatría en la URSS.
1.- La psiquiatría se considera en esencia como una rama de la medicina.
Esto se menciona en contraste a cómo opera la psiquiatría en el contexto capitalista, no se consideraba pertinente a la psiquiatría la participación en temas como el análisis de conflictos geopolíticos,
pero siquiera tampoco sobre la felicidad o la desdicha personal, así como manifestaciones menores de malestar que no constituyen alteraciones clínicas importantes.
En este aspecto se pone de manifiesto que no se atribuye a los psiquiatras funciones de control social.
2.- La cantidad de internados en hospitales psiquiátricos es muy baja.
En comparación a países con similares niveles de desarrollo industrial la tasa de internados en la URSS oscilaba entre una tercera parte y una quinta parte. La rotación es más veloz,
frente a los 4 meses máximos de la URSS, destacan los 3 años de media en EEUU. También existía una menor segregación de los enfermos y se implementaron terapias comunitarias. Por tanto, la cronicidad es mucho menor.
En ese sentido, se pone de manifiesto el tercer y último punto.
3.- La sociedad menos competitiva deja más lugar para quienes padecen de alguna disminución.
Es importante tener en cuenta que esto se daba de una manera ni mucho menos idílica. En un inicio, el socialismo se guía por la máxima “a cada quien según su trabajo”, solamente e
en la transición al comunismo se puede progresivamente transformar en “a cada quién según su necesidad”. Por lo tanto, el trabajo sigue teniendo un papel fundamental en el desarrollo personal de los individuos y en su participación en sociedad.
Como señala Marx en la “crítica al programa de Gotha, la nueva sociedad ostenta todavía las “manchas” del capitalismo, por lo tanto el socialismo no puede (y la URSS no pudo) desembarazarse de todo aquello que resulta consecuente del modo de producción capitalista.
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Con la magistral lección sobre Salud Mental que nos ofrece Pedro Sánchez en este discurso y en el contexto que lo rodea, se nos muestra de forma evidente lo inútil del mismo concepto para articular cualquier tipo de cambio social.
Si la Salud Mental es algo a lo que puede acogerse tanto un trabajador con problemas para dormir por el estrés (por poner un ejemplo), como el mismo presidente del gobierno por los efectos colaterales en la subjetividad de las pugnas por el poder de diferentes facciones burguesas
Entonces estamos ante un artefacto ideológico que funciona como un renovado "humanismo" que iguala a todas las personas en su condición de seres humanos y obvia la posición política que ocupan los sujetos y su capacidad activa de configuración y transformación del medio.