Ayer hicimos la «arriesgadísima» predicción de que hoy esto se llenaría de análisis de pacotilla y de brindis al sol. Y señalábamos que lo importante es extraer lecciones relacionadas con nuestras tareas actuales. Las primeras abundan, las segundas brillan por su ausencia.
Ayer las distintas radios y el propio presidente del gobierno se encargaron de, subreptíciamente, dar alas a los abonados a la conspiranoia. Desde el uso enfático del adjetivo «extraño» a los desvaríos posteriores sobre la llamada de Zelensky, sobraban motivos para especular.
Si a esto añadimos las llamadas a expertos en seguridad, el cóctel estaba servido. Numerosas loas al «kit de supervivencia» y sermones sobre la importancia de subir la inversión en defensa para aumentar la resiliencia de las infraestructuras aderezaron la noche.
Y hoy, haciendo gala de su condición de librepensadores, muchos buscan en China, Rusia, Marruecos o Israel los culpables, fomentando de esta forma la escalada bélica que está por venir y que ayer tuvo un pequeño ensayo general.
Del otro lado, en la bancada «anti-imperialista», los que ven sabotajes yankees hasta en la bajante de su casa callan religiosamente y cargan contra las energías renovables. Cualquier situación es buena para combatir el «wokismo».
En lo que todos se ponen de acuerdo es en señalar abstractamente a la privatización de la gestión de la red eléctrica, dando a entender que debería ser el Estado burgués el que la gestionara.
Tenemos nuestras serias dudas sobre si es una reivindicación muy comunista la de reclamar que el Estado aumente sus capacidades.
Nosotros no descartamos ninguna de estas explicaciones, de hecho muchas de ellas son compatibles entre sí y hasta plausibles. Lo que entendemos es que lo propio de comunistas consecuentes es mantener la calma, no precipitarse y arrojar las conclusiones pertinentes:
1. Los brindis al sol llamando a la nacionalización son absurdos. La fuerza para llevar a cabo medidas de este estilo en clave revolucionaria ni está ni se le espera. Por ende, este mensaje será leído por la mayor parte de la gente en clave de reforzamiento del Estado burgués.
2. Plantear al socialismo como a solución a todos los problemas es igual de abstracto y patético. Un proceso revolucionario planteará desafíos mucho más relevantes que el de ayer, y la experiencia histórica no engaña.
En todo caso, el llamado a luchar para generar las condiciones para que esto no suceda o para que no sea gestionado en base a intereses capitalistas pasa por entender en qué punto histórico nos hallamos y cuales son las tareas verdaderamente acuciantes.
3. El movimiento comunista nada ahora mismo entre la desinformación. Si en vez de estar organizados en las aulas de politología lo estuviéramos entre el proletariado de la industria energética, la situación habría sido distinta. Es en esa dirección en la que tenemos que trabajar.
En la misma línea, la mayoría de organizaciones y destacamentos, y ya no digamos el contacto entre ellos, basan sus comunicaciones en Internet. Ante una caída de este estilo, las directrices, contactos y debates se esfuman y solo queda la desorientación.
En nuestro artículo sobre las redes sociales hablábamos parcialmente sobre esta cuestión y poníamos encima de la mesa recetas para avanzar: kursant.website/nuevas-herrami…
A nuestro entender, reflexiones como las que acabamos de ofrecer son las que incumben a los comunistas en momentos como el actual. Aun no estamos para interpelar a las masas con eslóganes maximalistas. Lo que hay que hacer es trabajar para encontrarnos en ese punto.
No quisiéramos cerrar sin tener un pequeño recuerdo para aquel proletariado industrial que, pese a «no existir», nos ha sacado del brete y ha restablecido la luz en toda la península en un tiempo récord para la magnitud de lo sucedido.
Un recordatorio más del poder que tiene el proletariado, poder que, en tiempos de precariados, cognitariados, multitudes, clases en descomposición y demás sandeces nos recuerda cual es la clase verdaderamente revolucionaria.
• • •
Missing some Tweet in this thread? You can try to
force a refresh
Camaradas, mañana es Primero de Mayo. Este año, el Día del Trabajador se celebrará en unas circunstancias históricas peores que el anterior. Nos tememos que esta será la tendencia general hasta que el trabajo se imponga sobre el capital.
No lo decimos para alimentar el derrotismo, sino precisamente porque la realidad es tozuda y se empecina en recordarnos que la inacción no es una opción. Recordad, camaradas, que la frontera de la Revolución está en todas partes.
Allí donde hay oprimidos, hay opresores. Allí donde hay trabajadores, hay parásitos. Allí donde hay injusticia brotan los justos.
Arrojaremos algunos datos para ilustrar la forma en la que CCOO y UGT se lucran gracias a los despidos y las sanciones masivas de trabajadores -no, no lo estáis leyendo mal-.
Antes de ir a las cifras, explicaremos la mecánica, que es bastante simple. Cuando un trabajador afectado por un ERE o un despido recibe su compensación, parte de ésta -por lo general entre el 10 y el 15% del total- va destinada al sindicato por la «ayuda» prestada.
Y estas dos organizaciones -aunque hay más- se limitan a acatar las decisiones de la patronal. Aunque de palabra protesten y se muestren indignadas, vendiendo como una victoria la reducción del número de despidos o de EREs,
Es difícil comprender el revuelo que ha levantado este tweet porque simplemente tiene razón. Lo único con lo que no estamos de acuerdo es con que esto implique necesariamente «un sacrificio» o con que decirlo suponga replicar el modelo del heroísmo individualista burgués
No es que la militancia no implique sacrificios, al menos de primeras. La incomprensión por parte de los entornos, dejar atrás a gente o el trabajo incansable en los ratos «libres», sumados ala represión, las palizas, la cárcel y eventualmente la muerte, son sacrificios.
Camaradas, aprovechando el día quisiéramos recomendar 10 obras literarias imprescindibles del realismo soviético.
Las enumeraremos sin ningún orden particular, y utilizaremos las portadas de las versiones y editoriales de las que las hemos leído. Seremos breves, así que os invitamos a escribirnos si tuvierais cualquier duda. Del mismo modo, esperamos vuestras sugerencias.
«La derrota», de Fadéyev (1927). La novela narra la odisea de un regimiento de caballería del Ejército Rojo en el Lejano Este durante la Guerra Civil, pero trata sobre el modo en que los comunistas lidian con la derrota.
Aprovechando los debates cíclicos sobre la Semana Santa, y estando de acuerdo con que reducir al absurdo la festividad no es muy buena idea, queremos recordar que «la cuestión religiosa» no es una especie de tema separado del resto que merezca una solución concreta.
La misma Semana Santa, por ejemplo, tal y como existe a día de hoy, descansa sobre el osario de una revolución fallida. En la Andalucía y las Castillas de principios del siglo pasado los campesinos pobres acabaron siendo furibundamente anticlericales precisamente porque
entendían -correctamente- que la Iglesia era un pilar esencial del poder de los terratenientes, a su vez respaldado por la Guardia Civil, cuerpo paramilitar creado ad hoc para acabar con las revueltas agrarias que operaba casi como un ejército de ocupación.
Aún así, la exención de aranceles en productos clave para la economía es algo que lleva sucediendo des de hace años. En 2020, por ejemplo, con motivo de un acuerdo comercial ya hubo una reducción arancelaria con China en este tipo de mercancías.
A la burguesía, una vez establecida la fase imperialista del capital, le es cada vez más difícil desprenderse de la red internacional de distribución del trabajo sin afectar drásticamente a su ciclo productivo y al consumo interno.