Camaradas, aprovechando el día quisiéramos recomendar 10 obras literarias imprescindibles del realismo soviético.
Las enumeraremos sin ningún orden particular, y utilizaremos las portadas de las versiones y editoriales de las que las hemos leído. Seremos breves, así que os invitamos a escribirnos si tuvierais cualquier duda. Del mismo modo, esperamos vuestras sugerencias.
«La derrota», de Fadéyev (1927). La novela narra la odisea de un regimiento de caballería del Ejército Rojo en el Lejano Este durante la Guerra Civil, pero trata sobre el modo en que los comunistas lidian con la derrota.
«Virineya», de Seifúlina (1924). Breve, y a medio camino del realismo socialista por su estilo, «Virineya» trata sobre la atropellada y confusa llegada de la Revolución a una aldea.
«El Don apacible», de Shojólov (1928-1940). A pesar de la controversia sobre su autoría, la novela es un retrato monumental sobre la guerra de clases en el Don a través de la experiencia de una familia cosaca. Es extensa, pero su sencillez y estilo directo la hacen llevadera.
«Ciudades y años», de Fedin (1924). Aunque estilísticamente no se ajusta a los cánones del género, la historia del aspirante a artista ruso que es sorprendido por la Gran Guerra durante su estancia en Alemania es una magnífica reflexión sobre el papel de la intelectualidad.
«La Joven Guardia», de Fadéyev (1946). Para muchos, la obra cumbre del realismo socialista. Basada en hechos reales, la novela narra la historia de un grupo de jovencísimos comunistas que organizan una célula de resistencia durante los peores días de la ocupación nazi.
«El Cemento», de Gládkov (1925). La Guerra Civil termina, pero la verdadera batalla comienza tras la llegada del protagonista a su hogar: la fábrica está destruida. Mediante su reconstrucción el autor desarrollará los desafíos que supone construir una nueva sociedad.
«Campos roturados», de Shojólov (1936-1960). Ambientada en el proceso de colectivización de principios de 1930, Shojólov reflexiona hondamente sobre el papel del campesinado mediante los conflictos personales de sus protagonistas.
«La semana», de Libedinsky (1922). Si «Campos roturados» reflexiona sobre las dificultades del campesinado, «La semana» es una novela netamente proletaria que, aunque breve, expone con gran elegancia.
«La madre», de Gorki (1906). No hay mucho que podamos decir sobre «La madre» que no se haya dicho ya. Es una obra maestra, y la primera de su tipo. Os invitamos a leer -de nuevo- esta reseña de @_Valk0_. partizanotes.wordpress.com/2022/08/29/com…
«Así se templó el acero», de Ostrovski (1932). A «Así se templó…» querríamos dedicarle más que unas líneas, siendo que, a nuestro juicio, es la mejor novela de su género con mucha diferencia. De modo que para este hilo nos conformaremos con esto.
Cerramos recordando que muchas de estas obras las podéis conseguir gracias a las reediciones que han hecho de ellas distintas editoriales comunistas.
Las novelas de «La derrota», «Virineya» y «La semana» las han publicado @mne_mos_yne en unas ediciones que destacan por su belleza.
Y, que nosotros tengamos constancia, las de «El cemento», «Así se templó el acero» y «Campos roturados» están disponibles en @maimar_1
Esperamos que disfrutéis del día y que sea una ocasión para dar apoyo a las iniciativas editoriales comunistas. Saludos.
@daquilemarex con «Campos roturados» o «Lucharon por la patria»-, pero no hemos indagado demasiado en esta cuestión -como has podido comprobar- y al redactar el hilo hemos optado por hacerlo constar.
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Es difícil comprender el revuelo que ha levantado este tweet porque simplemente tiene razón. Lo único con lo que no estamos de acuerdo es con que esto implique necesariamente «un sacrificio» o con que decirlo suponga replicar el modelo del heroísmo individualista burgués
No es que la militancia no implique sacrificios, al menos de primeras. La incomprensión por parte de los entornos, dejar atrás a gente o el trabajo incansable en los ratos «libres», sumados ala represión, las palizas, la cárcel y eventualmente la muerte, son sacrificios.
Aprovechando los debates cíclicos sobre la Semana Santa, y estando de acuerdo con que reducir al absurdo la festividad no es muy buena idea, queremos recordar que «la cuestión religiosa» no es una especie de tema separado del resto que merezca una solución concreta.
La misma Semana Santa, por ejemplo, tal y como existe a día de hoy, descansa sobre el osario de una revolución fallida. En la Andalucía y las Castillas de principios del siglo pasado los campesinos pobres acabaron siendo furibundamente anticlericales precisamente porque
entendían -correctamente- que la Iglesia era un pilar esencial del poder de los terratenientes, a su vez respaldado por la Guardia Civil, cuerpo paramilitar creado ad hoc para acabar con las revueltas agrarias que operaba casi como un ejército de ocupación.
Aún así, la exención de aranceles en productos clave para la economía es algo que lleva sucediendo des de hace años. En 2020, por ejemplo, con motivo de un acuerdo comercial ya hubo una reducción arancelaria con China en este tipo de mercancías.
A la burguesía, una vez establecida la fase imperialista del capital, le es cada vez más difícil desprenderse de la red internacional de distribución del trabajo sin afectar drásticamente a su ciclo productivo y al consumo interno.
Si miramos más allá de la personalidad de Trump y su caótica candidatura en realidad lo que vemos son los intereses geopolíticos yankis manifestados en su persona y su cúpula de payasos.
La administración Trump sabe perfectamente que la subida de aranceles terminará por repercutir al precio de consumo de muchos productos en el corto plazo. Las empresas en territorio americano pueden subir sus precios tranquilamente pues su competencia debe costear los aranceles.
Pero la imposición de estas políticas proteccionistas tienen varias razones de ser:
Sobre la disolución de la URSS, es interesante ver el modo en que la estructura del Partido Comunista y la del Estado eran redundantes y contradictorias. Al minimizar el papel del Partido, Gorbachov crea el marco legal para la disolución en pequeñas repúblicas nacionales.
No entraremos en detalle, puesto que el tema es meritorio de un análisis profundo. Sin embargo, creemos que cuatro pinceladas pueden resultar útiles.
El poder soviético se plantea como un poder dictatorial transitorio en un sentido histórico; un poder que trabaja activamente para hacer desaparecer las condiciones que lo han engendrado y a sí mismo.
Imperio Alemán, abril de 1919. Baviera, uno de los estados históricamente más conservadores del Reich, y en coexistencia con la reacción generalizada y focalizada del SPD contra el levantamiento espartaquista, es una República Soviética.
Tal vez sea más correcto denominarla «República de Consejos». Por más que sean sinónimos, la efímera República Soviética de Baviera poco tiene que ver con el bolchevismo que lucha por su supervivencia a más de 2.000 kilómetros.
Y es que la R.S.B. es una recién nacida: apenas han transcurrido unos días desde el 7 de abril, día de su fundación. La República nace por obra de un golpe de Estado de la sección local del KPD, otro recién nacido.