Es difícil comprender el revuelo que ha levantado este tweet porque simplemente tiene razón. Lo único con lo que no estamos de acuerdo es con que esto implique necesariamente «un sacrificio» o con que decirlo suponga replicar el modelo del heroísmo individualista burgués
No es que la militancia no implique sacrificios, al menos de primeras. La incomprensión por parte de los entornos, dejar atrás a gente o el trabajo incansable en los ratos «libres», sumados ala represión, las palizas, la cárcel y eventualmente la muerte, son sacrificios.
Por no hablar de la parte menos «épica», pero tanto o más necesaria: el estudio de la teoría comunista - y también de la burguesa -, de las leyes, aprender a hablar en público, a agitar, a organizar, a editar textos, a maquetar carteles, a hablar nuevos idiomas…
Todos estos esfuerzos se viven como sacrificios porque forman parte del proceso de superación del individualismo burgués que sí, da alegrías y confort, pero que también consumen al comunista en la mezquindad y la impotencia.
Pretender que la salud mental, las relaciones o las perspectivas de realización personal no tienen nada que ver con la lucha por el comunismo y que requieren una atención individual e íntima es directamente absurdo desde una perspectiva revolucionaria.
Y tildar de egoista a quien decide dedicar su vida a la revolución es un contrasentido. Resulta que dedicarte a cuidar a tu entorno cercano es «generoso», pero pelear porque todo el mundo pueda tener una vida digna es «egoísmo».
No nos detendremos a desarrollar como esto reproduce la atomización y el individualismo burgués, porque con los recientes debates alrededor de la familia resulta más que evidente por donde van la mayoría de las críticas.
Con todo esto los comunistas no damos a entender que no haya que ser responsables con las relaciones personales. Debemos ser ejemplares y no utilizar al entorno como meros escalones, por lo que a veces hay que estar dispuestos a dejar atrás - si podemos- en pos del fin
Que no es solo que la propia gente o la propia salud mental prosperen, mejoren, sino que se construyan las bases para que las de toda la humanidad puedan hacerlo.
Antes de cerrar, pero, quisiéramos disputar lo que decíamos sobre el sacrificio. La novela de Ostrovski que ayer recomendábamos, «Así se templó el acero», tiene en uno de sus fragmentos más bellos la respuesta a esto:
No se nos ocurre una forma más plena de vivir la vida que dedicándola a la causa más justa de la historia de la humanidad. Una causa que no es una esperanza abstracta, sectaria, sino una científicamente avalada que consiste en que la miseria y la muerte que nos rodean terminen.
El camino será terrible, y tal vez no llegaremos a ver el fin. Pero dejar de entenderse como meros individuos, con sus anhelos e intereses egoístas, y devenir clase, incluso humanidad entera, es parte de la superación a la que se supone que aspira cualquier revolucionario.
Algunos confundirán las palabras de Korchaguin con heroísmo. Pero no reconocemos en ellas ni una pizca. Son tan solo las reflexiones de un comunista que entiende que sin luchar no hay futuro.
Si lo que decimos no fuera así, seríamos incapaces de comprender uno de los relatos más bellos que nos ha legado la tradición revolucionaria rusa. Hablamos de «El brindis» de Kuprín, editado por @mne_mos_yne .
Al final del relato, una mujer rompe a llorar tras el relato que el presidente de la Asociación Electromagnética hace de los horrores del siglo XX. Luego de enumerar los sufrimientos de los revolucionarios, la mujer concluye entre lágrimas:
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Camaradas, aprovechando el día quisiéramos recomendar 10 obras literarias imprescindibles del realismo soviético.
Las enumeraremos sin ningún orden particular, y utilizaremos las portadas de las versiones y editoriales de las que las hemos leído. Seremos breves, así que os invitamos a escribirnos si tuvierais cualquier duda. Del mismo modo, esperamos vuestras sugerencias.
«La derrota», de Fadéyev (1927). La novela narra la odisea de un regimiento de caballería del Ejército Rojo en el Lejano Este durante la Guerra Civil, pero trata sobre el modo en que los comunistas lidian con la derrota.
Aprovechando los debates cíclicos sobre la Semana Santa, y estando de acuerdo con que reducir al absurdo la festividad no es muy buena idea, queremos recordar que «la cuestión religiosa» no es una especie de tema separado del resto que merezca una solución concreta.
La misma Semana Santa, por ejemplo, tal y como existe a día de hoy, descansa sobre el osario de una revolución fallida. En la Andalucía y las Castillas de principios del siglo pasado los campesinos pobres acabaron siendo furibundamente anticlericales precisamente porque
entendían -correctamente- que la Iglesia era un pilar esencial del poder de los terratenientes, a su vez respaldado por la Guardia Civil, cuerpo paramilitar creado ad hoc para acabar con las revueltas agrarias que operaba casi como un ejército de ocupación.
Aún así, la exención de aranceles en productos clave para la economía es algo que lleva sucediendo des de hace años. En 2020, por ejemplo, con motivo de un acuerdo comercial ya hubo una reducción arancelaria con China en este tipo de mercancías.
A la burguesía, una vez establecida la fase imperialista del capital, le es cada vez más difícil desprenderse de la red internacional de distribución del trabajo sin afectar drásticamente a su ciclo productivo y al consumo interno.
Si miramos más allá de la personalidad de Trump y su caótica candidatura en realidad lo que vemos son los intereses geopolíticos yankis manifestados en su persona y su cúpula de payasos.
La administración Trump sabe perfectamente que la subida de aranceles terminará por repercutir al precio de consumo de muchos productos en el corto plazo. Las empresas en territorio americano pueden subir sus precios tranquilamente pues su competencia debe costear los aranceles.
Pero la imposición de estas políticas proteccionistas tienen varias razones de ser:
Sobre la disolución de la URSS, es interesante ver el modo en que la estructura del Partido Comunista y la del Estado eran redundantes y contradictorias. Al minimizar el papel del Partido, Gorbachov crea el marco legal para la disolución en pequeñas repúblicas nacionales.
No entraremos en detalle, puesto que el tema es meritorio de un análisis profundo. Sin embargo, creemos que cuatro pinceladas pueden resultar útiles.
El poder soviético se plantea como un poder dictatorial transitorio en un sentido histórico; un poder que trabaja activamente para hacer desaparecer las condiciones que lo han engendrado y a sí mismo.
Imperio Alemán, abril de 1919. Baviera, uno de los estados históricamente más conservadores del Reich, y en coexistencia con la reacción generalizada y focalizada del SPD contra el levantamiento espartaquista, es una República Soviética.
Tal vez sea más correcto denominarla «República de Consejos». Por más que sean sinónimos, la efímera República Soviética de Baviera poco tiene que ver con el bolchevismo que lucha por su supervivencia a más de 2.000 kilómetros.
Y es que la R.S.B. es una recién nacida: apenas han transcurrido unos días desde el 7 de abril, día de su fundación. La República nace por obra de un golpe de Estado de la sección local del KPD, otro recién nacido.